Esa pesadilla de viajar por la ciudad
Al paro matutino de los subtes hubo que agregarle ómnibus desbordados, cortes de calles, accidentes viales y protestas vecinales
El caos a la hora de viajar en el que se vio sumida ayer la ciudad de Buenos Aires sólo fue superado por el hastío y la resignación de los cientos de miles de ciudadanos porteños y del conurbano que vivieron otra jornada en la que no se cansaron de repetir que se sintieron ignorados y humillados por los funcionarios públicos que deben representarlos. "La culpa es de los políticos; la responsabilidad es de los gobernantes", fue la frase repetida en andenes de trenes, estaciones de subte y paradas de colectivos.
A la mañana, a la hora de ir a trabajar, no hubo subtes. La puja entre Nación y Ciudad, la ausencia de policías en los andenes y el paro anunciado por la UTA determinaron que cientos de miles de pasajeros recurrieran al colectivo. Eso sí, previa larguísima cola hasta poder subir a alguno. En Retiro y en Once, al mismo tiempo, los trenes de las líneas Sarmiento y Mitre llegaban con demoras. Las calles se atiborraron de vehículos particulares y en la zona de Retiro, para complicar un poco más el panorama, los habitantes de la Villa 31 cortaron los accesos a la terminal de ómnibus. Eran apenas las diez de la mañana.
En el otro extremo de la ciudad, en el acceso oeste, las cosas no iban mucho mejor. Un choque múltiple a la altura de Moreno, que involucró a diez autos y dos camiones, provocó el colapso de esa vía de acceso durante gran parte de la mañana.
En el centro, las cosas, sinceramente, no mejoraban el ánimo general. El inicio del período 130° de sesiones ordinarias en el Congreso Nacional motivó un descomunal operativo de seguridad por el que se cerraron todas las calles aledañas a la Avenida de Mayo.
¿El resultado de tremendo cóctel? Bocinas, insultos y caras largas que se reiteraron a toda hora. "Terrible. Todos los accesos, Córdoba, Corrientes, Belgrano, terrible", sintetizó el taxista Marcelo Pero. "Hice un viaje a las 9 de Villa Devoto a Corrientes y Callao que costó $ 150 y tardamos dos horas y media en llegar. Son una vergüenza todos", prosiguió ofuscado el conductor.
Otros, como César Delasavia, que viaja a diario de Lanús a Constitución, aprovecharon para hacer catarsis. "Un quilombo. Ignoran a la gente, se pelean entre ellos, se reparten la plata y en el medio quedamos siempre nosotros. Lo peor es que no tenemos opción, es siempre lo mismo y ya lo tomamos con resignación", se lamentaba.
Pérdida de premio por presentismo, horas de demora, filas eternas y un clima muy tenso en la calle vivieron los vecinos de la ciudad que se negaban a aceptar mansamente tanto destrato. "Viajé mal, como siempre; pero hoy peor que nunca. Son un desastre todos, los de ciudad y los de Nación. No les importa, viajamos como animales y nos subimos donde podemos", dijo a LA NACION Cristina Iguini mientras ingresaba al tren que la lleva a San Martín a fuerza de empujones.
"Estoy esperando hace 40 minutos. Hace 53 años que pasa todos los días. No pude subirme al tren de las 16 porque estaba repleto y el que tenía que llegar 16.13 ya lleva 20 minutos de retraso. Me siento frustrado y humillado pero desde hace años se viene deteriorando el sistema de transporte", detalló Horacio Cuyas, de 68 años, mientras hacía la fila en la estación de Retiro para ir a Tigre. Minutos más tarde llegó el tren y los pasajeros ingresaron en escasos segundos apurados por el temor a ser dejados en el andén una vez más. Logran subirse casi todos, la única "víctima" es la rueda de una bicicleta que no logra ser metida por completo y viajará hasta la próxima estación con una mitad afuera.
Por la tarde, y luego de que la presidenta anunciara que la Policía Federal custodiará las líneas de subte y premetro un mes más, el servicio se restableció de a poco. Cerca de las 17, en la estación Facultad de Medicina anunciaban que todas las líneas estaban demoradas. "Siempre terminamos perjudicados nosotros", afirmó Walter Acuña, que renunció a esperar el subte y volvió a su casa caminando. "Es pelear por pelear, no es por la policía. Es un duelo a ver quién es más guapo", se enojó Emilia González ante la cronista.
Cerca, Sandra Wagner asiente: "Son patéticos, estamos yendo para atrás: hablamos de un tren bala a Rosario, cuando lo mejor sería ponerles frenos a los que tenemos".
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