Se trata de un espacio ubicado en la misma manzana que el convento de Santa Catalina, sobre la avenida Córdoba y la calle Reconquista, objeto de varios proyectos que no llegaron a plasmarse
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La escalinata verde da a un espejo de agua que la separa del histórico Monasterio e iglesia Santa Catalina de Siena, en el microcentro porteño. Hay árboles, canteros, plantas, bancos de hormigón y esculturas, que se complementan con un nuevo edificio, de espaldas a la avenida Córdoba, para cerrar el conjunto de un desarrollo con mixtura de usos que iba a ser el primer hito de la reconversión del microcentro.
Pero esa imagen quedó sólo como una proyección, no fue más allá de un render, al igual que otros proyectos que se pensaron para ese predio donde funciona hoy un estacionamiento privado. En estos días, el predio vuelve a estar en debate por el pedido de expropiación para construir una plaza, el análisis de los restos arqueológicos del monasterio y la posible venta a otros cultos religiosos para la instalación de un templo.
La manzana en cuestión es la cercada por las calles San Martín, Viamonte, Reconquista y la avenida Córdoba, en el barrio de San Nicolás y en el límite con Retiro, donde en 1745 se instaló el primer monasterio para mujeres de la ciudad de Buenos Aires para albergar a las monjas catalinas. En 1942, la iglesia, y en 1975, el Monasterio, fueron declarados Monumentos Históricos Nacionales y compartieron espacio con diferentes usos, como el edificio y el estacionamiento que funciona en la actualidad. Pero también fue objeto de deseo para otros desarrollos inmobiliarios que se encuentran en veredas opuestas de los que pretenden generar allí un espacio verde.
Un convenio urbanístico de 2021 parecía poner fin a una larga historia de desencuentros entre los intereses de todas las partes, en una propuesta que incluía la construcción de un edificio y, en compensación, la instalación de una plaza pública a cargo del propietario del lugar, Nehuente SRL, a su vez, parte interesada en edificar una torre de una altura similar a la que ya se encuentra en la manzana. Sin embargo, el convenio no logró el aval de la Legislatura y terminó estancándose, el último de los episodios que podrían haber terminado con las especulaciones.
Pero ahora el tablero se agitó nuevamente cuando, hace algunos días, se realizaron estudios en la superficie del estacionamiento. Según relatan fuentes ligadas al convento, hubo perforaciones del suelo, mediciones del terreno y otros análisis sobre el predio que, ya en 1976, era apuntado para “ubicar una plaza atendiendo a resolver la carencia de espacios verdes en la zona central de la ciudad”, según registros de la época.
Las novedades activaron la reacción de la agrupación Basta de Demoler (BDD) que envió un nuevo proyecto a la Legislatura para que la Ciudad expropie el terreno y genere allí un espacio verde y público. “No es fácil de asumir, pero se podría tratar. Estamos tratando de demostrar la importancia que tiene el predio y el convento para una zona de la ciudad que no tiene verde, que no tiene plazas. Nosotros queremos que sea una plaza para la gente”, explican desde BDD.
Para la Ciudad, según fuentes de Gobierno, la expropiación no es una opción porque se habla de un valor de 30 millones de dólares, una erogación de dinero que se considera innecesaria para generar espacio verde en esa zona cuando hay otros barrios, como Villa Santa Rita, que no tienen plazas. En este sentido, esta semana los legisladores avanzaron en un proyecto para expropiar un predio en Villa Santa Rita y crear allí una plaza.
El proyecto de BDD busca desacelerar una posibilidad que crece con fuerza: la venta del inmueble a un culto religioso, que ya hizo las averiguaciones correspondientes, para instalar un templo donde está el estacionamiento. La información fue confirmada por LA NACION por cuatro fuentes diferentes, pero no por el propietario del espacio. “Por el momento, no podemos confirmar ni negar si el predio está a la venta o no. Se sigue analizando el convenio urbanístico que se generó con Ciudad. Respecto de los estudios de factibilidad del suelo, la empresa los hace periódicamente en todos sus predios para estar actualizados”, respondieron desde Nehuente.
La Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos tomó conocimiento de las obras y reaccionó. “En el patrimonio no sólo se protege la pared del edificio sino la parcela donde está implantado y se establece una zona de amortiguación. En un edificio de las características de Santa Catalina, hacer excavaciones u tras obras sería una condena porque la estabilidad de un bien vulnerable estaría en juego. Por eso le mandamos una nota al propietario del inmueble para preguntarle cuáles fueron los permisos que solicitó”, contó Mónica Capano, presidenta de la Comisión.
Preservación y convenio
Anteayer, en una reunión organizada en la Legislatura, un grupo de legisladores escuchó cuáles eran las prioridades pretendidas por la comunidad de Santa Catalina, en una reunión de la que participó el Gobierno de la Ciudad. La comunidad pidió que, cualquiera sea el proyecto final, que se preserve la arqueología del lugar y sus rasgos históricos, por lo que está trabajando un equipo de expertos en el relevamiento de los datos más importantes.
“El Monasterio es una comunidad que quiere ayudar a que las cosas pasen sin conflicto, quiere acuerdos y paz. El microcentro clama por una plaza y el convenio urbanístico es una posible solución. El convenio no nos parecía mal porque se cumplían todos los criterios, pero la zona está mucho más para que se haga una plaza y no se sume otra torre”, analiza una persona ligada al Convento.
“[Queremos que ] cualquiera de las cosas que ocurra en ese predio cumpla con el efecto de proteger el lugar, el monumento histórico, y que se beneficie a la ciudad siempre dentro de lo legal”, agrega.
La posibilidad concreta de que otros cultos se instalen en el lugar con un edificio que cumpla con las normas del Código Urbanístico es concreta porque el propietario del predio estaría ejecutando su derecho de vender la parcela. Aunque para que un templo se instale deben cumplirse ciertas normas ya que los usos de culto deben consultar, en forma obligatoria, al Consejo del Plan Urbano (Copua) de la Secretaría de Desarrollo Urbano. Antes de autorizar proyectos de ese estilo “se mide la intensidad de un uso determinado para que haya un equilibrio en la mixtura”. Y en el caso de San Nicolás, habría dos templos en una misma manzana, ocupando el 85% de la superficie, lo cual no sería visto con buenos ojos.
“La Ciudad tiene la posición de que en ese lugar haya plaza y por eso creemos que el convenio lo resuelve. Creemos que hay otras zonas priorizadas, como en el barrio de Santa Rita, y ya ingresamos un proyecto a la Legislatura con el fin de expropiar. Además, hay un camino intermedio entre la expropiación y la construcción de cualquier cosa: el convenio que se había rechazado”, sostuvo Alvaro García Resta, el secretario de Desarrollo Urbano, en defensa de la propuesta que no había sido avalada.
A pesar de esta postura, que es también sostenida por el grupo de legisladores oficialistas preparados para darle nuevo impulso al proyecto si reciben la orden, desde el Ejecutivo sostienen que no insistirán con el convenio y dejarán “que las cosas decanten por sí solas” con un final abierto por delante.
La Comisión, por su parte, apoya la expropiación solicitada en el proyecto de Basta de Demoler. “Ni playa subterránea ni edificio en altura, sino un lugar que sirva como zona de amortiguación para la seguridad del edificio”, resume Capano.
Las polémicas en torno al predio tuvieron un episodio muy recordado en 2011, cuando el Gobierno porteño de ese entonces autorizó la construcción de un edificio de 60 metros, con seis subsuelos de cocheras, que iba a abarcar todo el frente de Reconquista, desde la avenida Córdoba hasta Viamonte, y que iba a ser lindante en su fondo con la iglesia y el monasterio de Santa Catalina de Siena. Eran, en total, 45.000 m², pero el Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de la ciudad confirmó la nulidad de la resolución que lo había habilitado.
Además del pedido de una plaza pública, en 1976, dos años después del traslado de las monjas catalinas a un nuevo convento en San Justo, se pensó utilizar la manzana para construir allí hoteles de primera categoría, como el Hotel Internacional, que iba a contar con servicios de guardería, bar, confitería, restaurante, peluquería, salón de belleza, agencia de turismo, banco, agencia de cambio, salón de convenciones, pileta, gimnasio, salón de baile, lavandería y tintorería. Era un proyecto pensado para fortalecer la infraestructura previa al Mundial de Fútbol de 1978. Pero nunca llegó a concretarse.