La Gran Buenos Aires, cohesión, identidad y destino
Es muy bueno que los porteños nos preguntemos sobre nuestra cohesión con la Metrópolis, la Gran Buenos Aires, esa comunidad (¿comunidad?) de quince millones de argentinos que vivimos al interior de la Ruta provincial número 6 (Zárate, Cañuelas, La Plata) y el Río de la Plata. Por eso celebramos la iniciativa sostenida por la Oficina Metropolitana del Gobierno de la Ciudad en explorar la cohesión social de la Región Metropolitana.
¿Quién no tiene un primo en el Gran Buenos Aires? Sin embargo los porteños nos sentimos diferentes, nos da cosa "ir al conurbano" y los que se mudaron a Provincia fueron a vivir, en general, a espacios de "no ciudad" como son las urbanizaciones cerradas.
Cuando en el interior se dice que Dios está en todas partes pero atiende en Buenos Aires la referencia es a la Capital Federal, pero cuando un bonaerense sale al exterior dice vivir en Buenos Aires aunque sea de Avellaneda o Marcos Paz.
El fútbol y el tango nos amalgaman, por lo que pareciera que torneos y firuletes son buenos para coser identidad y reforzar la cotidianeidad de los tres millones de bonaerenses que todos los días circulan por la CABA y que, junto a otros empleos, ocupan más del sesenta por ciento de una cadena de valor con cabecera en la misma: la del turismo, el esparcimiento y la gastronomía.
En el terreno de percepciones socio culturales los porteños aparecemos como los hermanos ricos del aglomerado y nótese, de un aglomerado donde las evidencias empíricas muestran extremos de riqueza y pobreza escandalosos exhibiendo una exclusión social aguda muy alarmante en términos de convivencia. Al respecto creemos que ayudaría mucho una mirada inteligente sobre gasto público y nivel de ingresos en la CABA y el GBA.
De todos modos, y sin perjuicio de tensiones identitarias, los metrobonaerenses de ambos lados de la General Paz y el Riachuelo nos preguntamos: ¿Es bueno vivir y convivir en esta enorme urbanización? ¿Tenemos más oportunidades, futuro laboral y calidad de vida que en otros lados? En un planeta donde la vida definitivamente es urbana ¿sirve vivir en una metrópolis tan grande? ¿Qué costos pagamos en salud y en bolsillo? ¿Es sano viajar como viajamos? ¿No se inundará nuestra casa en la próxima lluvia?
Las respuestas no son fáciles pero la memoria ayuda. Cuando Buenos Aires tuvo rumbo e identidad nos fue mejor y, más allá de las calificaciones del proyecto de país en cada momento, cuando fuimos puerto exportador o fuimos cabecera de la industria liviana el funcionamiento comunitario fue más armónico. El imperio del libre mercado y la motorización desenfrenada de fin de siglo incentivó la fragmentación social y los embotellamientos, tanto vehiculares como sectoriales.
Hacemos votos para que el futuro que aspiramos para la Gran Buenos Aires como Capital Latinoamericana del Conocimiento y la Diversidad le devuelva armonía, entre otros, a los quehaceres productivos, a los usos del suelo, a la racionalidad de los grandes flujos metropolitanos, a la seguridad de las personas … en una palabra: a la calidad de vida.
*El autor es presidente de la Fundación Metropolitana.
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