Legislar la prohibición total es caer en un profundo error técnico
Ya nos hemos cansado de decir que declamar el "alcohol cero" puede tomarse como algo simbólicamente positivo si después existe una tolerancia distinta de cero, dada la imposibilidad técnica de legislar el cero absoluto, tal como sucede en Brasil o Colombia.
Para medir el grado de alcohol en sangre se necesita de un aparato llamado etilómetro. Este instrumento de medición tiene su propio margen de error, por lo que la posibilidad de hablar de cero absoluto no existe. Además de eso, hay distintas circunstancias que hacen que una persona pueda arrojar una mínima presencia de alcohol en sangre sin haber bebido ni una sola gota de bebidas con alcohol; por ejemplo, aquellos que tuvieron un ayuno prolongado o los que están tomando cierto tipo de medicamentos.
En Córdoba y Salta, llevados por los resonantes casos de siniestros de los últimos años en los que los conductores estaban alcoholizados muy por encima del límite legal, modificaron sus leyes provinciales y establecieron como límite cero alcohol en sangre al conducir, sin ningún tipo de tolerancia.
Cuando se le pregunta al ciudadano promedio si está de acuerdo con reglamentar la alcoholemia cero, la mayoría responde que sí, pero ese ciudadano medio desconoce algunas de las cuestiones que aquí explicamos.
Sin embargo, que un legislador escriba un proyecto de ley y lo defienda en la cámara sin tener ningún tipo de estadísticas en las que pueda basarse ni legislación comparada exitosa, sólo con el argumento de que está mal beber antes de conducir, resulta poco serio.
Sería interesante comprender mejor en qué se basa ese proyecto. ¿Será en los siniestros en los que los conductores triplicaban o cuadruplicaban los límites actualmente establecidos?
Declamando el alcohol cero no vamos a obtener ningún resultado positivo. En el mejor de los casos, habrá controles inútiles que sancionarán a gente que maneja con 0,2 gr de alcohol por litro de sangre, lo que no le va a hacer ahorrar un solo siniestro ni una sola víctima.
En el Observatorio Vial Latinoamericano, consideramos que la mejor forma de reducir la cantidad de siniestros cuyos responsables son personas alcoholizadas al volante es educar, concientizar y controlar.
Si quieren llamar ley seca a un excelente plan de controles, actividades de concientización y a brindar educación, sobre todo a los adolescentes, en lo que significa el riesgo de beber y conducir, estamos todos de acuerdo. Esto ya lo hicieron en muchos países, y funcionó muy bien. Pero legislar la tolerancia cero es caer en un profundo error.
Presidente del Observatorio Vial Latinoamericano