El pasaje Ruperto Godoy, en Flores, es el epicentro de este paseo foodie que multiplicó las propuestas y atrae a un público cada vez más amplio
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Los caracteres en coreano de la señalética vial del pequeño pasaje Ruperto Godoy, en el barrio de Flores, dan una pista: por esas cuadras se puede acompañar el café con leche del desayuno con un pan relleno de porotos negros dulces o bien probar una hamburguesa con kimchi para la hora del almuerzo.
Fabril y febril, la zona se posicionó en las últimas décadas como la extensión hiperactiva del desarrollo textil de la zona de Once. Entonces la comunidad coreana, históricamente dedicada al rubro de la indumentaria, se desplazó hacia allí. Y con ellos llegaron sus restaurantes, que en los últimos años se fueron modernizando y abriéndose al público porteño —aunque en algunos locales aún es difícil interactuar en español—.
De la comida reservada de la abuela a la interpretación joven actual, en cuanto los nietos de la comunidad pusieron manos a la obra comenzaron a llegar los locales gastronómicos que no tienen mucho que envidiarle a Palermo. Tanto que hay quienes hablan del Soho koreano.
Con fuerte presencia en la callecita peatonal Ruperto Godoy y las que la rodean —Felipe Vallese, Cuenca, Helguera y Páez—, los locales gastronómicos se abren entre casas bajas, árboles y decenas de locales de indumentaria. Por delante de ellos desfila la enorme cantidad de personas que bajan de ómnibus y acuden cada mañana con sus carritos a comprar ropa.
Estos son algunos de los locales gastronómicos más llamativos de la zona.
Barthalé
Hace muchos años que Mateo Cho tiene emprendimientos gastronómicos (de sushi a heladerías hasta un bar de comida americana), pero este es el primero que le rinde homenaje a sus orígenes coreanos. Barthalé está en el pasaje Ruperto Godoy al 700 desde el 2019, y sirve dos tipos de comida: durante el día es rápida y saludable (ensaladas, wraps y algunos platos calientes como woks) y, a la noche, hay street food coreana.
“Mi plan era vender un par de cosas coreanas nada más, pero la gente me pidió más opciones. Entonces rediseñamos la carta y se vienen más de 15 platos coreanos nuevos″, explica.
¿Lo que ya estaba? Hamburguesas con kimchi (con pickles de nabo y alioli picante) o con alga nori crocante (con curry de maní y jengibre). Lo que se estrena en marzo: baos de bulgogi, la tradicional carne vacuna agridulce que se marina en soja y ananá y de jeyuk (carne de cerdo marinada en pasta de ají picante) y provoletas con kimchi caramelizado, entre otros.
Maum
“Esto es un pickle de nabo”, le explica una joven de ascendencia coreana a otra chica que no parece ser de la comunidad. Entre las dos sacan miles de fotos y graban videos de su experiencia en el pasaje, que incluye el tradicional kimbap, similar al sushi japonés. La versión coreana suele tener vegetales cocidos, huevo y odeng, como se llama al pastel de pescado, una fritura suave con almidón y huevo.
A su lado, tres chicas coreanas sorben fideos con entusiasmo. En la caja, y trabajando a cuatro manos un martes al mediodía, está Sabrina Kang, una porteña que nació en Capital, volvió a Corea cuando tenía 7 años y regresó a Buenos Aires en el 2013 porque extrañaba la Argentina. Su familia es dueña de otros dos locales en el pasaje (Azit Chicken Bar y Bab, una parrilla coreana).
El local de Maum, en Ruperto Godoy 709, es el más “hogareño” y se especializa en fideos udon —que hacen de forma casera— y sirven en caldos vegetales con salsa de soja, odeng y decoraciones de alga, cebolla de verdeo, huevo duro y frituras varias.
Pan Moa
Es el más antiguo de los locales que actualmente funcionan en el pasaje. Situado en Ruperto Godoy 763, y abierto hace casi seis años, es el primer emprendimiento gastronómico de Fabiana Chang. Ella comenzó a cocinar pastelería cuando una de sus hijas, hoy adulta, necesitó hacer una dieta especial. Con el tiempo la necesidad se transformó en una pasión, que perfeccionó estudiando entre el Instituto Gato Dumas y clases en Nueva York y Corea.
El resultado: pastelería europea y de fusión. En Pan Moa se puede probar soboro —el más vendido— un pan fermentado de origen japonés que lleva polvo de almendras por encima. “Yo me tomé la libertad de rellenarlo con una crema y a la gente le encanta”, explica Fabiana.
Entre los croissants de almendras y esponjosos pasteles de estilo chiffon también se puede encontrar rotiboy, un pan dulce, de origen malayo, que lleva crocante de café. Ideal para combinar con un americano.
Shiba Caffé
Con una estética muy bien lograda, sus sombrillas coloradas y café de especialidad son la última novedad del barrio. Al menos para los comerciantes de la zona, que agradecen que abre a las 7.30 porque los locales de indumentaria levantan las persianas a las 8.
Hace poco menos de un año que Darío Vulpes, creador y ex dueño de las famosas tortas Scarlet abrió su local de indumentaria en la zona (que lleva su mismo apellido). Y menos de 12 meses después, hace tres semanas, inauguró Shiba Caffé, en Felipe Vallese 3087, donde asegura que sirven el mejor cold brew del barrio. Por fuera de él, en estos días de calor se vende mucho ice capuchino.
