Hábito milenario: flores y música para los muertos
Más de diez mil integrantes de la comunidad boliviana rindieron homenaje a sus difuntos; una costumbre que trasladaron a Buenos Aires
Lejos de reflejar melancolía por ir a recordar a un ser querido fallecido, sus rostros mostraban alegría. Un clima festivo, podría decirse, invadió ayer el cementerio de Flores. La celebración del Día de los Muertos -o de los Fieles Difuntos, para el culto católico- por parte de la comunidad boliviana transformó la imagen del predio.
Más de diez mil personas rezaron, cantaron y homenajearon a sus difuntos, respetando una milenaria tradición del altiplano.
Familias enteras con platos típicos, música y ofrendas florales se acercaron desde temprano por los accesos de la calle Varela y Balbastro. Allí la Gendarmería Nacional y la Policía Metropolitana habían montado un operativo de control e impedían el ingreso de bebidas alcohólicas, entre otras cosas.
El contraste entre las tumbas estaba marcado especialmente por las ofrendas de variados colores, las guirnaldas violetas y, sobre todo, por la enorme cantidad de alimentos dispuestos encima de cada una.
"El pan es para que puedan saciar su hambre. Los que tienen forma de persona y su cara simbolizan al ser querido. La escalera es para ayudarlo a que vuelva al cielo y el caballo es para que lo acompañe", explicó Eduardo Ramírez, de 29 años, quien se acercó junto con sus parientes para ofrendar por primera vez a su tío Cecilio.
La celebración del Día de los Muertos se realiza con especial cuidado los primeros tres años luego del fallecimiento de la persona, y luego la familia suele continuar con la conmemoración, pero con menor despliegue.
El embajador de Bolivia en la Argentina, Liborio Flores Enríquez, se hizo presente en el cementerio para seguir de cerca la celebración. "Ésta es una tradición milenaria en nuestro país y muy característica de nuestra cultura. La celebración, que comienza el Día de los Santos en la casa de los familiares y finaliza el Día de los Muertos, es un momento para la conexión, el recuerdo y poder terminar de despedir a los seres que se van a una vida mejor", explicó a LA NACION el embajador.
"Es muy importante que los ciudadanos bolivianos en la Argentina hayan rescatado esto que es una parte de nuestra cultura y orígenes", dijo el diplomático, quien también se mostró muy preocupado por presuntos "negocios" en torno a la celebración.
Cerca del mediodía, una gran cantidad de familias continuaban arribando, y para las 15 dentro del cementerio había una verdadera multitud. En cada tumba, a quien rezaba una oración se lo convidaba con algo para comer.
"Estuvimos tres días cocinando y preparando todo", contó la sobrina de Felicia Orozco Herrera, uno de los tantos muertos homenajeados. Su tumba estaba cubierta de panes de diferentes formas, frutas y platos de comida. "Era todo lo que le gustaba a ella", explicó.
La familia, integrada por unas quince personas, llegó alrededor de las 11 y planeaban pasar allí todo el día.
Muchos aprovechan para recordar también a familiares que murieron en Bolivia y que están sepultados en aquella lejana tierra.
Marcelo Flores, por ejemplo, simuló una tumba y allí le rindió un homenaje a su padre Fortunato, enterrado en La Paz. Marcelo contrató a tres personas para que cocinen en su casa las ofrendas, entre las que había Pan Tanta Wana, Pan de Muertos y galletas de trigo.
Para los cuidadores del cementerio, este ritual comenzó a crecer hace unos diez años y desde hace tres cobró real importancia.
"Hay quejas de familias que vienen a recordar a sus seres queridos con una oración o en silencio, y les molesta la música y el ruido", afirmó Juan, uno de los encargados del predio. "A veces toman chicha -destilación alcohólica del maíz- y la situación se complica", contó.
Rosa Muriega, de 69 años, miraba con asombro a un grupo que cantaba. "Me resulta chocante. Éste es un momento para la reflexión y hay que respetar los sentimientos de los demás. Tendrían que hacerlo en otro lado", afirmó la mujer.
Si bien algunos ciudadanos bolivianos practican el mismo ritual en otros cementerios del país, en el de Flores ya es característico por la gran cantidad de ciudadanos bolivianos que habitan en los barrios de alrededor como el Bajo Flores, Villa Soldati, Nueva Pompeya y Villa Lugano.
Una tradición heredada
El Día de los Muertos en Bolivia tiene su origen a partir del Día de Todos los Santos –1° de noviembre– una tradición dejada por los conquistadores españoles para difundir la fe cristiana. Todo comienza en las casas con la llegada de las almas, que son despedidas el 2 de noviembre en el cementerio.