Historia y presente en el espacio público
¿Cuál es el problema que agita a los vecinos, preocupa a la ONG Basta de Demoler y nos frustra a quienes aspiramos a dotar a la zona de una nueva experiencia ciudadana? Se trata de la unificación del nivel de veredas y calzada conformando así una superficie continua, sin escalones ni desniveles.
El viernes 24 de mayo, con la presencia de autoridades del Ministerio de Desarrollo Urbano y Casco Histórico de la Ciudad, que depende del Ministerio de Cultura, se dieron por comenzadas las obras de reforma de la calle Bolívar en las cuadras que dan acceso a la Manzana de las Luces.
Asistieron al acto vecinos del barrio, encabezados por el cura párroco de la iglesia de San Ignacio, Francisco Baigorria, quien públicamente manifestó su beneplácito por el inicio de un trabajo que el vecindario reclama desde hace muchos años. Pero esa misma tarde, por un recurso de amparo que presentó Basta de Demoler, la empresa constructora a cargo de las tareas debió paralizarlas hasta nueva orden.
Hace más de cinco años, al comienzo de mi gestión al frente del casco histórico, le manifesté al director de la Manzana de las Luces, el profesor Miguel Ángel Brignani, mi pesar por la subestimación que sufría ese sitio fundacional y que sería bueno convertir Bolívar en "una alfombra tendida hacia la Manzana de las Luces". Cabe señalar que el proyecto para transformar esas cuadras fue motivo de muchas reuniones con los referentes del vecindario, con profesionales destacados, y que se condensó en un acta que fue después aplicada para la sanción de la ley 3643/2010 mediante la cual la Legislatura porteña dispuso la peatonalización de un tramo del área.
En encuentros con los arquitectos José María Peña y Jorge Bozzano se acordó conservar los cordones de las aceras como un registro histórico de las dimensiones de esa calle, decisión que se respetó en los planos de ejecución de la obra.
Es del caso destacar las mutaciones de usos y costumbres registradas en las últimas décadas, la evolución en las normas de accesibilidad y el notable aumento en el flujo peatonal que, además de los miles de estudiantes que acuden al Colegio Nacional de Buenos Aires y los oficinistas y empleados que trabajan en la zona, añade muchos turistas nacionales y extranjeros en el contorno de la zona en cuestión.
Por encima de especulaciones historiográficas acerca de temas como el que nos ocupa, parece prudente hablar de la genuina noción de "calle" en su concepción de lugar urbano, en el sentido antropológico de la expresión. Por eso, la idea de renovación que se postula para este tramo de la calle Bolívar, sin alterar las tipologías, las reglas compositivas ni la escala proyectual, apunta a crear un recinto urbano de fisonomía particular.
Algunas reflexiones del arquitecto Bruno Gabrielli (insigne profesor de urbanismo y asesor urbanístico del Ayuntamiento de Génova) ayudan a evaluar estas cuestiones: "No hay conservación sin renovación; la historicidad es inseparable de la contemporaneidad. El tejido histórico y su lenguaje también se renuevan cuando las demandas de la sociedad buscan expresarse. Porque el espacio público debe traducir la vibración de una sociedad y expresar la escala de valores de ese pueblo en ese tiempo".