"¡Por el poder de Grayskull! ¡Yo tengo el poder!", gritaba el Príncipe Adam para transformarse en He-Man, el hombre más fuerte del universo dotado de una fuerza sobrehumana que le permitía defender el reino de Eternia y el Castillo de Grayskull de las fuerzas de Skeletor. Contaba con la ayuda de Sorceress, Man-At-Arms y Battlecat, un temible felino que aparecía cuando un gato miedoso recibía la descarga de la espada mágica de He-Man.
El personaje animado, creado en los años 80 , se instaló fuerte en la Argentina y adoptó a una gran cantidad de seguidores que se convirtieron en fanáticos más allá de la niñez. El dibujo le dio pasa al cómic y así se fortaleció el vínculo con el Príncipe de Eternia y todo su clan. Hoy los recuerdos de ese pasado nostálgico pueden encontrarse en muñecos, revistas de colección, figuritas o un póster como el que compró un cuarentón por $5000, una de las tantas piezas exhibidas, y a la venta, en una local perdido del microcentro, paso obligado para coleccionistas exigentes.
Las Puertas del Tiempo, ubicado sobre la calle Sarmiento al 1300, a pocas cuadras de la 9 de Julio, se abre como una galería que viaja por diferentes épocas reflejándose en los 50.000 productos a la venta. Muñecos de Star Wars, GI Joe, Batman, Transformers, Titanes en el Ring, Los Picapiedras, Patoruzú, Boca, River y San Lorenzo, entre otros, se encuentran en los escaparates dispuestos a ambos costados del comercio de 50 metros de largo. Detrás de los alambrados que protegen esos tesoros hay objetos a la venta por hasta $25.000. Eso vale un cinturón de juguete de Martín Karadagian con su cartel publicitario intacto de 1958.
"Es lo más caro que tenemos en el local, pero también hay un dinosaurio de Los Picapiedras por $12.000 y dos carameleras, de la Momia y de Karadagian, a $22.000 cada una. Hay que verlo con el ojo del coleccionista porque si no, no lo valoras. Acá entra gente que no es del palo y se ríe de risa de los precios, pero el coleccionista no se espanta por los precios", cuenta Jorge Piermarini, el dueño del local. "El coleccionista no se va de vacaciones, pero se gasta 30 lucas en un objeto. Somos gente con la cabeza diferente. Estamos en una cofradía distinta", sostiene.
Las Puertas del Tiempo, o el Maracaná del Usado, como se lee en la marquesina que da a la calle, funciona desde hace seis años, aunque se pasó los primeros tres a puertas cerradas. Durante ese tiempo se acomodaron muñecos, revistas, fotos, camisetas, autitos y miles de objetos más con sus precios. "Compraba cartuchos de impresoras usados y los recargaba, pero me gustaba el ‘toque’ de las antigüedades y un día empecé a comprar. Compraba y acumulaba hasta que decidí abrir el local. Mis amigos me decían ‘¡estás loco! ¿vas a vender esas porquerías?’, pero a mi me dio un fetiche con todo esto y arranqué", recuerda Jorge.
Los primeros proovedores fueron cartoneros que ofrecían los objetos encontrados en la calle. Algunos muñecos o viejos juguetes de los más valiosos llegaron mediante operaciones entre coleccionistas; ahora hay un ejército de "buscas" que van temprano al Parque Centenario y Rivadavia para conseguir lo que más salida tiene en Las Puertas del Tiempo: artículos de He-Man y Stars Wars, lo más pedido por los clientes.
"¿Viste ese avión de GI Joe? Usaba uno igual cuando era chico. La gente de mi generación colecciona mucho. Yo tengo muchos muñecos en la caja original, sin abrir, así no pierden el valor", cuenta entusiasmado Esteban Pascual, cerca de los 40 años y fanático de He-Man. "Compro bastante cuando viajo al exterior. En este local hay mucho que me quisiera llevar. Me dan ganas de comprarme todo", suelta mientras su pareja, Zulema Torres, asiente y se ríe.
Hay curiosos que caminan por la calle Sarmiento y al llegar a ese túnel del tiempo se detienen, hacen un paneo y se sumergen en una caminata por los dos largos pasillos que los conducen a a otros tiempos. Muñecos Jack, el Gauchito del Mundial 78, réplicas del Turismo Carretera, autitos de rally, máscaras, zapatillas importadas y de diseño limitado, camisetas colgadas... Es difícil no tentarse. "Encontré cosas ligadas a la carrera que estudio, Historia, y otras que me recuerdan a mi infancia como la revista Anteojito, el Topo Gigio o los muñecos de Playmobil. Me parece súper interesante el lugar, seas coleccionista o no", resume Soledad Álvarez mientras recorre el lugar.
Dos mexicanos entran, preguntan por muñecos de He-Man y comienzan a regatear. Algunos brasileños ven colgadas las camisetas de Boca y las quieren comprar mientras un hombre que ya pinta varias canas se queda pegado al tejido. Quizás esté pensando en pagar todo lo que vale el objeto que eligió para atesorarlo entre los recuerdos de su infancia.