Las leyendas urbanas invaden Buenos Aires
Los barrios porteños esconden mitos que circulan y se agigantan en la boca de quienes los relatan, como el del colectivo satánico o los fantasmas de Borges
A la noche, tarde, en el bar La Orquídea, se escuchan cosas raras. Y no porque el mozo ronque o alguien suba el volumen de Crónica TV. Se oyen historias extrañas porque hablan de un colectivo satánico que surca Parque Chas, de sirenas que cantan en las profundidades de La Boca y de las medidas de precaución más aconsejables en caso de toparse con los fantasmas de Borges o de Evita.
La única especie sobreviviente del desaparecido mercado de flores de la calle Acuña de Figueroa, pleno barrio de Almagro, está en el nombre del bar. Sobre la avenida Corrientes, en la esquina opuesta al recuerdo del mercado que hoy es parte de una inmensa iglesia evangélica, se ubica este hogar al paso de noctámbulos e intelectuales (Martín Kohan, Américo Cristófalo, Leonardo Moledo), café notable por derecho propio y refugio durante 24 horas de todo tipo de prófugo. Los cuatro cincuentones de la mesa de al lado parecen señores muy normales, pero parecer normal a las 3 de la mañana es lo menos normal del mundo. Como la áspera conversación que los reúne. "Dicen que el enano vampiro está en Flores y nunca pasó por Almagro; de acá es Xavier, el mimo zombie", dice uno. "¡Qué va a estar en Flores! El enano vampiro salió de la cancha de San Lorenzo, pero luego lo vieron por acá, en Guardia Vieja", corrige otro, que por culpa de los nervios se afloja el nudo de la corbata. "¿No te confundirás con los albinos telépatas?", tercia el más viejo del grupo. "No, los albinos son rusos, ¡el enano vampiro es húngaro! –grita el nervioso, convencidísimo, y ya con la corbata en la mano–. ¿Por qué me vienen con que éstos son de Flores o Caballito? ¡Son de Almagro, viejo!"
¿Enanos vampiros en Almagro? ¿Albinos comunistas que leen los pensamientos? ¿Mimos zombies que esperan a la vuelta de la esquina? Un rato antes, los cuatro amigos discutían sobre el caso de las palomas asesinas de Congreso. Según contó el más viejo, poco antes de la caída del gobierno de De la Rúa apareció un hombre muerto a picotazos en la plaza de los dos Congresos. La autopsia determinó que la razón de los picotazos en sus brazos y piernas habría sido el maíz desparramado junto a su cuerpo sin vida, "pero cualquiera sabe que el hombre es capaz de manipular a las palomas –se escuchó en La Orquídea–. La paloma mensajera es un ejemplo. En tiempos de crisis, esos experimentos se ponen en práctica. En un libro leí que lo del tipo muerto en la plaza fue una prueba. El verdadero objetivo era De la Rúa".
La conversación pasó rápidamente del golpe de Estado de las palomas a la más reciente aparición del fantasma de Evita (dos meses atrás, en lo que queda del Palacio Unzué), las dudas acerca del doble de Borges que escribe en bares de Palermo y, tras unos comentarios sobre el galeón del siglo XVIII encontrado en Puerto Madero, alguien recordó, entre risas, al colectivo satánico de Parque Chas y a la sirena de La Boca. Luego otro mencionó al enano vampiro y ahí el hombre nervioso se sacó la corbata. A medida que el volumen de la charla aumentaba peligrosamente, por defensa propia o algo parecido me aislé en mis propios pensamientos. Y ahí recordé que sí, que una vez en Almagro me había encontrado con un mimo llamado Xavier. Habrá sido hace al menos 15 años. Me habían invitado a un cumpleaños en Salguero y Corrientes, y cuando salí lo vi en la esquina. Corría a los colectivos, imitaba a los paseantes, jugaba con los niños; era muy alto y desgarbado, y saltaba con una energía divertida y contagiosa. ¿Se habría convertido en zombie antes o después que me dio su teléfono? ¿Y de verdad sería él?
No parecía fácil saber si el Xavier zombie era el mismo que alguna vez había divertido a los vecinos de la calle Salguero; lo que sí estaba claro era que tanto él como el enano vampiro y las palomas golpistas pertenecían al inquietante mundo de las leyendas urbanas. Para averiguar más sobre el asunto cité a los especialistas Víctor Coviello y Guillermo Barrantes, reconocidos cazafantasmas que dibujaron el inventario sobrenatural porteño en la serie de libros Buenos Aires es leyenda. Me encontré con Barrantes en la confitería Il Gatto de la avenida Corrientes; era uno de los tantos días del paro de subtes, y Coviello me llamó antes para avisar que tardaría en llegar. Como la ansiedad impuso su ley, la entrevista comenzó apenas Barrantes se sentó a la mesa. ¿Detrás de los mitos hay una historia real? "Yo cambiaría la pregunta –dijo–. En lugar de buscar la realidad que incluye el mito, me preguntaría si la historia que cuenta el mito es atractiva. Uno piensa que la fuerza del mito urbano es que se basa en algo verdadero, y que va a permanecer si su base es real. Pero no, no es así. No importa que sea verdad; importa que resulte interesante."
–¿Y por qué hay tantas leyendas urbanas en Buenos Aires?
–Yo creo que por dos cosas. Una, que cada barrio es como un país: tienen su propia idiosincrasia e identidad, y los mitos urbanos son parte de esa identidad. Cada barrio tiene seres sobrenaturales a la medida. En Palermo, zona elegante, está el fantasma de Borges; en Versalles, un lobisón. Por otro lado, el porteño es exagerado, siempre quiere tener la mejor historia. Sabe todo de todos; y lo que no sabe, lo inventa. A veces las leyendas parten de una noticia, y alrededor se tejen versiones. ¿Y qué hace el porteño? Escucha y se queda con la más interesante. No le importa la verdad, le importa ser el que tenga la mejor versión de esa historia cuando la vaya a contar.
Las palabras de Barrantes me dejaron con más preguntas que respuestas. En el tercer volumen de su serie encontré un capítulo dedicado al "mimo zombie" de Almagro. Y en el prólogo, los autores cuentan el mayor desafío que enfrentaron: el mito urbano del "cazador-cazado" que los tiene como protagonistas. Un día, mientras investigaban otros asuntos, les llegó un e-mail. "Mis amigos dicen que sólo uno de ustedes dos existe –dice ese e-mail, citado en el libro–. O Barrantes o Coviello, el otro es un invento. Por eso no se los ve juntos. Barrantes / Coviello es una sola persona". Hoy sé que ese e-mail es una prueba de los rumores que construyen las leyendas. Lo que no sé es cómo tomar que a aquella entrevista haya llegado sólo uno de los dos.
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