El pasaje en forma de cruz: Butteler, un rincón único de Parque Chacabuco
El particular diseño de la callecita corta en cuatro una manzana; la vida social se congrega en la plaza Discépolo, que frecuentaron el compositor y Gardel
En el barrio porteño de Parque Chacabuco hay un pasaje que le imprime al interior de una manzana el trazado de una cruz. Son cuatro diagonales con el nombre Butteler que la desgajan en cuatro sectores con forma de trapecio y que, partiendo de cada una de sus esquinas, van directo hasta su corazón: una plaza central, que funciona como escenario sin telón de la vida vecinal desde hace más de 100 años.
La manzana está delimitada por las avenidas Cobo y La Plata, y por las calles Zelarrayán y Senillosa.
Con apenas correr la cortina de la ventana de su casa, Graciela Puig, de 62 años, puede ver el busto de Enrique Santos Discépolo, que le da el nombre a la plaza, con su arenero, el tobogán y la hamaca. "Es un barrio especial y los chicos tienen mucha libertad", dice. Mientras tanto, su marido, Krikor Sarikamichian, de 58, y a quien todo el mundo conoce como Gregorio, lleva en brazos a uno de los niños del barrio y lo cuida como si fuera uno de sus nietos.
Cruzando la placita vive Tomás Nieto, otro vecino, de 19 años. "Cuando sos chico y vivís en una calle común, tu mamá no te deja ir solo a la esquina, pero acá es distinto porque siempre hay alguien más grande que te mira", comenta.
Las calles de empedrado y las veredas son tan angostas (no más de 3 y 1,5 metros, respectivamente) que todos estacionan los autos con dos ruedas sobre la calzada y las otras dos en la acera, para permitir la circulación.
En el pasaje, cada casa tiene un número: par o impar del 1 al 100. La número 1 está en la esquina de La Plata y Zelarrayán. A partir de ahí, la numeración va creciendo en el sentido contrario a las agujas del reloj hasta Zelarrayán y Senillosa, con números impares.
Un laberinto
Los bordes del segundo trapecio, cuya base mayor es la calle Senillosa, llevan sólo números pares; los del tercero, otra vez impares, para volver a ser pares en el último. Así, frente a la casa número 5 se encuentra la 88: un auténtico laberinto para los carteros.
En la vivienda numerada como 17 habita Mara Matto, junto a sus hijos y su marido. Se mudaron hace 11 años y, cuando llegaron, no sabían que allí había vivido Rafael Rossi, bandoneonista de Carlos Gardel. Lo supieron por el relato de los vecinos y por un portón con sus iniciales que encontraron mientras hacían arreglos. En la fachada de su casa, el Grupo Artístico de Boedo pintó un mural con motivos tangueros. Se dice que, en los años 30, Gardel y Discépolo solían reunirse allí, en la que por entonces se llamaba "la placita escondida".
Silvia Perillo, otra vecina de 70 años que vivió la mitad de su vida en el número 28 del pasaje Butteler, recuerda que, cuando se mudó, en la plaza no había rejas, que en el centro había un aljibe y que en cada esquina había dos monolitos con cadenas para impedir que ingresaran autos desde afuera.
También menciona que en el pasaje, al que ella define como su "lugar en el mundo", se filmaron publicidades, videoclips y películas, como Culpable, de Hugo del Carril, en 1959, o Valentín, rodada en 2002 y protagonizada por Rodrigo Noya. "Sigue siendo íntimo como una familia. Los vecinos son muy solidarios. Hacés media cuadra y te saludan 20 personas", agrega.
Para mantenerlo cuidado, algunos vecinos, como Virginia Salomone, se reúnen en asamblea para limpiar y pintar los bancos, plantar árboles nuevos u organizar actividades, según cuenta. "Es un microbarrio de Buenos Aires: la plaza es el patio de atrás de la casa. Está rodeado de avenidas pero acá es como estar en otro mundo", explica.
El viejo gasómetro
Hace unos años, los vecinos pintaron los frentes de sus casas de diferentes colores. Rafael del Campo, marido de Virginia, le agregó a la suya, la 59, un mural en cerámica que retrata el gol de taco de José "el Nene" Sanfilippo a Antonio Roma, el arquero de Boca, en 1962. Cuando se mudaron, hace seis años, en ese frente había pintado un mural con cuervos. "Vi la foto del gol toda mi vida y soy fanático de San Lorenzo", rememora.
A pesar de estar situado dentro de los límites del barrio de Parque Chacabuco, el pasaje Butteler se emplaza a tres cuadras del Viejo Gasómetro de Boedo (avenida La Plata, entre Las Casas e Inclán) e incluso se lo suele asociar como el lugar de encuentro de la barra del club, que lleva el mismo nombre.
Sin embargo, los vecinos desestiman esta versión. "El punto de encuentro era en Cobo y Viel [a dos cuadras del pasaje] y de ahí pasaban y pasaban con las camisetas para ir a la cancha", recuerda Gregorio.
"Quedó la fama de que es un barrio peligroso, pero no es así", niega Etel Trozzo, quien desde hace más de 60 años vive en el pasaje junto con su hermana, Zulema.
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