Encuentro con un cráter
Lo que nos ocurre todos los días
Es pequeño, un óvalo que no supera los 40 centímetros en su parte larga, casi insignificante en el ancho de una avenida, pero peligroso por su profundidad de unos 30 centímetros. Está en el medio de la avenida Hipólito Yrigoyen esquina Beltrán, en Remedios de Escalada, partido de Lanús, mano al Sur, y es uno de los tantísimos que hay en el tramo más antiguo de esa arteria, entre Avellaneda y Turdera, en los confines del partido de Lomas de Zamora, es decir, desde el 0 al 12.000.
Recién comenzado el domingo 21 de septiembre pasado, alrededor de la 1, no pude imitar la pirueta del auto que me precedía porque de hacerlo hubiese chocado a otro que me pasaba, y las dos ruedas izquierdas de mi auto pasaron por el hoyo.
Aunque iba a 50 kilómetros por hora -había mucho tránsito por tratarse de una madrugada de domingo, casi sábado a la noche-, se sintió un ruido muy fuerte y pocas cuadras después el auto se transformó en un potro mal domado al que a duras penas pude controlar y llevar contra un cordón, evitando chocar y que me chocaran.
La cubierta delantera se había partido. El hombre a cargo del auxilio del Automóvil Club Argentino que vino un rato después nos dejó mudos a mi familia y a mí: "¿No habrá agarrado el pocito de Escalada, no...? ¿O cuál de los otros? Vengo de asistir a alguien que le pasó lo mismo que a usted...".
Consecuencias: el susto, 1600 pesos de un neumático por el roto, que además era nuevo, y otros 3000 por cambio del amortiguador que se destrozó, mano de obra y alineación. Facturas a disposición de quien las quiera. Feliz, eso sí, y dicho sin sorna, de no haber provocado un accidente en una avenida de tránsito alto y rápido como la mencionada.
Pretender que alguna autoridad nacional, provincial o municipal ante las que tributo se haga cargo de los gastos sería creer que estamos en Finlandia, ya que está de moda, suponiendo que allí haya avenidas llenas de pozos.
La pretensión es modestísima: que tapen esos pequeños cráteres que dejan ver los adoquines originales de la avenida, que están por todos lados y que entrañan un alto riesgo. El "mío" un mes después de nuestro desagradable encuentro todavía está; intacto, impecable, al acecho.
Ojos que no ven... a las motos
Vaya paradoja: pese a que algunos agentes de tránsito recorren las calles con prioridad para los peatones en el centro porteño, las motos se estacionan sobre las veredas, como ocurrió ayer al mediodía en San Martín, entre Rivadavia y Bartolomé Mitre. Esta infracción es recurrente. Si bien la Ciudad había anunciado que iba a acarrear las motos mal estacionadas, esta medida no se aplica. Y el centro es un verdadero caos.
El tronco que nadie retira
"Vivo en Corvalán, entre Chascomús y el pasaje Curityba, en Mataderos. Desde principios de agosto se encuentra tirado en la vereda de mi casa un tronco de paraíso de unos cuatro metros, que se ha convertido en nido de cucarachas y ratas. El gobierno porteño lo hizo cortar, pero no lo retiran", se quejó la vecina Claudia Valerga.
Veredas rotas por un árbol olvidado
Silvia Malloggi contó que el 3 de julio de 2012 hizo un reclamo (N° 614727/12) a la Ciudad para solicitar el corte de las raíces de los árboles de ambas veredas, ya que vive en la esquina de Pedro Lozano y Moliere, en Villa Real. "Las baldosas están rotas y es peligroso, pero nadie hizo nada desde entonces", dijo Malloggi.
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