En Liniers, bajo la autopista, un refugio de los Auto Unión
Un mecánico se encarga de restaurar viejos ejemplares de los emblemáticos vehículos de origen alemán
Por la bajada de Gallardo de la autopista Perito Moreno, en Liniers, pasan hasta 20 autos por minuto. Sin embargo, los que más llaman la atención son la docena de vehículos de 50 años de antigüedad que están estacionados a un costado, bajo la autopista. A la izquierda asoma la trompa de uno de color azul. Atrás se ven otros con el techo rojo o gris, con las puertas grises o cubiertos con pintura antióxido, con o sin faroles. Son Auto Unión DKW, un coche de origen alemán que se fabricó en la Argentina en la década del 60.
Su propietario es Leandro Yáñez, un mecánico de 50 años que también es dueño del taller ubicado a media cuadra de la bajada. Desde los 16 se dedica a armar y desarmar motores de motos que, al igual que los del Auto Unión, son de dos tiempos, y a correr carreras. "El motor de dos tiempos es un fenómeno físico: hay tres cuerpos trabajando en el mismo espacio. El de cuatro tiempos es simplemente una máquina mecánica", cuenta. Su primer auto fue un Ford 47, también con motor de dos tiempos, que todavía conserva debajo de la autopista.
El primer Auto Unión llegó a sus manos hace diez años. Un vecino se compró uno original porque le recordaba al que tenía su padre y lo tuvo cerca de un año parado en la esquina, hasta que se lo regaló.
"En ese momento estaba con mis motos y pensé: ¿dónde lo voy a poner? Dormía un perro adentro, lo saqué y lo limpié con la hidrolavadora", recuerda. Ese primer auto hoy sigue debajo de la autopista, aunque convertido en "deportivo". "Le bajé el techo para hacerlo más aerodinámico. Me faltarían $ 6000 para terminarlo. La meta sería perfeccionarlo para que llegue a correr a 200 km/h. El DKW original llegaba a 135 o 140", dice Yáñez. Por sus manos pasaron entre 20 y 30 DKW.
Después de ese primer auto siguieron otros, como uno blanco que hoy es su coche personal. Se lo vendió hace unos años un arqueólogo de Floresta y Yáñez le hizo los trabajos de mecánica, le pintó el capó y le puso un tapizado nuevo de color rojo.
La voz se corrió entre los vecinos y así consiguió otros autos, como el que está pintado de rosa. "Estaba en San Miguel en la puerta de una casa, en una calle de tierra. Lo habían chocado, el auto se «acordeonó» y quedó hundido en el barro. Lo saqué con una pala y cadenas, me lo traje y le corté el techo para hacerlo convertible". Yáñez lo pintó de rosa para regalárselo a su hija de 9 años. "Si ella lo quiere", aclara.
Allí también está la carrocería de una cupé Fissore, la máquina que pasó a la historia en 1964 por haber conducido a Julio Sosa hasta su muerte, cuando chocó contra un pilar de hormigón en la avenida Figueroa Alcorta. "El dueño me la trajo desarmada. Es una carrocería hecha 100% a mano, por lo que no se consiguen repuestos: todo es hecho a medida", explica Yáñez.
El vehículo es de procedencia alemana y se fabricó en la Argentina entre 1960 y 1969 en Sauce Viejo, Santa Fe. "El nombre surgió de la fusión de cuatro firmas alemanas: Audi, DKW, Horch y Wanderer. Cada fábrica representa un anillo en la insignia del Auto Unión, y en el logo actual de Audi. Los fabricados en el país llevan el escudo de Santa Fe", explica Alejandro Miniaci, aficionado de estos vehículos. Se calcula que en la Argentina quedan unos 1000 Auto Unión. Pueden costar entre $ 70.000 y $ 80.000.
En el taller de Yáñez se acumulan repuestos y autopartes. Tapas de baúl, guardabarros, puertas, insignias, ruedas. Todos custodiados, desde arriba, por una triple hilera de trofeos de carreras y un dibujo del Profesor Neurus, el personaje de Hijitus, pintado en la pared. "Me gustaría tener un galpón donde guardarlos o exponerlos", dice, y señala el terreno baldío al costado de la bajada de la autopista.
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