El viejo edificio de una bodega clásica se transformará para ser el símbolo de un nuevo polo
Se trata de las instalaciones de Fecovita, donde llegaba el vino a granel en vagones tanques provenientes de Mendoza y se embotellaba para su distribución
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En vagones tanques, el vino que se producía a gran escala en las provincias de Mendoza y San Juan viajaba hasta Buenos Aires en trenes que llegaban hasta los depósitos de las bodegas donde se almacenaban en grandes piletas de cemento, hasta finalmente terminar en la distribución domiciliaria. Eran tiempos de consumo masivo en todo el país, en los que se priorizaba la cantidad y no la calidad del producto. Pero con los años, la ecuación se invirtió: estos depósitos se convirtieron en naves de almacenamiento de otras empresas o directamente desaparecieron para convertirse en nuevos emprendimientos.
Hay edificios que mantienen el romanticismo de la época y ahora podrían recuperar aquel esplendor de los años 50 y 60 aunque reconvertidos para otras funcionalidades. Es el caso de las instalaciones de la cooperativa Fecovita (Federación de Cooperativas Vitivinícolas Argentinas), ubicadas sobre la avenida San Martín al 4000, frente al predio de la Facultad de Agronomía y a la vera del tren San Martín.
Con la creación del Distrito del Vino en Villa Devoto y la onda expansiva que impulsa el proyecto hacia los barrios cercanos, donde hasta los 90 funcionaba un polo vitivinícola, el lugar podría transformarse en un Museo del Vino, un espacio temático, un centro de atracción de enoturismo o alguna de las otras posibilidades que están en estudio. Cualquiera de las opciones convertirá a ese espacio en uno de los íconos del Distrito del Vino, aprobado en septiembre en la Legislatura porteña con el objetivo de promover toda la cadena de elaboración de la industria con la participación de las principales bodegas, las provincias productoras y la ciudad de Buenos Aires.
Desde el Gobierno porteño, Fecovita y la Cámara de Comercio de Villa Devoto confirmaron que los proyectos están en marcha aunque todavía no se definió cuál de ellos se adaptará mejor para volver a darle valor a la zona como parte del distrito, aunque el enfoque será la vitivinicultura. “Se evalúan distintas alternativas aunque todas están en estado germinal. Hay un montón de proyectos, entre ellos un museo del vino, y se están conversando en las diferentes reuniones que tenemos”, explican desde Fecovita.
El Ministerio de Desarrollo Económico porteño lleva adelante los encuentros con todas las bodegas interesadas en instalarse en el Distrito del Vino que comprenderá el perímetro entre las calles 12 de octubre, Espinosa, Biarritz, avenida San Martín, Carlos Antonio López, General Paz, Cervantes, Tinogasta, Emilio Lamarca, Ricardo Gutiérrez, Alfredo Bufano y Terrero. Más de 20 bodegas de las más prestigiosas del país y los gobiernos de Mendoza, Salta, Neuquén y Buenos Aires, están interesados en desarrollar un espacio que vincule la vitivinicultura y el turismo de su región.
Alcance de la ley
La ley aprobada en septiembre contempla distintos beneficios y, para acceder a ellos, los inversionistas, bodegas o provincias interesados debieron inscribirse en un registro. Los primeros 15 anotados podrán computar como pago a cuenta del Impuesto sobre los Ingresos Brutos hasta el 70% del monto invertido en el desarrollo dentro del distrito; para los siguientes anotados será del 50%. El Banco Ciudad ofrecerá líneas de crédito para la construcción, la compra, el alquiler, la mejora y el acondicionamiento de inmuebles dentro del polígono. En esta instancia, como ocurre con Fecovita, se están presentando las propuestas para su evaluación. En los próximos meses podrían comenzar las primeras inversiones.
Entre los proyectos admitidos se encuentran la instalación de puntos de venta minoristas, bares de vinos, vinotecas y cavas, restaurantes, emprendimientos gastronómicos, centros de formación y capacitación, museos y exposiciones, zonas de degustación y promoción de la industria vitivinícola, y zonas de esparcimiento relacionadas con el vino.
Las instalaciones se encuentran Villa del Parque, en el límite con los barrios de Agronomía y Chacarita. Pertenecían a las ex bodegas Giol, que también tenía depósitos donde hoy funciona el shopping Distrito Arcos. La bodega fue fundada en 1896 por Juan Giol y Bautista Gargantini. Según los registros históricos, la empresa se estatizó en 1954, bajo el Gobierno de Juan Domingo Perón, y se volvió a privatizar en 1988 y así se formó la actual Fecovita. En la actualidad nuclea a más de 5000 productores integrados en 29 cooperativas que trabajan unas 25.000 hectáreas de viñedos en Mendoza.
“Formaba parte del polo del tren San Martín que llegaba hasta Mendoza. Era el auge del vino común, que se distribuía en envases retornables, en botella de litro y cajones de alambre que eran distribuidos por un repartidor. Fue en los años 50 y 60, cuando se produjo el pico de consumo en la Argentina con 92 litros per cápita”, recuerda el periodista e historiador Gustavo Choren.
“Esa industria gigante se basaba en que los trenes venían de Mendoza o San Juan en vagones tanques. Desde la avenida San Martín hasta Palermo era un polo de grandes bodegas distribuidoras, como Peñaflor o Giol, bodegas que se acabaron o debieron cambiar cuando el consumo de vino común comenzó a caer en los años 80: se empezó a tomar menos vino y de mejor de calidad”, agrega.
La ley 23.149 provocó un cambio radical en la cadena de producción del vino porque obligó el embotellamiento en origen en 1984. Pero hasta ese momento el vino llegaba a las grandes ciudades en los vagones tanque y se vertía en grandes piletones de cemento (o tanques cerrados) para ser envasado en los depósitos, como ocurría en las ex bodegas Giol. Antes de esa época, el vino viajaba en barriles transportados en mulas hasta 1885 cuando el tren comenzó a llegar desde Mendoza y San Juan. “Hasta la década del 20 y 30 el vino se vendía suelto. Las despensas y almacenes tenían barriles, los clientes llevaban los envases y se llevaban lo que necesitaban”, cuenta Choren.
En los años 90 se produjo otro cambio de paradigma en la industria con la profesionalización de la producción que elevó los estándares de calidad y abrió la exportación, aunque con una caída en el consumo interno respecto del pico (21 litros según el Instituto Nacional de Vitivinicultura). Toda esta historia y las diferentes etapas podrán estar reflejadas en los diferentes proyectos pensados para el Distrito el Vino.