El particular negocio porteño que se dedica exclusivamente a vender globos terráqueos
Se llama Don Mundo y queda en Recoleta; tienen globos con todo tipo de diseños
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Hacer girar el globo terráqueo con los ojos cerrados y detenerlo con el dedo en un país al azar para decidir un viaje es una antigua costumbre. Para darle una vuelta de tuerca, un estudio porteño de diseño vende globos oficiales y otros con un toque artístico que le dan al “mini mundo” un valor decorativo.
En el 2015, los cuatro socios del estudio, Eugenia Fernández Andreu, Carlos Carboni, Leandro Gerardi y Javier Casares, decidieron que no les alcanzaba con trabajar para clientes corporativos. “Necesitábamos tener algo propio, poder jugar con nuestro propio diseño”, explica Eugenia al diario LA NACION, mientras hace girar uno de sus mundos de colores. Así lanzaron Don Mundo, con toda una línea de globos terráqueos.
Nace un emprendedor
Como en todos los casos, para empezar a mover al mundo es necesario una palanca. Y estos diseñadores la tuvieron. “Hicimos una serie de globos terráqueos para regalos empresariales de uno de nuestros clientes –explica entusiasmada Fernández Andreu-. Tuvimos que estudiar toda una serie de procesos para lograr el producto terminado. En ese momento se nos ocurrió que éste era nuestro punto de partida”.
El proceso para llegar a los actuales productos del estudio fue un camino de prueba y error hasta lograr los materiales ideales. “Encontrar cada material y hacer los test con los pegadores para llegar al globo terráqueo de calidad que ofrecemos –resalta Eugenia-. Al principio cada artesana tardaba unas cuatro horas en hacer un globo. Con el tiempo fuimos bajando esos tiempos con la experiencia”.
Con el producto perfeccionado, la pandemia aceleró todo. Mucha gente en sus casas con tiempo para navegar las redes sociales y encontrar algo que hacer o qué comprar. En ese momento, estalló la venta de los globos de Don Mundo. Mientras prende una de las luces de los globos, Eugenia relata que “con la tienda online logramos equilibrar todo el parate que tuvimos en el estudio con la cuarentena por el coronavirus”.
Casi de un día para el otro empezaron a vender unos 100 globos mensuales. “Con la pandemia se nos habían cancelado varios trabajos que estaban casi terminados –recuerda Fernández Andreu-. Nuestra idea nos permitió mantenernos durante la pandemia. No sólo eso, tener algo con diseño propio y que genere tan buena recepción en el público genera como una felicidad extra”.
En ese momento de boom de ventas hasta recibieron pedidos mayoristas de cadenas como Falabella, pero desistieron de aceptarla porque les era imposible producir la cantidad que les pedían mensualmente.
Ya con las aperturas del 2021, Don Globo apostó por tener un local a la calle para sumar a su venta online. Ubicado en Talcahuano y Arenales, forma parte del circuito de diseño y decoración de la ciudad de Buenos Aires.
Un globo argentino para el mundo
Solo hay dos empresas en el mundo que hacen este tipo de globos terráqueos con diseño y en forma artesanal: Don Mundo en Argentina y en el Reino Unido el artesano Peter Bellerby. La empresa argentina recibe mensajes y llamados desde distintas partes del mundo para tener sus productos. Pero no es tan simple la exportación de los mini mundos.
Para vender su producto en el país, Don Mundo tuvo que homologarlo en el Instituto Geográfico Nacional. Además, otro tema es la situación del país que pone trabas a las exportaciones. “Se nos complica muchas veces conseguir los materiales o contar con un precio estable para esos artículos –se queja Eugenia-. A eso se agrega los impuestos y comisiones de las tarjetas de crédito en la venta. Eso se lleva casi un 40% del precio del globo, que se venden entre 18.000 pesos los más caros con luces hasta 13.000 los más económicos”.
Don Globo mantiene una producción y venta de unos 200 globos mensuales. “La demanda para exportar está –argumenta Eugenia-. El problema es que nos demandaría una inversión que en Argentina no sabemos si es posible cubrir en el corto plazo por la incertidumbre económica”.
Coleccionistas y abuelas
En el local de la calle Talcahuano se exhiben los mundos en dos muebles que llegan casi hasta el techo. Allí entran todo el tiempo clientes preguntando precios o hasta para sacarle una foto a los globos. María Belén Lyall es la encargada del local y recibe a todos con una sonrisa debajo de su barbijo. “Compran muchas abuelas. Tienen el recuerdo de su infancia y quieren que sus nietos revivan esos momentos de tener un mundo en sus manos”.
Otra opción son los coleccionistas o los que se enamoran del producto. “Viene una persona y se lleva cuatro o cinco -se entusiasma María Belén-. Uno para el living, otro para el estudio y así”. Con la apertura pospandemia, los turistas volvieron a pisar las calles porteñas. “Entran muchos uruguayos o europeos, pero también familias de las provincias de visita en la ciudad”, cuenta Lyall.
Pese a las trabas, Don Mundo proyecta un futuro con nuevos productos y con desembarcar en Miami o España. “Estamos negociando para desarrollar un globo terráqueo con un personaje infantil histórico muy popular –cuenta Eugenia-. Además, vamos a empezar a buscar algún socio para abrir un local en Estados Unidos o Madrid para vender nuestros productos”. Así, desde el pequeño local de Don Mundo repleto de globos terráqueos de colores se sueña en grande para llevar los mini mundos argentinos recorran el mundo.