Tras los muros que rodean la manzana en Azcuénaga al 1600, no solo se encuentra el Colegio Misericordia sino también una casa para ancianas, un hogar de niñas y una residencia universitaria
- 6 minutos de lectura'
En plena Recoleta existe un enorme conjunto edilicio de gran valor patrimonial que pocos conocen. Sobre Azcuénaga al 1600 un cartel dice Colegio Misericordia, pero tras los muros que rodean la manzana se esconden también tres entidades benéficas: la Casa de Ancianas, el Hogar de Niñas y una Residencia Universitaria. Se trata de una pequeña ciudad de 6000 metros cuadrados cubiertos por donde unas 500 personas circulan a diario, entre empleados y quienes habitan el lugar creado por las Sociedad de la Misericordia, entidad nacida hace 150 años, una de las asociaciones de beneficencia más activas y antiguas del país.
El 14 de septiembre de 1872 nace la obra de la Misericordia cuando un grupo de porteñas decidió unirse con el fin de crear un gran asilo para socorrer a familias indigentes, dándoles trabajo y educación a sus hijos. Después de haber ocupado otros inmuebles, el intendente Torcuato de Alvear les otorgó un terreno entre las calles Azcuénaga, Peña, Larrea y Pacheco de Melo. Fue entregado bajo el título de propiedad a perpetuidad para el asilo.
“Sin embargo, desde ese entonces y hasta hoy se nos hace cada vez más difícil el mantenimiento y la conservación de estos centenarios edificios. Hacemos lo imposible por sortear las grandes dificultades económicas por las que atravesamos sin ningún tipo de apoyo estatal u gubernamental. Somos 100 voluntarias y 250 empleados que todo lo hacemos con mucho amor y a pulmón”, afirma Angélica Riglos de Gowland, presidenta de la Sociedad Damas de la Misericordia, durante una recorrida con LA NACION.
Un marqués italiano
Una vez conseguido el terreno empezó el levantamiento del Hogar de Niñas con planos dibujados ad honórem por el prestigioso arquitecto Carlos Morra, Marqués de Monterochetta, autor de varias “escuelas palacios” como la Presidente Roca, Mitre, Sarmiento y Belgrano. También diseñó el edificio de la Lotería Nacional, luego Biblioteca Nacional en la calle México, y muchos otros inmuebles. Entre ellos el del Tiro Federal y el Banco Nación.
La construcción del orfanato fue obra de Francisco Pinaroli. Se inició en 1884, y fue terminado e inaugurado tres años más tarde. Los fondos provinieron de la caridad pública y del Gobierno nacional del presidente Miguel Juárez Celman.
Recorrer hoy por dentro este asilo que posee al único colegio de niñas pupilas que queda en la ciudad depara una serie de sorpresas. En primer lugar, es un edificio octogonal y con autonomía. Se asienta separado de las demás expansiones sufridas por el conjunto a lo largo de los años. En segundo lugar se aprecia su tranquila, sufrida y calculada elegancia donde se destaca un gran patio central arbolado, un oasis en medio del ruido de la ciudad. Alrededor del patio se encuentran las aulas, los coloridos dormitorios de las chicas, los baños.
El visitante detallista encontrará aquí y allá picaportes, mayólicas y hasta vidrios originales. En términos generales la mantención es buena aunque hay sectores que necesitan una puesta en valor. Llaman la atención los techos de seis metros de altura y las ventanas de madera de tres metros y medio. Todo esto da una idea de la magnificencia de la construcción acorde a las ideas higienistas de Sarmiento en boga en su momento donde se privilegiaban los ambientes amplios, con circulación de aire.
En el lugar se destacan los perfiles de hierro de los talleres Vasena, las estructuras tipo ferroviario con bovedillas, los mármoles de baños y escaleras. El Comedor del Hogar está revestido de mayólicas de un rojo subido y se observan mesas de pie de hierro colado y tapa de mármol de Carrara. El horno de la cocina fue donado por la iglesia Mater Admirabilis de Retiro después de quedar destruido en el atentado de la Embajada de Israel. En la Misericordia lo repararon y hoy se utiliza a diario para preparar un total de mil raciones de comida.
Las voluntarias de la Misericordia cultivan el bajo perfil y casi no publicitan su obra. Sin embargo, quien recorre los edificios percibe de inmediato el gran esfuerzo realizado a diario. “Concurren al Hogar más de 160 niñas. Están pupilas de lunes a viernes y los fines de semana regresan a sus casas. La edad oscila de 4 a 14 años y provienen de barrios populares de la ciudad y del conurbano bonaerense. Se les brinda educación inicial y primaria, talleres de actividades deportivas y artísticas”, explicaron desde la Comisión Directiva.
Una capilla de estilo gótico
Por su parte la capilla, dentro de este conjunto arquitectónico, es un nexo entre el espacio del Hogar de Niñas casi escondido, y el exterior del barrio. Es de estilo gótico, con líneas sobrias y elegantes y grandes ventanas ojivales. En 1912 fue reformada. También le hicieron algunos nuevos arreglos hace un par de años, pero debieron suspenderlos por la falta de fondos.
Unos años antes, en 1896, fue inaugurado el primer pabellón para ancianas de escasísimos recursos que hoy es llamado la Casa de Ancianas. Los planos fueron confeccionados por el ingeniero belga Julio Dormal, autor del Palacio Ortiz Basualdo, del Ministerio de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires y uno de los arquitectos del Congreso de la Nación Argentina y del Teatro Colón. Con el correr de los años se inauguraron varios pabellones más y, en 1979, bajo la presidencia de Riglos de Gowland, se habilitó el último.
Según explica la mujer, “en la Casa de Ancianas hoy se continúa recibiendo a mujeres mayores con situaciones económicas delicadas, y de alta vulnerabilidad. Pueden entrar a partir de los 60 años, pagan el 70% de su jubilación y es condición que sean autoválidas. Residen 65 señoras, tienen cuartos individuales y hasta pueden traerse sus muebles”.
El Colegio
En 1890 deciden instalar una escuela para niñas externas de familias de recursos económicos que ayudaran al sostén de ambas obras. Funcionaba en dos casitas en la esquina de Azcuénaga y Melo. En 1900 se inaugura en Azcuénaga y Peña un nuevo edificio para el ya por entonces bautizado Colegio Nuestra Señora de la Misericordia, construido por los arquitectos Duncan y Clerici.
Hoy se educan en la Misericordia 750 chicos y chicas. Por otro lado, en 1927 se abre un nuevo pabellón que se denominó Hogar Pensionado de Estudiantes Universitarias, que aun hoy funciona recibiendo a jóvenes de todo el país. Para solventar la gran cantidad de gastos que implican las obras benéficas las voluntarias crearon en los 90 el negocio Flox, en la misma manzana. Es una casa de venta de regalos y artículos de decoración.
También instalaron la Feria Vintage OGA Misericordia donde en el patio interno del colegio venden regularmente ropa y todo tipo de objetos usados. “A pesar de todos estos esfuerzos, parece que nada es suficiente hoy en día para mantenernos. Por eso pedimos que se contacten con nosotros para colaborar”, aseguró Riglos de Gawland.
- Para conocer el complejo religioso o brindar ayuda se pueden contactar por Instagram: @socmisericordia, @hogarcasademisericordia, @floxhome, @feriavintageogamisericordia