El paro de subte generó confusión entre los trabajadores y pasajeros
Hubo boleterías abiertas y otras cerradas; podrían decidir nuevas medidas
Con un acatamiento total al paro de dos horas , pero al mismo tiempo disparidad y confusión entre los trabajadores para ejecutar las medidas de fuerza posteriores, se cumplió ayer la acción de protesta que la Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y Premetro (Agtsyp) llevó a cabo para reclamar mayor seguridad y el blindaje de todas las boleterías de la red.
Hoy no habrá medidas de fuerza, pero los metrodelegados estarán en asamblea para decidir los pasos siguientes en su reclamo. Si no encuentran respuestas aceptables, afirmaron anoche a LA NACION, podrían decidir un nuevo paro.
Entre las 5 y las 7 no hubo formaciones que recorrieran las vías , lo que afectó a miles de pasajeros que habitualmente utilizan el subte en esa franja horaria. También sufrieron las consecuencias del paro aquellos usuarios que viajan en la hora pico de la mañana, ya que el funcionamiento del servicio sólo fue óptimo bastante después.
Luego del paro, que tomó desprevenidas a no pocas personas, el acatamiento de la otra medida de protesta fue dispar según la línea y la estación. Los metrodelegados habían decidido no abrir ninguna boletería. Sin embargo, la orden no fue respetada por todos los trabajadores, ya que en muchas cabinas se pudieron comprar boletos y muchos pasajeros tuvieron que usar sus tarjetas para trasponer los molinetes.
El conflicto comenzó el 1° de junio, cuando la Policía Federal dejó de prestar servicio de seguridad en el subte, que fue asumido desde entonces por la Policía Metropolitana. Los metrodelegados consideraron que la nueva metodología de despliegue no les daba seguridad.
El gobierno porteño dispuso que 550 hombres entrenados y seleccionados especialmente cumplieran el servicio preventivo en andenes e incluso en formaciones, pero no se quedan junto a las boleterías, como lo hacían los federales.
Otro foco del problema fue la promesa de Subterráneos de Buenos Aires (Sbase) de blindar la totalidad las boleterías -más de 100- para resguardar a los empleados. En diciembre de 2013 todas las cabinas debían estar acondicionadas, pero hasta hoy ninguna fue modificada.
El secretario general de la Agtsyp, Roberto Pianelli, anticipó a LA NACION que hoy continuarán las asambleas, en las que decidirán los próximos pasos. "No hay medidas de fuerza pensadas a corto plazo, pero de las reuniones con los compañeros pueden surgir otras medidas", dijo.
Sin unanimidad
El alto acatamiento del paro entre las 5 y las 7 contrastó con la confusión que reinó entre usuarios y empleados de Metrovías. "¿Por qué no puedo pagar?", se preguntaba un pasajero mientras pasaba una y otra vez la SUBE por el lector de un molinete en Congreso de Tucumán, de la línea D. No había notado que las máquinas estaban fuera de servicio ni que los molinetes estaban liberados.
Allí no había ningún empleado que atendiera las boleterías y las puertas de emergencia se veían abiertas de par en par, con acceso libre a los andenes. El único efectivo de la Metropolitana que custodiaba la zona se ocupaba de despejar dudas. "Puede pasar gratis, señor", decía a los pasajeros que no sabían de la protesta de los metrodelegados.
El panorama era bastante diferente en otras estaciones de la misma línea. En Juramento, por ejemplo, los usuarios debían abonar el pasaje y en las boleterías se atendía con normalidad. Más adelante, en Palermo, ocurría lo mismo. "Si sabía que me iban a cobrar viajaba en colectivo, que me salía más barato", se quejaba una anciana.
En la línea B ocurría algo similar. En la estación Federico Lacroze el reclamo gremial se hacía efectivo, con los empleados dentro de las cabinas -se los podía ver a través de los vidrios-, pero las ventanillas cerradas y el pase libre para los pasajeros. Sin embargo, en otros tramos de la misma línea los molinetes no se habían liberado y los usuarios debían pagar los $ 4,50 del pasaje. Una situación parecida ocurría en las estaciones San Martín y Retiro, de la línea C.