Isabel Barletta: "Computadora no uso; la tengo en el cerebro"
La vecina de Flores está por cumplir 103 años; tiene una salud envidiable, come de todo, casi no duerme y hasta hace poco pintaba
Isabel Barletta recibe a LA NACION en su casa de Flores, convida el bizcochuelo que cocinó hace un rato y, orgullosa, cuenta que nació el 12 de septiembre de 1911 y que le falta poco para cumplir los 103 años. Enseguida, recita con impecable memoria y dicción las primeras estrofas del Martín Fierro. La rodean gran cantidad de manualidades, como flores de papel y abanicos de tela y encaje, que ella misma confeccionó. La acompañan su hermana Deolinda, de 99 años, y su sobrina Marta. Marido e hijos no tuvo.
-Isabel, ¿nació en la ciudad?
-Soy porteña de pura cepa. Nací y viví siempre en el barrio de Flores. Nací en una casa a pocas cuadras de acá, en lo que era la calle Lobos, que hoy se llama Gregorio de Laferrère. Fui a la escuela primaria también en el barrio.
-¿Cómo era Flores por aquella época?
-Eran todas casas bajas, las calles de barro... Cuando llovía, se formaban charcos y aparecían ranas. Tengo recuerdos de cuando todavía transitaban carretas tiradas por bueyes por la avenida Campana, que luego fue Avenida del Trabajo y hoy es Eva Perón. El alumbrado público era un farolito en la esquina, un farol de carburo, y todas las noches venía un señor a encenderlo.
-¿Recuerda cuando llegaron los primeros autos?
-Claro, los Ford, era todo un acontecimiento cuando pasaba uno cerca. Mi hermano menor, Camilo, salía corriendo a verlos.
-¿Y el teléfono?
-El teléfono llegó primero a los negocios. Cuando nosotros necesitábamos hablar, íbamos hasta el almacén de don José, en la esquina, y lo pedíamos prestado. Hablábamos rápido para no gastarle al almacenero. Luego llegó a las casas, se pedía y tardaba varios meses en venir.
-¿Usa celular, computadora?
-Bah, la computadora no me interesa. La computadora la tengo en el cerebro. Me sorprenden otros avances de la tecnología, es maravillosa; por ejemplo, los trasplantes de órganos. ¿Quién lo hubiera pensando en mi época que era posible? La gente se moría.
-Y usted tiene 102 años, ¿anda bien de salud?
-Solamente vejez tengo. No tengo colesterol, no tengo presión alta, no tengo artrosis. Tuve una gripe fuerte el mes pasado, pero ya estoy bien. Solamente tomo atenolol para el corazón. Ahora veo algo borroso, pero anteojos no quiero usar.
-¿Se cuida en las comidas?
-No. Como de todo. Me gusta cocinar y crear en la cocina. El otro día me hice unas papas fritas, también me gusta la milanesa con papas y huevos fritos.
-¿Qué otras cosas le gustan?
-Mover las manos, crear con las manos. Por eso hice la secundaria en una escuela de artes; soy profesora de dibujo, pintura y artes decorativas. Tuve alumnos en mi casa y también me dediqué a diseñar y confeccionar trajes para los alumnos de un estudio de danzas clásicas y españolas. Hasta que me empezó a traicionar la vista, pintaba todavía.
-¿Le gusta la música?
-Me gusta la música clásica. En la radio ahora pasan todo rock y música yanqui, eso no lo escucho. Escucho radio toda la noche, Radio 10, porque casi no duermo.
-¿No duerme? ¿Y en qué piensa?
-Pienso en lo que fue, pienso en lo que es, pienso en lo que será y pienso en lo que será después.
-¿Hasta los 110 mínimo no para, no?
-No, no paro. El 12 cumplo 103, venite a mi cumpleaños.