Un exreducto tanguero en los Bosques de Palermo, conocido como El Tambito, continúa abandonado desde hace más de una década. A pesar de las promesas de rescatarlo de sucesivos gobiernos porteños, es visible cómo su deterioro se aceleró durante los últimos meses. Llama la atención de quienes transitan por la Avenida Berro, metros antes de llegar al Jardín Japonés, que poco queda de aquella bella construcción patrimonial del 1800: techos, puertas y vigas de madera fueron quemados, y las pocas tejas originales que lo protegían se han caído y roto en pedazos. Su interior fue saqueado, guarda basura y es utilizado por personas en situación de calle para cobijarse. Hubo intenciones de transformarlo en un bar con Wi-Fi, en un museo del tango y en un espacio cultural perteneciente a la comunidad LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales). Ninguna se concretó.
"El estado de este edificio situado en un área de protección histórica, la APH 2 Parque Tres de Febrero, es responsabilidad absoluta de las administraciones de la ciudad, que siempre supieron sobre su degradación. Es una casa a la vista de todo el mundo, no es algo oculto. No es culpa de los que la intrusaron. Los sucesivos responsables de la custodia del inmueble dejaron que eso ocurra y lo abandonaron a las inclemencias del tiempo y de cualquier okupa o vándalo", dijo Osvaldo Guerrica Echevarría, presidente de la Asociación Amigos del Lago de Palermo. Y remarcó que no se observa vigilancia alguna durante el día en las inmediaciones de la construcción, erigida en la Plaza Sicilia, una de las más despobladas del parque, a orillas del lago Victoria Ocampo. "Sería raro que haya vigilancia sobre una ruina provocada por el mismo gobierno", agregó el arquitecto, quien mandó una serie de cartas de lectores a LA NACION preocupado por la condición de la obra. Lo mismo hicieron otros vecinos.
Si bien hoy una tapia rota de un poco más de un metro y un cerco de abelias intentan ocultarlo, El Tambito no pasa inadvertido. "Ventanas tapiadas con mampostería, maderas expuestas a la intemperie, probablemente incendiadas en forma no accidental, completan la visión que tiene el paseante de su ruina progresiva", se lamentó el arquitecto Germán Carvajal sobre el antiguo ícono tanguero, que además ostenta vidrios rotos y manchas de hollín en las paredes. También se mostró asombrado un matrimonio de Bahía Blanca que caminaba alrededor de la casa para observar su estado. "Siento mucha pena por ver esto destruido", dijo Alicia Sanz, y su esposo, Marcelo Mambrioni, agregó: "Llegamos de visitar Europa, donde se cuida el patrimonio; acá es increíble ver cómo dejan venir todo abajo".
La instalación de El Tambito data de 1877. Es una obra de las denominadas "pintoresquistas" que se hacían en esa época. Primero se arrendó para el expendio de leche al pie de la vaca, a cuyo fin el beneficiario, Vicente L. Casares, debería cercar el lugar, construir un establo y mantener el quiosco y el terreno en perfectas condiciones, incluyendo plantas de ornato. Transcurridos más de 10 años, en 1888 El Tambito volvió a ser objeto de negociaciones entre la municipalidad –su propietaria– y particulares. "Así nos enteramos de que para entonces el Kiosco Casares se encontraba desocupado e improductivo y que Constant Fermán y Cía. se proponían rehabilitarlo. Luego siguieron otros arrendatarios y al Kiosquito, o Tambito, además de expender leche durante el día se le fueron anexando servicios", explica Sonia Berjman en su libro Palermo. El Parque 3 de Febrero de Buenos Aires.
Según la licenciada en Historia de las Artes, otra de las características que ponen de relieve el valor patrimonial del chalet es que se asemejaba al desaparecido Café de Hansen, especialmente en el hecho de haber sido también refugio de tangueros trasnochados, lugar de duelos y trifulcas, y escenario para lucimiento de orquestas y cantantes de la ascendente música ciudadana. Estos dos locales, junto a El Velódromo, conformaban un tradicional circuito de tango del Buenos Aires de fines del XIX y principios del XX, escenario no solo de la música y el baile, sino también de peleas entre malevos y compadritos; el local, incluso, padeció una clausura temporal por un hecho de sangre que llegó a la crónica policial.
Años después, fue sede de la administración del Parque Tres de Febrero en la década del ’40 y Casa de la Juventud durante la gestión del radical Facundo Suárez Lastra, para pasar a llamarse Casa Joven desde febrero de 2001 hasta aproximadamente 2005. Desde entonces, el emblemático chalet sufre el abandono y la desidia.
Durante los últimos años, las promesas de poner en valor la histórica construcción incluyeron la instalación un bar, de acuerdo con una ley porteña de 2014 que impulsaba la construcción de bares en todas las plazas de más de 50.000 metros cuadrados de superficie. A cambio de la concesión por cinco años que les daría la Ciudad, los privados deberían ofrecer sin costo Wi-Fi, sanitarios, una estación de vida saludable con zona de descanso e hidratación, biblioteca y estacionamiento. En El Tambito el plan no prosperó. Consultado el Ministerio de Ambiente y Espacio Público informó, sin dar mayores detalles: "Desde la Ciudad hemos trabajado en un anteproyecto para darle un uso a ese espacio, pero por cuestiones del Código de Planeamiento Urbano no se han podido concretar. Estamos analizando las diferentes posibilidades que ofrece ese espacio". Por su parte, la Asociación de Amigos del Lago de Palermo continúa rechazando la instalación de un bar. "El Tambito debe ser destinado a usos inherentes al Parque Tres de Febrero, no para usos comerciales no compatibles con los espacios verdes públicos. Los usos comerciales no están permitidos en este distrito. Proponemos que sea la sede del Cuerpo de Guardaparques con el que se debe contar", dijo Guerrica Echevarría.
En 2015, distintos artistas, entre ellos el músico Antoliano Rojas, comenzaron una campaña en la plataforma Change.org llamada "Salvar al Tambito" para pedir que el lugar volviera a ser un espacio tanguero, como lo fue en su momento cuando formaba parte del circuito tradicional del tango en Palermo. Dos años más tarde, el legislador Maximiliano Ferraro (Coalición Cívica) lanzó un proyecto en el que propuso restaurarlo y convertirlo en un espacio cultural de diversidad sexual, juventud y derechos. Ninguna de estas iniciativas prosperó.