Los surfers del asfalto que buscan adrenalina en las barrancas
Utilizan algunas calles de la ciudad para tirarse en longboard
Claudio Morales es oriundo de Charata, Chaco, pero vive en Avellaneda y practica longboard desde hace dos años en distintos lugares de Buenos Aires, un deporte extremo que atrae a una tribu urbana en crecimiento.
"Todo comenzó cuando con un socio empezamos a interesarnos en deportes de alta performance y encontramos en el downhill longboarding una disciplina nueva que activaba emociones extremas sin necesidad de un motor", cuenta. Así fue como fueron a comprar sus primeras tablas que nada tenían que ver con el formato de altas velocidades.
"Al principio tuve la tabla para pasear y trasladarme de un punto a otro. Mis primeros pasos en esto fueron en la Plaza Mujeres Argentinas, en Puerto Madero. Vi a un tipo derrapando en una de las rampas de esa plaza, con su cuerpo totalmente horizontal al suelo y su pecho a una distancia muy corta del asfalto y eso despertó mi interés", recuerda. Morales quería derrapar, imitar a ese hombre, así que se le acercó y le pidió que le enseñara. Así comenzó todo.
Según Morales, hay muchas bajadas en diferentes lugares de Buenos Aires, pero no son tan accesibles. En la barranca de República del Líbano, atrás de la embajada británica, por ejemplo, siempre suele haber grupos de 20 o 30 personas los fines de semana. Ocurre lo mismo en la Plaza Mujeres Argentinas. Y hay más lugares donde practicar esta actividad. En Belgrano, la calle Deheza, "tiene una pendiente muy pronunciada", dice Claudio. También utilizan la avenida Paraná, en La Lucila. Y en zona sur los riders suelen ir a Gonnet, "a una cantera asfaltada que se encuentra vacía, o a la calle Arana, en Villa Elisa", explica.
El promedio de edad de los skaters oscila entre 20 y 30 años, "pero siempre hay alguno más joven o con más edad. Es lo bueno de esto, depende de lo que quieras hacer y tu nivel de confianza corporal", dice.
Existen varios estilos: freestyle, consiste en hacer trucos de skate en el llano; downhill, implica afrontar una bajada a la mayor velocidad posible; freeride, supone aprovechar libremente una pendiente y realizar derrapes y jugar con ellos durante el recorrido; también consiste en girar con el cuerpo y la tabla a diferentes velocidades; boardercross, es un mix de todo lo anterior, donde en una pendiente con rampas y obstáculos se realizan carreras para ver quién baja más rápido, saltando rampas de altura, trepando peraltes y planos inclinados, todo a velocidad sobre la tabla.
"El longboard nació en California dice Morales-, en los años setenta, cuando los surfistas no tenían olas para desarrollar su deporte. Colocaron patines debajo de tablas de madera para surfear sobre el asfalto."
En cuando a las diferencias con el skate, el longboard es una tabla de mayor longitud, con más trocha entre las ruedas, que son más grandes. Es una patineta de mayor estabilidad y mayor peso, hecha para lograr mayores velocidades que las que se obtienen con un skate estándar. Los implementos profesionales están desarrollados con alta performance para poder lograr un control total sobre la tabla.
Las tablas se construyen de madera multilaminada con resina epoxy. Las extranjeras suelen ser de maple canadiense y las nacionales, de guatambú. Hay algunas de bambú, pero, según Morales, son más raras de encontrar. Los ejes son hechos en aluminio de alta densidad. Y el material de las ruedas es uretano.
"Para sostenerse sobre la tabla se usan lijas autoadhesivas de diferentes grosores de grano, dependiendo de la disciplina", agrega este corredor. Y remata: "A la gente que no conoce, la invito a ver el desarrollo del deporte en los lugares que mencioné, que se acerquen a preguntarnos, charlar, interiorizarse, y ver que esto es un deporte extremo, pero que logra los mismos valores y respeto que cualquier otro deporte más conocido".