La planta de basura creada por vecinos que busca ser pionera en la provincia
Es el principio del fin de una prueba piloto que reúne de todo: sueños, deseos, ansiedad y expectativas de decenas de familias que descubrieron en los altos volúmenes de basura que registra el Reconquista un anzuelo para salir adelante y también la posibilidad concreta de salvar un río que durante décadas atestiguó sus carencias y privaciones en silencio.
De ese primer gran paso, que se traduce esta semana en la puesta en marcha de una pequeña planta de reciclaje montada a pulmón por vecinos de La Garrote-un predio vulnerable de 13 hectáreas emplazado en el extremo sureste del Partido de Tigre- los separan apenas 48 horas.
Un cartel artesanal, con la leyenda "Otro ciruja", da la bienvenida al espacio, mientras se afinan algunos detalles para dejarlo listo, entre paredes blancas y azules intercaladas y techos de paja sostenidos por vigas de madera. El ambiente es ameno, similar al de una cabaña rústica perdida en la montaña, y la impronta de los carreros, encargados de llevar la tarea adelante, se percibe aún antes de empezar. Por momentos, el lugar, incluso, aísla a los presentes de la suciedad, la contaminación y las enfermedades asociadas a la postal cotidiana que se tiene al salir de allí.
Entrenamiento y compromiso verdes
Hace meses que los carreros, acostumbrados por décadas a transportar basura con la ayuda de sus caballos, entrenan en procesos de recolección, separación y acopio de materiales reciclables en calles castigadas de la ribera e inculcan lo aprendido a otras familias, siempre con la intención de que que el efecto contagio multiplique los esfuerzos y los resultados de sanear el Reconquista se consigan cada vez más rápido. En este contexto, no sorprende que ese mismo grupo sea el anfitrión de la planta que abrirá el sábado y comparta, locro mediante por el 25 de mayo, con otros vecinos el inicio de una iniciativa que busca ser pionera en la provincia.
La basura y lo que hacemos con ella son manifestaciones de lo que somos como personas. Y la basura separada representa, en este caso, un plato de comida para los carreros
"A partir de este fin de semana, con la inauguración, arranca la planificación del retiro de residuos por las casas de La Garrote, para el reciclado o para su disposición final", confirma a LA NACION Carolina Casares, directora ejecutiva de la ONG Proyectar y una de las ideólogas de Barrio Limpio, el programa creado para ofrecer una respuesta complementaria a la tradicional recolección de residuos sólidos urbanos en asentamientos ilegales.
El espíritu del proyecto -enfocado en lograr que los vecinos se reinserten al entorno social y urbano mientras reciben $10 por cada kilo de basura que recogen- descansa principalmente en que son los propios habitantes quienes se organizan en cooperativas, se empoderan y se encargan del material reciclable, coordinados por promotores ambientales (los carreros) que velan por la correcta separación en origen, es decir, en húmedos y secos.
"Es un programa que sensibiliza mucho porque se trabaja con personas que estuvieron olvidadas durante muchísimo tiempo y tienen todo tipo de carencias y necesidades. Uno no sabe por dónde empezar y cree que por momentos es imposible. Pero cuando se ve la fuerza que ponen los carreros y que entre sólo cuatro hicieron la planta, nos quedamos boquiabiertos por las ganas que tienen de salir adelante", cuenta emocionada Casares. Y enseguida completa: "Trabajar con la basura es muy simbólico. La sensación es que sanamos como personas cuando no nos enojamos por lo que nos toca. Gestionamos y seguimos pese a las contras, y ahí generamos un impacto positivo. La basura y lo que hacemos con ella son manifestaciones de lo que somos como personas. Y la basura separada representa, en este caso, un plato de comida para los carreros".
A medida
La metodología que propone Proyectar, en conjunto con el Colegio de Psicólogos de Buenos Aires y la carrera de Trabajo Social de la UBA, no descansa en fórmulas mágicas ni probadas en otras provincias, sino en diseños y desarrollos ajustables a la realidad. Eso explica por qué el puntapié inicial lo dio un crudo diagnóstico que expuso los riesgos de salud que enfrenta en el corto y largo plazo la población del Reconquista y de La Garrote concretamente, y luego todo lo que vino después, para poder operar en etapas en barrios vulnerables y asentamientos de emergencia.
Así, durante el verano, se pensó cómo acondicionar el lugar para el acopio como parte del proyecto piloto y se gestionó la creación de una cooperativa.
Cinco meses después y cerca de abrir la primera planta, Casares detalla que hoy se mantienen las capacitaciones a carreros, los grandes aliados en esta tarea ("la idea es poder llevarlas al interior del barrio de su mano") y persiste la necesidad de sumar un vehículo, un camión chico o una moto con trailer atrás, para completar el circuito de reciclaje previsto.
"Queremos llegar a que 900 familias de La Garrote separen en origen y continuar con el barrio vecino y así sucesivamente. Apuntamos a armar un modelo para replicarlo en otros asentamientos de la cuenca, la segunda más contaminada después del Riachuelo, que hoy rondan los 437", concluyen desde Proyectar.