En medio del cemento: Isla verde, la reserva natural que impulsaron los vecinos de Morón
La provincia de Buenos Aires ganó otra reserva natural. A principios de este mes se firmó el convenio marco de cooperación entre el Ministerio de Defensa de la Nación y el Municipio de Morón para el establecimiento de una reserva urbana en El Palomar. Son aproximadamente 150 hectáreas dentro de la base aérea de esa localidad, conocidas como la Isla Verde, porque según aclara Nahuel Franco Martínez, miembro del grupo de vecinos que desde 2014 pide por su protección, "vista desde Google Maps es una isla en un mar de cemento".
La directora de Políticas Ambientales de Morón, Virginia Passo, explica a LA NACIÓN las particularidades de esta nueva área protegida: "Si bien el Ministerio de Defensa de la Nación tiene un programa de áreas protegidas, esta es la primera en su tipo ya que está emplazada en un ámbito urbano y la comunidad tendrá acceso a su disfrute. En este caso, el acuerdo firmado declara su protección y habilita actividades de conservación de la biodiversidad y esparcimiento. Habrá un área deportiva y otra de intangibilidad y sin acceso público, para separarla de las actividades del aeropuerto". La funcionaria, además, resalta que es fundamental la participación de los vecinos en las tareas de relevamiento de la flora y fauna del lugar y para generar el plan de manejo del área, procesos en los que trabajan en conjunto con la Organización Isla Verde. "Es esencial para estos proyectos contar con una ciudadanía activa y con el acompañamiento del Estado", concluyó.
El inventario
En 2009 los ecólogos Fabio Kalesnik y Horacio Sirolli realizaron un estudio para conocer en qué estado se encontraban los terrenos pertenecientes a la I Brigada Aérea de El Palomar y encontraron que dentro del predio aún existía un importante bosque de talar de barranca, un cortaderal nativo, un gran ambiente de carquejal y humedales y tres arroyos que la atraviesan, todos en muy buen estado de conservación.
Sin saber aún de este primer relevamiento, Martínez cuenta: "Empezamos a observar aves que no veíamos en otros lugares del barrio y que ni sabíamos que existían". Esto motivó, alrededor de 2014, la conformación del pequeño grupo de vecinos que luego daría nacimiento al proyecto Isla Verde. Desde entonces, el interés fue creciendo y comenzaron a organizar festivales, charlas, registros de flora y fauna, actividades artísticas, crearon la ONG Isla Verde, un club de observadores de aves local y, finalmente, impulsaron un proyecto de ley que fue el primer paso para el reconocimiento de la importancia y la protección legal del sitio. "Nos definimos como colectivo ambiental artístico porque consideramos que el proceso de sensibilización de los seres con su ambiente está intrínsecamente relacionado con el arte", explica Martínez. El resalta que el área natural brinda beneficios directos al entorno urbano como la purificación del aire, el mantenimiento de la temperatura y la minimización del riesgo de inundaciones ante lluvias torrenciales. Además, brinda hogar a muchísimas especies de animales y ofrece un espacio de recreación, educación y sensibilización ambiental.
Biodiversidad
Sebastián Santiago, que integra Isla Verde y también el Club de Observadores de Aves Picazuró de Aves Argentinas, indica: "En el predio tenemos registradas más de 200 especies diferentes de animales, con más de 120 especies solo de aves, algunas las destacamos por ser indicadoras del estado ambiental, por ejemplo, registramos acá al espartillero enano, una especie de ave catalogada como vulnerable por la Unión para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y que está amenazada por la destrucción de los pastizales pampeanos. El año pasado hicimos el primer registro en el país del corbatita de garganta blanca, también en el pastizal. En humedales y arroyos vimos, por ejemplo, caraus y aves acuáticas alimentándose, lo que indica que hay peces y que estos ambientes tienen condiciones para mantener vida, eso habla muy bien del nivel de biodiversidad y del buen estado de conservación del área".
Sabrina Ferraris que es socióloga, oriunda de El Palomar y miembro de Isla Verde, reconoce la importancia de tener un nuevo espacio natural de acceso público ya que "nos permite conocer y aprender a relacionarnos de otra forma con la Naturaleza. Antes muchos vecinos pensaban que detrás del alambrado había un baldío y un basural y cuando entran ven otro mundo de arroyos y pastizales. Desde ese lugar, podemos romper con la idea de la ciudad desconectada de su biodiversidad y su naturaleza, podemos pensar otros modelos de ciudad, más verdes y con reservas urbanas que albergan mucha biodiversidad". Y agrega: "Para nosotros es fundamental lograr la cogestión del área para proteger el patrimonio biocultural que es parte de nuestra identidad barrial, queremos que la organización y la comunidad participen en la gestión del territorio, ya que los gobiernos cambian y no necesariamente los intereses siempre coinciden con la protección, pero los actores territoriales garantizan que quienes conocen y quieren protegerlo, siempre tengan palabra junto a las autoridades"