Los secretos del misterioso palacio de la familia Belgrano en San Fernando
Pocos saben que, a metros de la Plaza de San Fernando, se levanta desde fines del 1800 un pintoresco palacio de ladrillos rojos con torre neogótica en medio de jardines donde antes hubo caballerizas, huertas y un molino. Se trata del misterioso Palacio Belgrano, una joya del conurbano deshabitada y en ruinas desde hace décadas. En la entrada principal un candado sobre la puerta de madera indica que está prohibido ingresar al sitio que tanto a atrae a vecinos y curiosos, y que da cuenta de la vida cotidiana de la familia Belgrano, sus primeros dueños. ¿Pero quiénes lo habitaron sucesivamente a lo largo de más de un siglo? ¿Por qué está abandonado? ¿Quién fue su arquitecto y por qué eligió ese estilo tan peculiar? ¿Existe algún plan para salvarlo?
Por primera vez la residencia abrió sus puertas a LA NACION para descubrir su historia junto un grupo de vecinos y a los descendientes de los Belgrano, quienes se unieron en la Asociación Amigos del Palacio Belgrano destinada a rescatar del olvido y la desidia la imponente casona.
La casona se encuentra en Sarmiento 1427, tiene 863 metros cuadrados cubiertos y abarca una superficie de 4976 metros cuadrados, casi una manzana completa. Recorrerla es perderse a través de un interminable laberinto: ocho plantas, cinco escaleras y 20 habitaciones. Fue construida entre 1879 y 1882 por el arquitecto Joaquín Mariano Belgrano, descendiente del prócer Manuel Belgrano. Durante 20 años vivió allí él junto a su mujer Josefina Rawson y sus siete hijos. Lo llamó Villa María en honor a su madre, María Villarino Márquez. Pero la construcción carece de inscripción alguna indicando la autoría. "No firmaba sus obras. No le interesaban los laureles. Sin embargo fue un gran erudito y uno de los primeros arquitectos que tuvo la Argentina", cuenta Marcos Belgrano, su bisnieto.
Joaquín se formó en París, fundó la Sociedad Central de Arquitectos, y creó 15 escuelas palaciegas a lo largo del país, entre un total aproximado de 35 obras privadas y estatales. "Continuamente volvería a Europa, por eso aún encontramos en el vestíbulo central un mural de mayólicas de Delft del artista holandés Cornelis Springer", agrega Victoria Inés Belgrano, tataranieta del arquitecto.
Para ella urge salvar no solo la construcción sino también los elementos patrimoniales que aún conserva. Todo fue traído de Europa: techos de pizarra negra francesa, escaleras de mármol de Carrara, pisos venecianos y de Eslavonia, boiseries y vitraux.
Gracias a que el arquitecto fue uno de los primeros aficionados a la fotografía, la familia posee un antiguo álbum del siglo XIX con imágenes de la vida en el palacio. Ostentaban la biblioteca más importante de su tiempo, con más de 5000 volúmenes de libros de arte y arquitectura, tal como lo muestran las imágenes. Además tuvo una carrera militar lo cual influiría en las características de la obra, especialmente la monumental torre, gracias a la cual fue considera la construcción más alta de San Fernando.
Patrimonio arquitectónico
La residencia se encuadra dentro una serie de viviendas privadas emblemáticas de la provincia de Buenos Aires, destaca el libro Patrimonio Arquitectónico Argentino, Tomo III, de la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos. El estilo corresponde al "Eclecticismo Historicista finisecular, combinando elementos del Neorenacimiento y del Neogótico", se explica. De ahí la torre asimétrica como toque pintoresco y los paños de ladrillos que se alternan con referencias medievales en dinteles, hastiales y portada.
Villa María y el Palacio San Souci son los dos únicos testimonios que perduran de la época cuando San Fernando era el sitio de veraneo de las elites porteñas. Contaba con una novedad en su tiempo: sanitarios. Tuvo caballerizas, un molino y un vivero donde cultivaban todo lo que consumían, con lo cual vivían de manera autosustentable. El parque también fue diseñado por Belgrano con eucaliptus, cedros, tipas y palmeras africanas que aún sobreviven constituyendo el pulmón verde de la zona.
Joaquín murió en París, en 1901, a los 46 años. Su mujer vendió la vivienda a un matrimonio amigo, el de Rómulo Otamendi y Matilde Carballo, quienes la usaron como casa de fin de semana durante 10 años. Al fallecer su hija enferma y luego su mujer, Otamendi se quedó solo y la donó a la Sociedad de Beneficencia de Buenos Aires la cual convocó a las hermanas de la Congregación de los Santos Ángeles Custodios de Bilbao para hacerse cargo del lugar. En 1936, se disolvió la Sociedad de Beneficencia y terminó la labor de la Congregación en la residencia para pasar a manos a del Estado.
Primero perteneció al Instituto Estela Otamendi del Consejo Nacional del Menor y la Familia y, a partir del 2000, a la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Allí comenzó el abandono y el vandalismo sistemático, que incluyó un incendio en la tercera planta en 2017, cuando fue intrusado. En el lugar se aprecia un edificio anexo al palacio utilizado como escuela donde perduran dibujos infantiles.
El año pasado, por Decisión Administrativa 317/2019, se puso a disposición de terceros los terrenos, excluyendo la "nuda propiedad", amparándose en la figura de derecho real de superficie. Es decir, esta casa junto a otras como la de Mansilla en Belgrano, serían concesionadas a privados por un lapso de 70 años para que las recuperen y las destinen a actividades comerciales gastronómicas, turísticas o culturales. Sin embargo, en las últimas horas, la Agencia Administración de Bienes del Estado entregó en custodia provisoria al Municipio de San Fernando el inmueble.
La Asociación Amigos del Palacio Belgrano, de la cual también participa el arquitecto Hugo Kliczkowski Juritz, está convocando al municipio, a la AABE, a la Sociedad Central de Arquitectos y a la Comisión Nacional de Monumentos a los fines de "reunir actores para presentar un plan de puesta en valor y fundar en el solar el primer centro cultural en Zona Norte integrando un corredor, prescindiendo de financiación estatal", señalaron los descendientes.
Cualquier intervención deberá tener en cuenta las normas que la amparan ya que fue declarada Bien Patrimonial del Estado por Ordenanza Nº 7293/99 y, además, al ser una vivienda de más de 50 años está protegida por el Decreto 1063/82, con lo cual antes de realizarle alguna modificación se debe consultar a la Comisión Nacional de Monumentos.