Para acompañar hay tostados gourmet (uno de ellos lleva pan de masa madre, paté de funghi y tres quesos) y opciones dulces. Los más pedidos: los dátiles rellenos de mantequilla de maní y cubiertos con cacao al 70% y un toque de sal marina.
El nombre del local hace referencia a la raza de perro japonesa “shiba inu”. Es también el nombre de una criptomoneda, que Vulpes asegura aceptarán como medio de pago próximamente.
Norte Pulpería
Es un diminuto y bellísimo local que sirve clásicas empanadas del norte con leve aporte oriental. Por ejemplo, las de carne picante llevan tapa de asado, matambre y un caldo de diez horas de cocción que se condimenta con gochugaru, el ingrediente picante estrella de la cocina coreana. Más allá de las de pollo o jamón y queso, hay empanadas de hongos y tofu. También pizzas de masamadre más clásicas, o combinaciones más modernas como la de “chori y jalapeño”. Las empanadas salen con gajos de limón y salsas varias.
Está en Felipe Vallese 3123.
Take Asian Market
En la planta alta de un moderno café, en Helguera 720, Sandra Lee ofrece clases de kimchi y cocina coreana en general. Presidenta de Hansang, la recientemente creada asociación civil de gastronómicos coreanos, está empeñada en que no se pierdan las recetas tradicionales de su comunidad. “Gracias a Dios todavía tenemos a las abuelas”, reflexiona.
Sandra está sorprendida de la enorme aceptación que están teniendo las generaciones más jóvenes de la comida coreana. En el festival gastronómico que organizó Hansang el año pasado, sobre la calle Helguera, los excedió tanto la demanda que se quedaron cortos de comida. “Preparamos como para 1000 personas y vinieron 3000 o 4000. Muchos se quedaron sin comer”, se lamenta Lee, que llegó a la Argentina con su abuela cuando tenía 12 años.
Por entonces se avergonzaba de que sus compañeros de colegio fueran a su casa y que siempre hubiera olor a comida fermentada. Hoy lo cuenta con orgullo. “Para nosotros el kimchi es adictivo”, explica.
¿Quiénes van a sus clases de comida? “Gente que quiere conocer la cultura, personas que disfrutan de conocer cosas diferentes. Y también en el último tiempo adolescentes fanáticos del k-pop que llegan con sus madres o señoras más grandes que quieren probar la comida que ven en las novelas coreanas”.
León Bakery
En las vidrieras de este amplio y moderno café, que está en la zona desde 1999, todas las tortas son blancas. Nada de dulce de leche ni chocolate: los coreanos aman los bizcochuelos etéreos, rellenos de crema y frutas, uno de los hit de ventas de la casa.
Por fuera de ellos, hay helados caseros de melón, matcha o poroto aduki, entre otros —similares a los famosos Melona del Barrio Chino—. El poroto aduki está presente en varias de las tradicionales recetas de panadería coreana que venden en León: se puede encontrar como relleno del mochi, un pastel de origen japonés que se hace a base de arroz o de los hwangnam pang, un popular pan dulce.
También hay snacks crocantes de tofu y hasta dalgona, el caramelo coreano que popularizó la serie El juego del calamar. Está hecho con azúcar y bicarbonato de sodio.
Se encuentra en Felipe Vallese 3335.
Azit chicken bar
El especialista en pollo frito del pasaje Ruperto Godoy al 700 ofrece delicias crocantes que se pueden acompañar con salsas de diverso grado de picante. También suelen servir otras comidas tradicionales coreanas, como el tteokbokki, un popular plato callejero que consiste en pasteles tubulares de arroz —parecen pasta italiana de lejos— que se suele acompañar con salsa picante de chile rojo (gochujang) y caldo salado. Puede comerse en sopa o con una salsa más espesa.
Abre solo de noche, y los sábados al mediodía.
Dashimaki Sushi
Es “el japonés” del pasaje. En Ruperto Godoy 770, abierto hace nueve meses, aquí también se vende pollo frito, pero se llama karaage, y se sirve con fideos codito y pickles de pepino y jalapeño.
También hay ramen muy picante y buena variedad de nigiris, la especialidad de la casa. Son al estilo japonés: arroz apenas prensado y pescado generoso que lo excede por fuera. El de salmón tadaki, por ejemplo, se flamea con salsa teriyaki y se sirve con una lluvia de verdeo. Buenos combos para los amantes del sashimi.
Im Barista
En esta concurrida cafetería el café es de especialidad y se tuesta en el momento. En Felipe Vallese 3192, está manejado por dos hermanos de la colectividad que abrieron hace cinco años en una zona que cada vez está más poblada. “Cuando llegamos estaban casi todos los locales vacíos. Ahora se llenó de negocios de indumentaria y de gastronomía”, cuenta Sebastián Park, barista y dueño.
Lo que más se vende, como en prácticamente todas las cafeterías de la ciudad, son los cafés con leche. Para acompañar, la casa recomienda el budín de zanahoria.
Bab
Las mesas de este restaurante en Ruperto Godoy 758 tienen una parrilla empotrada en el medio, ideal para ir en grupo y que cada uno ase a su gusto su corte de carne, que suele ser entraña y panceta.
En Bab, el gogui jongsik (parrilla de estilo coreano) incluye seis platitos adicionales, dos tipos de fritura y ensalada. También sopas, buchimgae (el tradicional panqueque de vegetales) y kimchi bokumbab (arroz frito con kimchi).