En Luján intentan volver a la normalidad
El agua comenzó a bajar a razón de un centímetro por hora; tensión en el barrio Padre Varela
LUJÁN.- Lo peor todavía no pasó para los vecinos de Luján que sufrieron la inundación más grave desde 1985. Luego de alcanzar un nuevo pico de 5,15 metros ayer a la madrugada, el río Luján comenzó a descender a razón de un centímetro por hora. Si bien se redujo la cifra de evacuados a 500, se mantiene en 6500 la cantidad de afectados por el agua.
El jueves pasado el río Luján creció hasta los 5,32 metros y alcanzó su récord histórico. El sábado, con la primera bajante, algunos evacuados regresaron a sus casas para secar lo poco que se pudo salvar; también limpiaron y desinfectaron pisos y paredes. Sin embargo, la lluvia del fin de semana volvió a inundar gran parte del casco urbano.
Entre el domingo y el lunes llovieron más de 110 milímetros. Ayer, a las 3, el río llegó a otro pico y pasó los 5,15 metros. "La situación se complicó más el martes a la madrugada. Debimos abrir un quinto centro de evacuados para los vecinos de los barrios Villa del Parque y Lanusse, que se encuentra cerca de la universidad y de la antigua entrada a la ciudad", explicó el subsecretario de Políticas Sociales, Sergio Sequeira. "Se abrieron tres comedores para asistir a los vecinos que, si bien no abandonan sus hogares, no pueden cocinar por tener sus viviendas inundadas", agregó.
La situación es más caótica en la periferia del casco céntrico. El barrio Padre Varela se encuentra a la vera del arroyo Gutiérrez, que se desbordó el miércoles pasado y apenas había descendido unos pocos centímetros.
Rodrigo Domínguez vive allí y perdió las pocas cosas que tenía. "Desde el miércoles no podemos salir de esta pesadilla. Primero se desbordó el arroyo y cuando bajó el sábado parecía que todo había terminado. Pero llegaron las lluvias del fin de semana y empeoró todo. Ya no sirve nada. El agua me llegó hasta el cuello", detalló a LA NACION.
Ayer, a las 11.30, en el barrio Padre Varela se vivía una situación de extrema tensión en la que no faltaron detonaciones de armas de fuego que, según los vecinos, eran disparos efectuados desde el Centro Recreativo del Sindicato de Peones de Taxis.
"El arroyo Gutiérrez se desbordó, y el paredón del predio de los taxistas empeora la situación: es como un dique y hace que el agua se estanque en nuestro barrio. Ya los denunciamos en la Municipalidad, pero todo sigue igual", aseguró Miguel Reynoso, un empleado ferroviario de la línea Sarmiento.
"Además, se la pasan disparando como si fuese un polígono de tiro cuando no tienen permiso para practicar", dijo, indignado, Reynoso. "Es una especie de intimidación, una advertencia, estuvieron toda la noche disparando. Pero no se entiende, ¿quién podría robar algo de ese predio? Aquí somos todos trabajadores", sostuvo.
Desde el Sindicato de Peones de Taxis, sin embargo, negaron toda relación con los disparos. "Allí no hay un polígono de tiro y no es una actividad permitida dentro del predio." La misma fuente indicó que "ni siquiera los guardias de seguridad privada que custodian el lugar se encuentran armados".