Los vecinos sienten que perdieron el espacio y temen por la integridad de las familias; presentaron un proyecto de ley para ampliar la superficie verde
- 6 minutos de lectura'
Picadas en autos que queman caucho y aceleran con fuerza, motos de alta cilindrada en una rueda, fiestas clandestinas con DJ, clases de manejo y hasta cancha de tenis en plena calle son algunas de las situaciones comunes que todos los días pueden ocurrir alrededor de una plazoleta de una zona residencial de la ciudad donde el valor del metro cuadrado puede ser comparado con las manzanas de casonas de Villa Devoto.
La tranquilidad del barrio de casas bajas, pegado a la General Paz, está alterado hace años por el descontrol de las previas y las tardes de cerveza, vino y bebidas energizantes con alcohol. Alrededor hay vecinos que ya piensan en vender sus viviendas porque la situación para estar en un punto de difícil retorno.
Ocurre en el barrio Naón, entre Mataderos y Liniers, alrededor de la plazoleta Rómulo Zabala, popularmente conocida como plaza Monito, en la dársena de estacionamiento para 50 autos que está asfaltada, pero que debería ser parte del espacio verde. Una zona gris en la traza urbana de la ciudad le dio ese matiz que terminó siendo una trampa para los vecinos y, a la vez, un oasis para cientos de jóvenes que se reúnen entre jueves y domingo convocándose por grupos de WhatsApp o Facebook. “Nos encontramos en Monito. Acá no pasa nada”, suele ser el llamado.
Cansados de no tener respuestas, con temor por represalias y con sospechas de una zona liberada que habilite el “acá no pasa nada”, un grupo de residentes cercanos a la plaza Monito intentan resolver el error catastral para reconfigurar el espacio a través de un proyecto de ley que ingresó en la Legislatura porteña por intermedio de una legisladora del Frente de Todos. “Decidimos abordar y revertir las diversas problemáticas que afectan nuestra calidad de vida asociadas a la actual configuración espacial de la Plazoleta Rómulo Zabala y a las actividades que se incentivan y desarrollan en la misma”, dice el texto destinado al vicepresidente primero del recinto, Emmanuel Ferrario.
El barrio Naón es considerado uno de los secretos mejor guardados con una urbanización de primer nivel que ya tiene casi 100 años y que consiste en manzanas rectangulares ubicadas entre las avenidas General Paz, Emilio Castro y Alberdi, con viviendas que pueden alcanzar valores de venta comparables a los barrios más caros de la ciudad. Algunas pueden alcanzar el medio millón de dólares o, incluso, superarlo.
La plaza en cuestión se ubica entre Ercilla, Fragata Trinidad, Fragata Hércules y Ulrico Schmidl, con superficie verde, pero también un sector pavimentado, dándole continuidad natural a la traza de Ercilla, que se transformó en un playón multifuncional “de encuentro y sociabilización de diferentes grupos sociales y etarios que desarrollan actividades y prácticas de difícil convivencia urbana, que alteran la calidad de vida, generan inseguridad, desvaloriza el valor de nuestras propiedades y expulsan población”, según explica el colectivo Plaza La Monito, que elaboró el proyecto de ley.
Sin dar nombres por el temor que le genera la situación, y después de algunos episodios de vandalismo sobre los vehículos particulares o las fachadas de las viviendas de las personas que osaron hacer las denuncias, los vecinos relatan sus angustias diarias.
“Tengo mi casa en venta, pero no me quiero mudar de este barrio porque acá vivo con mis hijos, aunque tengo miedo que salgan a la calle por todo esta situación”, dijo a LA NACION una vecina.
“Estamos pidiendo presencia policial. Venimos haciendo reclamos de todo tipo, no solamente en la comuna. Este es un problema generacional”, coincidieron varios vecinos.
“Los autos preparados para correr picadas vienen, se estacionan en la dársena y empiezan a dar vueltas a toda velocidad alrededor de la plaza. Utilizan la dársena de estacionamiento que queda en una de las puntas de la plaza dan vueltas a la plaza como si fuera una pista de carreras”, relató otro.
“Traen parlantes, bebidas alcohólicas, se drogan, mean, cagan en la casa de los vecinos. Es una locura. Descontrol hasta cualquier hora”, agregó.
Falta de operativos
Los últimos operativos efectivos, según recuerdan, fueron en 2018 cuando, además, se pusieron rejas en la plaza y reductores de velocidad que terminaron quitándose. Luego de la pandemia los controles se fueron diluyendo hasta llegar a una tibia presencia de agentes de tránsito que cortan una calle, pero no impiden que los visitantes copen la plaza al ingresar por otro sector.
Desde la comuna 9, que reúne a Mataderos, Liniers y Parque Avellaneda, aseguraron a este medio que se mantienen reuniones periódicas con los vecinos para establecer mecanismos de control en la zona de la plaza. Además, que hay nexos con legisladores para darle mayor impulso al proyecto presentado y con el Ministerio de Higiene y Espacio Público con el fin de ampliar la superficie verde y terminar de resolver el problema.
En definitiva, la comuna y los vecinos persiguen el mismo propósito, pero hasta acá, no han logrado concretarlo. El proyecto vecinal, que ingresó la legisladora del Frente de Todos, Claudia Neira, pide reconfigurar espacialmente la Plazoleta, ampliar la superficie y resignificar su espacio y uso cotidiano; además, incrementar el espacio verde recreativo; proteger la normativa del espacio verde público, categorizar el predio con una configuración Urbanización Parque (UP); resolver los conflictos asociados a la movilidad del sector; e incorporar la participación de los vecinos en la cocreación del nuevo espacio público. Según explicaron desde el entorno de Neira el proceso de elaboración del proyecto se inició con los reclamos de los vecinos y con el asesoramiento urbanístico para elaborar la propuesta.
La Subsecretaría de Gestión Comunal, dependiente de la Secretaría de Atención Ciudadana y Gestión Comunal de la Jefatura de Gabinete de Ministros, sería la Autoridad de Aplicación del proyecto de ley que, además, aborda otro conflicto asociado a la configuración espacial del sector: la triple traza y denominación de la calle Ercilla.
“Esta situación genera múltiples inconvenientes cotidianos para los vecinos frentistas (en el momento de solicitar remises o delivery, realizar un llamado de urgencia, recibir correo) como para los automovilistas ocasionales que pasan por la zona. Por esto proponemos modificar el nombre de la calle Ercilla, entre Fragata Hércules y José León Suárez, por el de Padre Naón e invertir el sentido de circulación de la calle José León Suárez entre Padre Naón y Ulrico Schmidl”, pide la propuesta.