El fracaso de todos... y todas
Es el fracaso de todos y todas. Eso es lo que representa la villa 31. El fracaso de los políticos de todo el arco, desde 1930 hasta la fecha. Y tal vez, también el fracaso de una sociedad que no supo -o no quiso- encontrar el camino para transformarla en un sitio digno.
Hubo, desde aquella lejana década en la que nació, intentos de todo tipo. Hubo miradas para otro lado mientras se ocupaban los terrenos. Hubo asistencialismo infame a cambio de votos. Hubo planes para erradicarla a fuerza de topadoras. Hubo cientos de promesas de urbanización incumplidas. Y también hubo miles de vidas que transcurrieron miserablemente dentro de esos límites, mientras la política atendía su juego.
La villa 31 -espejo de la Argentina de hoy- pasó de tener 12.204 habitantes en 2001 a más de 35.000 en 2013. En una década, ganó casi el 150% de moradores. Aunque esa cuenta, tal vez, resulte incómoda al relato. Siempre en el hipotético caso de que el relato quiera asumirla como propia.
El gobierno de la ciudad declama que su política es la de urbanizar. Pero no tiene potestad sobre los terrenos, que son de la Nación. El gobierno porteño lleva cloacas y pavimento. Pero fracasa a la hora de controlar el ingreso de materiales para la construcción, que, al menos, evitaría el crecimiento sin control del asentamiento.
La villa 31 ocupa los terrenos más caros de la ciudad. Sueñan con ellos inversores inmobiliarios. Despotrican contra sus habitantes no pocos porteños que pagan religiosamente sus impuestos y que no reciben ni un colchón, o padecen interminables trámites burocráticos para recuperar lo que las frecuentes inundaciones les llevan.
Mientras tanto, la villa 31 sigue creciendo. Ahora, hacia arriba. Construcciones de seis pisos y cotización en dólares de las propiedades. La tan argentina "marginalidad al palo".
Los funcionarios del gobierno Pro dicen que el objetivo no es controlar la villa como bastión político. Afirman, en ese sentido, que nadie la controla. Ni Pro ni La Cámpora ni la militancia de extrema izquierda.
Puede que sea cierto. Pero allí adentro hay otro actor. Silencioso, con dinero y ávido de poder e impunidad. El narcotráfico. Que gana terreno, mientras los políticos, aun con buenas intenciones, siguen solamente atendiendo su juego.