Las calles de Belgrano fueron un río
Una copiosa tormenta volvió a desbordar el arroyo Vega; también afecto a Palermo, entre otros barrios; cayeron 19 árboles y unos ochenta semáforos dejaron de funcionar; además se repitieron y mantuvieron los cortes de energía eléctrica
Otra tormenta fuerte. Y otra vez la inundación. La lluvia fue ayer el detonante de un nuevo colapso para la ciudad. Calles bajo un metro de agua, subtes y trenes interrumpidos, cortes de luz y semáforos que no funcionaban fueron el broche de una semana que quedará en la memoria de los porteños. No les será fácil olvidar cinco días de temperaturas infernales, con la acumulación de toneladas de basura en las calles y apagones en varios puntos de Buenos Aires.
Un intenso temporal de lluvia y viento azotó la ciudad y su área metropolitana desde el mediodía de ayer. En tres horas cayeron 75 milímetros de lluvia que desplomaron los termómetros más de diez grados e hicieron que varias calles de Belgrano, Palermo y Villa Crespo se convirtieran en ríos.
Fue una de las tormentas más anunciadas de los últimos tiempos. Desde temprano el Servicio Meteorológico Nacional lanzó una alerta por tormentas severas, con fuerte actividad eléctrica, ráfagas y caída de granizo para Buenos Aires y ocho provincias: Córdoba, Entre Ríos, La Pampa, La Rioja, Mendoza, San Juan, San Luis y Santa Fe, el Río de la Plata y el área marítima adyacente.
El aviso fue reiterado por las autoridades porteñas. Pero de poco valieron las advertencias. Una vez más, Belgrano y Palermo fueron los barrios más afectados.
Cuando el agua superó el metro de altura, en las zonas críticas se interrumpió el suministro eléctrico. Y la fuerza de la correntada arrastró autos y complicó la ya castigada situación de vecinos que no se habían recuperado de la inundación que los tapó 12 días atrás. Otra vez las imágenes del naufragio porteño llegaron de la mano de los gomones con los que los bomberos tuvieron que asistir a los damnificados.
En Cabildo y Blanco Encalada, desde allí hasta 3 de Febrero y en La Paz y Olazábal, la situación fue crítica. También hubo anegamientos en calles de Villa Ortúzar, Barrio Norte, Retiro, Núñez, Villa Urquiza, Villa Crespo, Colegiales, Caballito. La tormenta cruzó las fronteras de la ciudad y anegó zonas de Avellaneda, Munro y Florida.
Con el agua a una velocidad incontrolable y bolsas de basura que pasaban flotando, la corriente parecía un río con olas. Algunos vecinos se encerraron detrás de las compuertas de metal; otros lucharon contra la entrada de agua como pudieron.
Los comerciantes desvestían a sus maniquíes y tiraban al piso las prendas para intentar detener el agua. Hubo ásperas discusiones cuando algunos vecinos en Cabildo y Blanco Encalada, provistos de palos y hasta martillos, intentaban evitar que colectivos y autos generaran más oleaje. Otra vez, Buenos Aires fue la ciudad de la furia.
El subsecretario de Emergencias porteño, Néstor Nicolás, dijo a LA NACION que la tormenta provocó la caída de 19 árboles y ramas grandes, además de la voladura de tres marquesinas y carteles. Sin que se registraran víctimas, aclaró. Unos 600 empleados de los ministerios de Justicia y Seguridad y de Ambiente y Espacio Público, precisó, para atender las secuelas de la fuerte lluvia.
Las primeras señales del agua se registraron antes del mediodía en las localidades bonaerenses de Luján, Cañuelas, Moreno, Ituzaingó, Pacheco y Pilar. En su paso por el territorio bonaerense, la tormenta anegó algunas calles, pero fue benévola: no hubo evacuados ni desbordes de ríos. Sin embargo, la intranquilidad volvió a Luján, donde el agua avanzaba de nuevo.
En el asfalto porteño, el agua fue menos piadosa. Según datos del Servicio Meteorológico Nacional, hasta las 17 habían caído 75,5 milímetros. Poco menos de la mitad llovió en apenas una hora, entre las 12 y las 13.
La lluvia también tuvo sus consecuencias bajo tierra. La línea C del subte estuvo interrumpida, la D no se detenía en la estación Scalabrini Ortiz y hubo demoras en la línea B.
Los trenes tampoco fueron ajenos a la debacle: la línea Urquiza estuvo limitada entre Lacroze y Campo de Mayo porque se inundó la estación Sargento Cabral, y el ferrocarril Mitre funcionó con un servicio reducido entre Retiro y Migueletes.
Como coletazo de un conflicto gremial que sigue dejando rastros, algunas esquinas de Belgrano, Palermo, Barrio Norte, el centro y San Telmo amanecieron cubiertas de bolsas de residuos. Después de seis días de problemas en la recolección, ayer se especulaba con que tanta basura acumulada jugó un papel fundamental para provocar tamaña inundación.
Hace una semana nada más, las autoridades de la Ciudad argumentaron que hasta que no se realicen las obras del arroyo Vega no se podrán solucionar los inconvenientes que se desatan cada vez que llueve, que ayer quedaron agravados por las parvas de bolsas de basura que aún no fueron recogidas.
Pasadas las 16, cuando bajó la intensidad de la tormenta y el agua comenzó a escurrirse, se repetían las escenas de vecinos sacando el agua de sus casas y comerciantes tratando de recomponer sus negocios.
No fueron días fáciles para los porteños. Agobiados por temperaturas superiores a los 35°, respirando olores nauseabundos en las calles, muchos no habían salido del enorme apagón que dejó a oscuras a gran parte de la ciudad en la tarde del miércoles. Algunos sectores de Villa Urquiza, Caballito, Congreso, Boedo, San Telmo, La Paternal, Flores, Villa Urquiza, Belgrano y Palermo seguían ayer sin energía eléctrica y, otros, sin agua. Sin contar los que se quedaron sin luz por causa de la lluvia.
En medio de la tormenta, los cortes de energía eléctrica apagaron ayer 83 cruces de semáforos en Belgrano, Palermo, Balvanera, Saavedra, Villa Urquiza, Colegiales, San Telmo, Monserrat, San Nicolás, Retiro y Caballito. Algunas horas más tarde, todavía quedaban por normalizar 13 cruces.
Un segundo chaparrón, cerca de las 19, complicaba el regreso a casa de muchos. Demoras en los principales accesos a la ciudad y un tránsito lento que sumaba otra dosis de malestar al castigado humor de los porteños. Después de un calor de averno, sin luz ni agua, ahora inundados y con problemas en el transporte público... Malos días para Buenos Aires.
Del editor: cómo sigue.