El nuevo estadio, eje de la polémica
Tras el escándalo en la comuna 4, vuelve a escena el proyecto para jubilar la Bombonera
"Estamos a favor de que el club le dé algo al barrio. Pero que no se les ocurra poner ni un ladrillo para un estadio nuevo, porque eso no se lo vamos a permitir." La frase la dijo el dirigente José Luis Palazzo, uno de los integrantes más enérgicos de la mesa directiva de la asamblea de socios por la minoría, durante la asamblea del 30 de marzo último, en la cual Boca aprobó por unanimidad la compra de los terrenos linderos a Casa Amarilla.
Resultaba ridículo no aprovechar la posibilidad de duplicar la superficie del club a un precio y unas condiciones de pago irrisorios: el metro cuadrado le costó a Boca 5000 pesos. Y tuvo otra enorme facilidad: un primer pago de apenas 5% de los 180.600.000 pesos que valen esos 32.000 m2, y el resto, en 41 cuotas fijas trimestrales (10 años).
Sin embargo, las sospechas y la tensión de aquella noche pasaban por desnudar los planes que tiene el oficialismo para esas tierras. Porque mientras el club dice comprometerse a "mejorar el espacio público de la zona, ampliar el circuito turístico, construir una biblioteca y un teatro independiente", entre otros beneficios para el barrio, Daniel Angelici, presidente del club de la Ribera, insiste en la idea de construir un estadio nuevo para 80.000 espectadores, e incluso tasó la obra en 300 millones de dólares. La contradicción en los mensajes es, por lo menos, curiosa.
Según pudo averiguar LA NACION, el titular de Boca aguarda agazapado una hipotética clasificación a las semifinales de la Copa Libertadores (anoche definía el pasaje a los cuartos) para aprovechar el éxito deportivo y ponerle fecha al plebiscito, que sería en junio. Allí aspira a lograr que sean los mismos socios de Boca (49.000) los que voten por un estadio nuevo. Si, como se prevé, formarán parte de esa decisión trascendental para el club los 75.000 socios adherentes (que son los que más padecen la imposibilidad de tener una ubicación en la Bombonera), el triunfo de esa postura está garantizado. La lectura, entonces, será: "Debemos hacer lo que el socio nos pidió".
El escándalo que se produjo anteanoche en la sede de la comuna 4 dejó en evidencia que la idea de Angelici sigue en pie, y todo indica que la Legislatura porteña no pondría trabas para modificar todas las leyes que haya que retocar para que en esas tierras se pueda construir un nuevo estadio. Serán entonces los vecinos, que en su mayoría no aprueban la construcción de un estadio nuevo, los que hagan valer sus derechos.