Flores: el insistente reclamo que mantiene en vilo al barrio desde que empezó el año
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En Avenida Coronel Esteban Bonorino y Avenida Riestra, a pocas cuadras del estadio de San Lorenzo, los carteles de reparación, las cintas y maderas pintadas de color negro, rojo y blanco que prohíben el paso, y el polvillo de obra que dejan las tareas de mantenimiento se volvieron casi cotidianos; las quejas frecuentes de quienes viven en el barrio de Flores, lindantes con esa zona, también.
Desde que empezó el año, la atención se concentra en este punto del mapa general de la Ciudad y, aunque el motivo asume distintas formas mientras avanza el calendario, expone problemas ligados a desagües y cloacas que se mantienen estables, de enero a julio inclusive, según registros oficiales a los que accedió LA NACION.
Con cierto dejo de sorpresa y cuota de curiosidad, el reiterado pedido de "desobstrucción con camión tipo vactor", un servicio que se solicita, entre otras cosas, para destapar cañerías, se transformó en uno de los reclamos clave y persistentes del barrio. De acuerdo con las cifras del Sistema Único de Atención Ciudadana (Suaci), la línea que ofrece el gobierno porteño para canalizar inquietudes diarias, representó más de la mitad (el 54%) de los contactos al 147 que hicieron los vecinos de Flores durante dicho periodo.
La queja sumó nuevos adeptos a medida que transcurrió el tiempo y llegó así a un promedio de 2200 denuncias mensuales. En enero empezó tímidamente con 400 registros y a fines de julio ascendió a unas 2300, es decir, que en el lapso de siete meses esos reclamos se multiplicaron por seis.
Los vecinos del Bajo Flores aseguran que están acostumbrados a convivir con este incordio y reclaman a la Ciudad mejoras en la infraestructura para abastecer al lugar y eliminar definitivamente la problemática de la agenda cotidiana. "Hace mucho que venimos peleándola, pero solo solucionan por el momento y después se vuelve a desbordar. Necesitamos obras prioritarias para que los problemas se solucionen de verdad", denunció un referente barrial, que prefirió no ser identificado.
A la cabeza
Flores, un barrio que no suele estar dentro de los distritos que reúnen una cantidad significativa de problemas urbanos, encabezó por primera vez la lista, con casi 30.000 denuncias, y desplazó así a Palermo, un histórico en la materia.
El grueso de las quejas por taponamientos, poco más de 15.000 en esos meses, se registraron en el cruce de las dos avenidas mencionadas y tuvieron su propio peso en el balance global. Sin embargo, no fueron los únicos. Hubo, además, otros 640 reclamos distribuidos en 20 puntos próximos.
Muy por debajo, dentro del conjunto de quejas recibidas en torno al distrito, los vehículos mal estacionados y el retiro de escombros o restos de obra, con cerca de 2500 y 1500, respectivamente, completaron el podio de los dolores de cabeza que afrontaron en el día a día sus residentes.
El problema del agua
El agua y sus matices suelen representar dificultades recurrentes en esta zona de la ciudad de Buenos Aires, especialmente en las áreas más vulnerables.
En ese marco, fuentes del gobierno porteño explicaron a LA NACION que la desobstrucción suele pedirse cuando los vecinos tienen alguna obstrucción en cloacas y desagües: "Se contactan con emergencias de UGIS (Unidad de Gestión de Intervención Social) por teléfono y se soluciona la solicitud. Una vez solucionado, los operadores cargan los datos en el sistema Suaci para dejar asentado el trabajo".
Al ser consultados sobre la frecuencia y las razones de la repetición de las mismas coordenadas, una y otra vez, por parte de los habitantes del barrio, aclararon que, en realidad, se trata de "pedidos por teléfono para diferentes lugares". Lo que ocurre es que "se toma un punto como referencia de zona", lo que "no significa que las solicitudes radiquen todas en ese punto".
Por otro lado, desde el Instituto de Vivienda de la Ciudad (IVC) hicieron hincapié en la falta de agua potable con la que conviven quienes residen en las zonas más populares.
Para paliar esta situación y a pedido del gobierno porteño, según describieron las fuentes consultadas, "los vecinos reciben asistencia diaria de los camiones cisterna del IVC y Agua y Saneamientos Argentinos (AySA), que cuentan con una capacidad de 8000 y 15.000 litros de agua potable para su distribución desde bocas de expendio habilitadas". Además, desde que se inició la pandemia del coronavirus, también se realizan operativos con el fin de repartir bidones y elementos de higiene.
En otro orden de cosas, desde AySA confirmaron a LA NACION que a fines de septiembre se habilitó una tubería en Bonorino, entre Riestra y Perito Moreno, que permitió duplicar la presión de agua en el barrio y aliviar los inconvenientes actuales.