La luna, protagonista de un clásico festival en el Barrio Chino
Miles de personas celebraron ayer con danzas y comidas típicas en las calles de Belgrano
"Encontré esta fiesta en Facebook y vine. Me pareció interesante porque es una forma de acercarse a una cultura desconocida", dijo Celina Díaz Melo, de 24 años. Al igual que ella, miles de curiosos se acercaron, ayer, desde las 12 hasta las 21, al Barrio Chino, en Belgrano, para participar de la 4ta. edición del Festival de la Luna, una de las celebraciones más importantes de la cultura oriental.
Según la tradición, el décimo quinto día del octavo mes lunar es el mejor momento de todo el año para mirar la luna más llena y brillante y para celebrar la temporada de cosecha.
Por eso, ayer, las calles Arribeños, Mendoza y Olazábal se plagaron de pequeños puestos que ofrecían tempuras y dulces como el pastel de luna (una especie de bocadito con diferentes rellenos), músicos callejeros y hasta de tarotistas.
"Nací en China y hace 15 años que vivo en la Argentina. Este día es muy especial para nosotros porque la luna está llena y el círculo, en nuestra cultura, es el símbolo de lo perfecto. Esta celebración es como la Navidad de los cristianos", dijo Ying Liu, mientras atendía su pequeño puesto de venta de abanicos. Llevaba un vestido rosa pálido con pequeñas flores bordadas a mano. "Me encanta la cultura tradicional China y quiero que la gente la conozca", agregó.
Una de las grandes apuestas de esta edición fueron los números artísticos. En un pequeño escenario, ubicado en la esquina de Arribeños y Mendoza, desfilaron más de 250 artistas que interpretaron diferentes disciplinas orientales como Kung Fu, Tai Chi y danzas como las del Dragón y el León. También hubo espacio para que artistas argentinos interpretaran canciones tradicionales de China y que sus pares chinos lo hicieran con algunos tangos.
"En el colegio aprendí a hablar chino y me gusta mucho la cultura del país. Es la primera vez que participo de esta fiesta y me siento muy querida y valorada por la comunidad", señaló Marina Piscione, alumna de la Escuela Escocesa San Andrés y la ganadora del concurso internacional Puente Chino, en el que, a través de diferentes destrezas, estudiantes de las escuelas secundarias de la ciudad demuestran el dominio de la lengua y la cultura china. Gracias a su habilidad con el idioma, fue premiada con una beca para estudiar seis meses en el país asiático.
Detrás del escenario, en una de las calles peatonales, una marioneta que simulaba un dragón y que era movida por diez personas, "bailaba" al compás de platillos y tambores. "Esta danza se hace en todos los negocios y supermercados para el buen augurio y la felicidad", indicó Alfredo Marcelino Escalante, profesor de la escuela de artes marciales Choy Lee Fu, mientras dirigía a sus alumnos. Al dragón, se le sumaron dos marionetas de leones y la danza se trasladó desde la vereda hacia el interior de uno de los supermercados. El espectáculo se repitió en cada uno de los comercios de la cuadra.
Una de las novedades de esta edición, organizada en forma conjunta por las comunidades y la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Ciudad, fue la participación de los comercios de la zona y un patio gastronómico que se ubicó sobre las calles peatonales.
"Lo que más se vende es la salchicha frita. Eso les encanta a los chicos", dijo Lin Yuan mientras atendía su pequeño puesto. Nació en Taiwán pero hace 24 años que vive en la Argentina, junto a su esposa y sus dos hijos.
Hace cinco años que Elena Zhu, de 24 , vive en el país. Mientras arreglaba los cartelitos que indicaban los diferentes rellenos de sus pasteles -desde coco hasta porotos- comentó: "Me gusta la Argentina pero extraño a mi país. En China, para esta época, todas las familias se juntan y festejan en una cena. También aprovechamos y contemplamos la luna". Y de eso se trató, de homenajear al astro.
Un origen femenino
Una de las leyendas chinas que explican el origen de la luna se vinculan a la historia de Chang E, la curiosa esposa de Hou Yi. Por egoísmo, la joven tomó el elixir o píldora de la inmortalidad, que una diosa le había dado a su esposo, y desde entonces se encuentra desterrada en su Palacio de Cristal en el único satélite natural que tiene la Tierra.