Ambos establecimientos de cinco estrellas ofrecen productos desde principios de este mes; por la gran demanda, hay que sacar turno por mail
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“Me quiero llevar todo. No tengo lugar en mi casa, pero voy a comprar cosas para mis hijos. Es algo distinto, me divierte”, afirma Moira Field, mientras camina entusiasmada entre antiguos escritorios, sillas y lámparas que están a la venta en uno de los elegantes salones del Alvear Palace Hotel. Ella es una de las más de 2500 personas que se acercaron este mes a las ofertas que se realizan en simultáneo en este establecimiento y en el Plaza. En estos dos icónicos porteños de la Belle Époque aún se pueden conseguir desde copas o platos a $200 hasta lámparas de pie por $2000. Si bien antes se debía hacer fila para ingresar, ahora hay que coordinar con anticipación la visita.
Lilian Dorado, responsable de ventas en ambos lugares, explica a LA NACIÓN: “Superamos todas las expectativas, éramos pocos trabajando y nos descolocó el aluvión. Jamás pensamos que iba a suceder algo así. Vendimos el 70% de todo lo que teníamos”. Ella se refiere a lo sucedido a principios de mes en el Plaza, ubicado en Florida 1005, donde tuvieron que llamar a la policía para contener a vecino. que se enfureció con un grupo que pretendía colarse.
“Ojalá pudiésemos recibir a todos, pero es imposible”, agrega Dorado. Lo más buscado, sin dudas, son los platos y los copas con los logos de los hoteles por los que pasaron desde presidentes hasta estrellas de cine. Los compradores llegaron atraídos por el boca en boca o a través de mensajes en las redes sociales en los que se anunciaba cada nueva venta. El entusiasmo por adquirir estos objetos es tal que debieron instalar un nuevo sistema: el de hacer citas previas por mail. De todos modos, habrá que ingresar en una extensa lista de espera y recién a mediados de octubre se podrá obtendrá un turno para comprar en forma personalizada dentro de los salones. Este mes, ya hay 60 reservas otorgadas y en octubre, 225.
El público es de lo más variado, desde jóvenes, artistas, dueños de anticuarios hasta presentadores de televisión como Roberto Funes Ugarte, que acudió para contarle a su amiga que está en Europa, Patricia Della Giovampaola, de todo aquello que se exhibe y bien vale la pena comprar. “Me encantaron los respaldos de cama forrados con telas italianas, las lámparas cubiertas de cuero, los espejos. Aproveché y yo también me llevé un montón de cosas para mi nueva casa de Vicente López, hasta toalleros para el baño”, cuenta Funes Ugarte.
En el Alvear, donde los visitantes se apostaban en la entrada trasera de Posadas 1584, se vendió casi todo. De ahí que los pocos objetos que quedan van a ser trasladados al Plaza para unificar la liquidación. En el establecimiento de Recoleta hubo menor cantidad de productos para ofrecer, porque se hará un recambio de mobiliario solo de las habitaciones. Se vendieron mesitas de luz, escritorios y frigobares. En el Plaza, en cambio, hay mayor variedad de oferta ya que adquirirán nuevo mobiliario para todas las áreas del hotel cerrado desde el 2017 por reformas. En tanto el Alvear, que recibe mayormente turismo internacional, solo dejó de funcionar durante la pandemia, pero reabrió a principios de mes. Ambos son propiedad del Grupo Sutton Dabbah.
Eduardo Rocha, empleado del depósito del Plaza desde hace 25 años jamás se imaginó el éxito que tuvieron. Mientras informa a los clientes las medidas exactas de un espejo, cuenta con orgullo a LA NACIÓN que los compradores llegan atraídos por la historia del hotel. “Por acá pasaron desde Maradona, hasta Susana Giménez, Christopher Lambert y Jean-Claude Van Damme”, relata.
Respecto al Plaza, fundado por Ernesto Tornquist, si bien fue uno de los sitios más representativos del Buenos Aires de principios de siglo XX y el primer cinco estrellas de América Latina, durante las últimas décadas era notoria su falta de mantenimiento y conservación. De ahí que trascendió que el proyecto de reforma contemplaría la modernización de todas las instalaciones, la restauración de la fachada y la incorporación de apartamentos. Por eso, están desprendiéndose de gran cantidad de objetos que tenían distribuidos en las 318 habitaciones, en las salas comunes y de convenciones, y en la recepción, entre otros espacios. Lo que más abunda, además de vajilla, son muebles de las décadas de los setenta, ochenta y noventa (escritorios, sillas, sillones, veladores y espejos). En el Alvear, ya se vendieron 80 escritorios, 60 mesas de luz, 100 muebles bajos tipo cómoda, veladores y lámparas, entre otros objetos.
En realidad esta es la segunda tanda de liquidación que se hace en los hoteles. La primera fue en 2018 con una serie limitada de ofertas. La actual comenzó en diciembre del año pasado, pero fue interrumpida por la pandemia. Se retomó a principios de este mes. “Entendemos que hubo gente que se quedó con ganas de comprar. Mientras haya stock seguiremos dando turno por mail. Queremos que se vayan todos contentos”, afirma Dorado.
Entre los casos de compras insólitas, cuentan que un cliente, que llegó de Mendoza, adquirió un antiguo archivero por $15.000. “Hizo el cálculo y se dio cuenta que el flete a su provincia le costaba mucho más caro, pero se lo llevó igual”, indica Dorado. Además, otro comprador se llevó 60 sillas, probablemente destinadas a un salón, y otro, 50 escritorios. Incluso, una persona llegó a comprar los cestos de papeles de todas las habitaciones.
El inventario
Para solicitar turno, es necesario enviar un mail a lilian.grupoalvear@gmail.com. Una vez en el salón principal de la planta baja del Plaza, se puede adquirir cualquiera de las objetos que están a la vista y consultar los precios y características. El pago se puede hacer en efectivo o por transferencia bancaria. Los productos son cuidadosamente envueltos y colocados en cajas por personal del hotel, que está coordinado por Emilio Campos. “Por suerte, algo fue quedando, se llevaron de todo: desde la vieja platina del hotel hasta los inodoros y los barrales de los baños”.
Hasta el momento en el Plaza hay a la venta: lámparas, entre $2000 y $5000; 600 espejos de 1 metro por 1 metro, a $20.000; escritorios antiguos y modernos, entre $20.000 y $40.000; sillones nuevos tipo de director de 1 cuerpo, entre $20.000 y $30.000; mesas ratonas de metal y vidrio, a $35.000; 100 copas con logo. a 200 cada una, y cubiertos de postre y de pescado al mismo precio, entre otros objetos.