El Mirador del Ahorcado, la casona de San Cristóbal que oculta la trágica historia de una familia
Se trata de una obra del célebre arquitecto italiano Virginio Colombo y está ubicada sobre la avenida Entre Ríos
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En ruinas, tapiada y con las ventanas del frente abiertas como si alguien viviera allí, un mito urbano asegura que en su mirador se puede ver la figura ahorcada de uno de sus antiguos habitantes. Al menos eso dicen los vecinos de esta emblemática casona obra del célebre arquitecto italiano Virginio Colombo, en el barrio de San Cristóbal, que al estar cerrada y deshabitada desde hace décadas la envuelven varios misterios y pocas certezas.
Ubicada en Avenida Entre Ríos al 1077, a dos cuadras de la Autopista 25 de mayo, el caserón fue levantado a principios del siglo XX con materiales traídos íntegramente de Europa: pisos de roble, frescos y bronces decoraron el lugar. Según una nota aparecida en la revista Caras y Caretas en los años 20, la vivienda era prácticamente una mansión ya que el living daba a la calle y desde afuera se podía observar un gran fresco y los techos pintados en dorado junto a importantes escaleras. Hoy, poco queda de todo aquello.
Según el sitio del Gobierno porteño ciudad3d, la vivienda que tiene una superficie edificada de casi 1000 metros², es un inmueble de un piso y tiene protección cautelar, es decir se puede modificar el interior pero no la fachada. Se ubica en la Comuna 3.
Adrián Dubinsky, miembro de la Junta de Estudios Históricos de San Cristóbal, explicó que la vivienda se llama, además de El Mirador del Ahorcado, Casa Anda. Ese era el apellido del zapatero que la mandó a construir.
“La historia comienza en 1926 cuando la familia Roccatagliatta, conformada por Luiggi, del cuerpo de infantería del ejército italiano de Garibaldi; su esposa Glorietta y sus mellizos de 17 años, Emmanuel y Vittorio, se instalaron en el primer piso y dejaron la parte de abajo a un matrimonio de inmigrantes húngaros y a su bella hija, Celina Amparo, de 16 años”, relata Dubinsky.
La tragedia se desencadenó cuando los mellizos se enamoraron de la joven y uno de ellos le dio un beso. El otro, enceguecido de celos, mató a su hermano y subió al palomar donde se ahorcó. El padre, al presenciar la tragedia padeció un infarto y falleció, mientras que la madre enloqueció por completo y quedó sola habitando la casa por un tiempo. “Esto ocurrió el 17 de mayo de 1927. Para agregarle un ingrediente truculento más a la escena, cuentan que, cuando se producen las muertes, una gran tormenta azotaba a la ciudad de Buenos Aires y que por eso hoy cuando hay tormenta se puede observar a lo alto la figura del ahorcado”, relata el hombre.
Karina Bazán Carpintero, investigadora y autora del blog Habitantes de Buenos Aires, agregó que la vivienda contaba con un local abajo y dos entradas. En el local, que hoy es una verdulería, los Anda fabricaban los zapatos, que luego eran vendidos en un comercio ubicado a dos cuadras. El mirador en cuestión fue agregado por su segundo dueño, Roccatagliata, quien hizo un anexo para las palomas, cosa que en la época era muy común”, amplió.
Con el correr de los años el edificio fue cambiando de dueños. Uno de los tantos fue una familia que practicaba los ritos de la religión Umbanda. También se cuenta que mientras la casa se utilizó como inquilinato, antes de ser internado en el Borda, allí vivió Solaris, el mítico personaje autoproclamado extraterrestre, quien habría inspirado a Eliseo Subiela para su film Hombre mirando al sudeste.
“Hay varios mitos alrededor de la casona. Ninguno fue comprobado”, asegura la investigadora, que se lamenta del estado calamitoso del inmueble. “Está tapiada desde el 2008 con ladrillos y se ve un caño que la atraviesa y por donde sale agua. Pero además, siento mucha pena ya que al estar las ventanas abiertas, los pisos deben estar destrozados”.
La lucha por rescatarla
A pesar de estar en ruinas, Casa Anda no le fue indiferente a los vecinos. Pablo Fernández, dueño de una inmobiliaria ubicada a pocos metros, dijo a LA NACION que el inmueble está desocupado desde hace 11 años y que en algún momento estuvo intrusada. “Ahora se comenta que los dueños serían tres personas y que no estarían interesados en venderla. Es una pena ya que se está cayendo a pedazos”, agregó.
Según Fernando Tuma, artífice de la reconstrucción de Casa Calise, la intención fue recuperarla en el 2018 con un proyecto similar. Este último fue un experimento clave ya que hubo un trabajo en base a la Ley de Mecenazgo y se pudo rescatar en su formato original la casona de Colombo construida en 1911 y ubicada en Hipólito Yrigoyen al 2500. A raíz del éxito de ese proyecto, Tuma fue convocado por la Comuna 3 para salvar El Mirador del Ahorcado. Fue después de que se viera en su frente un cartel de venta con la intención de demolerla. LA NACION se contactó con la Comuna 3 para saber si el proyecto sería retomado, pero no obtuvo respuesta.