Hotel Bauen: la historia de otro ícono porteño que cerró por la pandemia
A 42 años de inaugurado, y no exento de conflictos, cerró el Hotel Bauen de la Avenida Callao, un ícono del microcentro porteño. Estaba en manos de una cooperativa de exempleados que no pudo hacerle frente a la falta de clientes por la pandemia. Considerado un edificio moderno por su envolvente vidriada, el Bauen fue levantado en tiempo récord durante la década del 70 y a lo largo de su historia fue testigo de importantes reuniones políticas y de espectáculos musicales.
Con su frente tapiado y rodeado de containers con desechos y escombros, la construcción es una triste postal de la desolada Callao donde se observan persianas bajas y locales cerrados. "No pudieron aguantar la falta de clientes. Antes era un mundo de gente, venían de las oficinas a almorzar todos los días, estaba a full. Pero la zona se vino muy abajo, es un desastre, no hay nadie", se lamenta Juan Estévez, dueño del quiosco de revistas de la vereda del hotel, quien solía llevarles el diario.
"Entregaron todo a la jueza y dijeron chau, nos vamos, sin desmanes, sin problemas", dice en relación con los 80 trabajadores que manejaban desde hacía 17 años el lugar y que durante los últimos días tuvieron que desprenderse en la puerta de Callao 360 de todo el mobiliario para pagar deudas: heladeras frigo bar, colchones, juegos de sillones, cafeteras, televisores y hasta antiguos teléfonos fijos. La Justicia había ordenado el desalojo en diciembre pasado, pero resistieron hasta último momento con la esperanza de obtener alguna ayuda gubernamental que nunca llegó.
Según explicó a LA NACION Federico Tonarelli, presidente de la cooperativa, si bien tuvieron inconvenientes económicos durante el 2019, la pandemia fue el golpe de gracia: "Ya en mayo pasado nos levantaron reservas para el 2021. Tuvimos que desprendernos del inmueble, los costos no dan", dijo.
Para él, este no es un caso aislado: "La zona céntrica está muerta. Es tristísimo ver vacíos bares notables como La Paz, o el restaurante Pippo que tuvo que cerrar después de 25 años". Incluso al lado del Bauen funcionaba la sucursal Sube Congreso, hoy clausurada y, a pocos metros, una sucursal del Banco Nación, también con persianas bajas.
Un edificio moderno y vidriado
Con sus 20 pisos, 220 habitaciones, salas de espectáculos, restaurantes y piscina, el Bauen fue inaugurado para el Mundial de Fútbol 78' como un alojamiento cinco estrellas. Se construyó en un año. Su nombre alude a las iniciales de la frase Buenos Aires Una Empresa Nacional. Según crónicas de la época, su primer dueño, Marcelo Iurcovich fallecido, solía jactarse de que lo había levantado sin gastar un solo centavo gracias a un préstamo que, según trascendidos, nunca fueron reembolsados al Banco Nacional de Desarrollo.
A los pocos años de fundado el hotel se expandió y abrió Bauen Suite Hotel, en la misma manzana, sobre la Avenida Corrientes. Actualmente este sector sigue en manos de sus propietarios originales, los Iurcovich.
Según explica la revista Summa, "el conjunto de ambos edificios fue diseñado por los arquitectos Jorge Parsons, Jorge Cortiñas y Jorge Ferrari, asociados con la arquitecta Natalia Poblet. Se conectaban por los fondos de sus terrenos formando una "L" con 2500 m2 de superficie entre ambos lotes. Una estructura de hormigón armado que alcanzó los 60 metros de altura en pocos meses, y una envolvente de vidrio tipo muro cortina".
Contaba además con estacionamiento subterráneo, galería comercial, un café-concert, peluquería, salón de usos múltiples y entre otras comodidades. Fue epicentro de reuniones políticas del partido radical y justicialista, pero también se realizaban congresos, talleres, asambleas, show artísticos.
Desde su inauguración, el Bauen Hotel estuvo rodeado de una serie de conflictos judiciales hasta su quiebra definitiva el 22 de febrero del 2001. En el 2003 los trabajadores formaron una cooperativa y se hicieron cargo del lugar, con fondos de préstamos y aportes solidarios. Recuperaron habitaciones, repararon las cañerías y la piscina, modernizaron las redes telefónicas e informáticas, arreglaron el frente y ampliaron el bar que antes de la pandemia podía observar funcionando desde la vereda.
El lugar era administrado como hotel, salón de espectáculos y como restaurante. Pasó a ser considerado un ejemplo de organización cooperativista, un ícono de empresa recuperada al que solían decirle "un hotel de lujo sin patrón" y que hasta contó con el apoyo de personalidades como Danielle Mitterrand, Naomi Klein, Noam Chomsky, Evo Morales, Hugo Chávez, Susan Sarandon y Adolfo Pérez y Esquivel. Pero además, gracias a sus tarifas económicas, fue utilizado por personas que vivían en el interior del país y viajaban a la ciudad de Buenos Aires a hacer tratamientos médicos.
En el 2016 el expresidente Mauricio Macri vetó su ley de expropiación y rechazó que el edificio pasara a manos de la cooperativa de trabajadores. Durante los últimos años se mantuvo a flote como pudo, hasta que la pandemia terminó por arruinarlo. "Tal vez si el Gobierno porteño nos hubiera dado la posibilidad de alojar pacientes con Covid nos hubiéramos salvado", se lamenta Tornarelli.
Según lo dictaminado por la Justicia, el Bauen debe volver a sus originales dueños, Mercoteles S.A. La Cámara Comercial le ordenó a la empresa indemnizar a la cooperativa y contratar en relación de dependencia a cincuenta de sus trabajadores.