Estilo imperio: el “tesoro” escondido que remonta a la Buenos Aires pujante de la década de 1920
Se trata del edificio Bencich, que se sitúa en Tucumán y Esmeralda; fue uno de los rascacielos más altos de la ciudad
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Al mencionar la compañía constructora Bencich, vienen a la mente las torres gemelas de Diagonal Norte y Florida, con sus fachadas monumentales y cúpulas que se destacan. Sin embargo, la firma levantó alrededor de una veintena de edificios de valor patrimonial en distintos puntos de la ciudad, algunos poco conocidos. Uno de ellos está situado en Tucumán y Esmeralda. Es un tesoro opacado por construcciones aledañas y marquesinas. Vale la pena pararse en la esquina de enfrente, observar su estilo ecléctico e ingresar a través de su lujoso hall imperio para remontarse a la pujante Buenos Aires de principios de siglo pasado.
Se trata de una mole de tres cuerpos con entradas por Tucumán 810 y Esmeralda 582 y 570. Fue realizada por la empresa austrohúngara Bencich Hermanos en1928, con planos del arquitecto francés radicado en el país, Edouard Stanislas Louis Le Monnier. Él es autor de varias obras emblemáticas entre las que hay seis de los llamados edificios de renta Bencich. También construyó iglesias y seis casas o residencias que fueron demolidas.
“Cuando conocí el edificio, sentí un enamoramiento a primera vista”, cuenta la abogada Lola Basile, que en 2000 inició la búsqueda de un sitio donde vivir y establecer su estudio en las cercanías de Tribunales. Compró un departamento en el piso 7 del edificio con un inmenso balcón terraza al que se sale a través de puertas originales de tres hojas de cedro y cristal. Además tiene pisos de roble Eslavonia con guarda de nogal y trabajo de yesería en sus molduras. Desde el momento en que lo adquirió decidió custodiar su preservación y pasó así a integrar el consejo de administración del edificio.
Según cuenta durante una recorrida por el edificio con LA NACION, “a principios del siglo pasado, los Bencich, junto a los Kavanagh y los Mihanovich, era una de las familias más ricas de Buenos Aires”. El sueño de los hermanos Miguel y Massimiliano, oriundos de Trieste, localidad italiana que en ese entonces formaba parte del Imperio Austrohúngaro, era crecer gracias a departamentos hechos para admirar. De ahí que tuvieran su propia constructora en una Buenos Aires, donde sobraban terrenos y se competía por la magnificencia y belleza de las obras.
La de Tucumán tiene más de 16.000 metros cuadrados construidos, de los cuales 11.000 corresponden a 204 unidades funcionales, mitad viviendas y mitad oficinas. Unos 5500 metros cuadrados son espacios comunes. Los departamentos tienen diferentes tamaños: fueron pensados para familias de variado poder adquisitivo. Los pequeños eran el “hotel temporario” de chacareros y estancieros del interior, y los de mayor superficie sirvieron de residencia a familias inmigrantes. El primer cuerpo del edificio, con entrada por Tucumán, tiene 10 pisos más azotea y los otros dos presentan 16 pisos y una terraza en el 17. En su momento, fue uno de los rascacielos porteños más altos.
Al subir a la terraza por alguno de los ascensores de época llama la atención la impronta marroquí del último piso. Esto se debe a que Le Monnier, que vivió durante 30 años en Buenos Aires, en 1926 viajó con su esposa a Argelia y a Marruecos, donde logró la inspiración para darle ese estilo a las dos torretas.
El hall
Para tomar conciencia de la importancia que los hermanos le daban al aspecto de sus obras basta con remitirse a las anécdotas familiares. “Susana Bencich cuenta que mientras levantaban el edificio de Tucumán, su padre viajó a Europa y se embriagó del llamado estilo monumentalista. Cuando llegó y vio el hall de entrada, ordenó demolerlo y volver a construir otro de mayor envergadura “, señala Basile.
Este rascacielos, junto a otros como el Palacio Barolo de Avenida de Mayo, es uno de los que ostenta una de las entradas más impactantes. Además, cuenta con varios locales comerciales en la planta baja, hoy vacíos ya que terminan de ser reacondicionados.
Se trata de una galería cubierta en forma de L con tres puertas de ingreso de hierro y ornamentaciones romboidales de alabastro, como si estuviera preparada para el ingreso de carruajes. El extenso cielorraso posee un trabajo de yesería denominado casetonado en dorado y blanco, característico del estilo que los hermanos evocaron del imperio austrohúngaro. Todo está iluminado con farolas de bronce y cristales biselados originales.
Un gran sobrerelieve dorado del cuerno de la fortuna, o de la abundancia, da la bienvenida al ingresar. Auguraba la llegada de los inmigrantes.
De acuerdo a la tendencia a usar todos los espacios comunes de los inmuebles patrimoniales, desde terrazas hasta subsuelos, en este caso el sector inferior se convertirá en un nuevo espacio para muestras de arte y también de música ya que cuenta con dos pianos. Son un total de 1000 metros cuadrados cubiertos y la mitad será destinada a ese fin. El proyecto cuenta con el beneplácito de la Legislatura porteña.
Marga Fabbri, a cargo del programa Mirar Miradores, en el que el público retrata cúpulas emblemáticas, es una de las artistas que exponen en la muestra inaugurada el 21 pasado. Según la artista, los subsuelos fueron usados por la empresa Bencich para instalar los talleres y obradores de herrería, carpintería, yesería, plomería y electricidad, entre otros.
Testigo de la historia
El inmueble empezó a construir durante la presidencia de Marcelo Torcuato de Alvear cuando ingresan al país un total de casi dos millones de extranjeros. En 1928 se inauguró el Palacio de Correos y Telecomunicaciones, actual CCK, y pocos meses después, se terminó la obra del Bencich de Tucumán. Los hermanos ya en ese momento habían levantado varios edificios. Como socios se adjudicaron y dividieron entre ellos la titularidad de estos. Así, el de la calle Tucumán pasó a propiedad de Massimiliano.
En la década del 70 la obra fue víctima de un proceso judicial vinculado a quiebras de uno de los familiares que duró más de 10 años. Estuvo cerrada y en estado de abandono. En 1982 terminó al litigio y se aprobó el primer reglamento de copropiedad y administración. Comenzaron a vender las distintas unidades funcionales, aunque aún hoy hay varias a nombre de los Bencich. Son tres hermanos, el mayor tiene 97 años.
En 2014 se le otorga una catalogación cautelar dentro del Código de Planeamiento Urbano de Buenos Aires y se restauró el frente dentro de un programa de puesta en valor integral del inmueble. En 2019 se solicitó un asesoramiento técnico patrimonial al gobierno porteño para trazar un plan para restaurar y conservar el valor del edificio. Además, se obtuvo la exención impositiva en el 40% del impuesto del Alumbrado, Barrido y Limpieza . Durante 2020, el consorcio restauró integralmente el hall de entrada.