La Luna roja, atracción en la Argentina y en todo el mundo
Anoche, unas 5000 personas estuvieron en el Planetario para ver el fenómeno; no se repetirá hasta 2033
Con una temperatura agradable y cielos despejados, unas 5000 personas asistieron anoche, en los terrenos que rodean el Planetario de la ciudad, al espectáculo cósmico que ofreció el "supereclipse" de Luna. "Nunca vimos una multitud así", se sorprendió ayer la directora del Planetario, Lucía Sendón.
Raúl fue uno de los que se acercaron al lugar desde Florencio Varela, junto a su esposa y su hija. "Soy un aficionado a la astronomía", decía, mientras instalaba un trípode con una cámara para fotografiar el momento, que el cielo nublado de la noche amenazaba con impedir. Sin embargo, cerca de las 22, las nubes se disiparon y dejaron ver una luna bien llena, inmensa.
El evento astronómico comenzó a advertirse con mayor claridad minutos después de las 22, cuando la enorme luna llena (una "superluna", que se vio alrededor de un 14% más grande debido a que se encontraba en el punto de su órbita más cercano a la Tierra, el perigeo, a "sólo" 357.000 kilómetros de distancia) ya estaba zambulléndose en la sombra que proyecta la Tierra.
Mientras tanto, en el Planetario, sonaba música de Los Beatles, como la canción "Day Tripper", que se iba alternando con las explicaciones que Sendón y su equipo daban sobre lo que sucedía en el cielo. Seis telescopios se instalaron en los alrededores para que los asistentas pudieran ver lo que sucedía. Uno de ellos estaba conectado a una pantalla gigante en la que se podía ver a la Luna en primer plano.
A las 22, ubicada a casi 40° de altura sobre el horizonte del Nordeste, ingresó en la "umbra", la parte central del cono de sombra terrestre. Minuto a minuto, la sombra la fue cubriendo y le fue quitando un "mordisco" oscuro cada vez más grande al disco circular del satélite natural.
Agostina, de 26 años, fue otra asistente al evento. "Me enteré por Facebook y quise estar porque esto es algo que no se va a ver en mucho tiempo", comentó la odontóloga, que había llegado desde San Miguel.
A las 23.11, ya a casi 50 grados sobre el horizonte, la Luna quedó completamente sumergida en la umbra terrestre, al iniciarse la fase de la "totalidad" del eclipse. Pero el momento central y más espectacular fue el que llegó minutos antes de las 0, ya totalmente sumergida en la sombra terrestre y brillando en un tono rojizo anaranjado por el que los astrónomos le pusieron el apodo de "luna de sangre". Esa tonalidad se debe a que la atmósfera terrestre refracta sólo parte de la radiación solar hacia el interior del cono de sombra, precisamente las longitudes de onda correspondientes al rojo y el naranja, que es el color que adquiere la Luna.
En esta oportunidad, la "totalidad" del eclipse fue especialmente larga: duró 1 hora y 12 minutos. El show entró en su etapa final pasada la medianoche, cuando la película comenzó a verse al revés de como había empezado. Poco a poco, la luz solar fue llegando nuevamente al disco lunar y devolviéndole su característico color plateado. Después de la 1.30, llegó el punto final del eclipse.
En Córdoba, poco antes de las 21, balcones, terrazas y plazas se convirtieron en los lugares elegidos por los cordobeses con sus celulares y cámaras fotográficas para tratar de lograr una imagen de la Luna roja.
La mayor convocatoria fue en el Observatorio Astronómico, que a esa hora abrió para compartir charlas, música y visitas guiadas acompañando el fenómeno.
Durante más de tres horas se pudo admirar la perfecta coreografía de las esferas celestes, un espectáculo maravilloso. Para ver otro eclipse total de Luna desde estas latitudes habrá que esperar hasta el 27 de julio de 2018.
El mundo, maravillado con el fenómeno
- El eclipse total, que duró más de una hora, se pudo ver no sólo en América del Sur, sino también en América del Norte, Europa, África y Asia occidental.
- En Europa, con la diferencia horaria, la acción se produjo antes de la llegada de la madrugada. Así, el eclipse se pudo ver en Rusia, Francia e Inglaterra.
- En el Observatorio Griffith de Los Angeles, en los Estados Unidos, el fenómeno se vivió al son de la sonata Claro de Luna,' de Beethoven. En la NASA, en Cabo Cañaveral, hubo pantallas gigantes para no perderse el espectáculo.
Del editor: por qué es importante.