El Barrio Marcelo T. de Alvear fue construido en tres etapas en lo que fue una antigua chacra en el sudoeste de la ciudad de Buenos Aires
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“Acá tenemos un jardín común con plantas que dan un aroma riquísimo a la noche. Es un lugar tranquilo donde no pasa nada. Ni locos nos mudamos”, asegura el matrimonio Estévez, en la puerta de su casa ubicada dentro de un poco conocido conglomerado urbano que, en 1939, se inauguró bajo el nombre Barrio Obrero Marcelo T. de Alvear. Se observa verde por todos lados y a algunos vecinos circulando a paso lento a través de plazoletas arboladas que dividen unas 150 viviendas de muros blancos agrupadas en siete pintorescos pabellones dentro de una zona con Protección Histórica.
Este mini barrio, ubicado a poco más de media hora en auto desde el Obelisco, forma parte de otro más grande, el Barrio Alvear, construido en tres etapas, entre 1927 y 1954. El conjunto es un claro ejemplo de cómo evolucionó a través de diferentes estilos la vivienda obrera capitalina y cómo esas construcciones, nobles y de calidad, perduraron a través del tiempo.
Barrio Alvear está en la Comuna 9, en Parque Avellaneda, al lado de su gran parque, en lo que fue la antigua chacra de Los Remedios, perteneciente a la familia de Don Diego Olivera. Lo circundan las avenidas Directorio, Olivera, Juan B. Alberdi y Lacarra.
Se subdivide en Alvear I, II y III. Según informó a LA NACION la gerencia de Patrimonio arquitectónico y urbano del Gobierno porteño, el I se compone de casas unifamiliares, creadas por la Comisión Nacional de Casas Baratas (CNCB), en 1927, mientras que el II son pabellones también construidos por la CNCB, pero más tarde, en 1939. El III engloba pabellones otorgados gracias a créditos del Banco Hipotecario Nacional. “El Barrio Alvear completo son ocho manzanas pero las del II y el III son mucho más grande que la típica manzana de Buenos Aires”, detalla el organismo.
Los Estévez habitan una de las casas del Alvear II, delimitado por Juan Vucetich, José Bonifacio, Fernández y José Enrique Rodó, justo frente a la Iglesia de los Desamparados. “Aquí se mezclan los de 90 años, que fueron los primeros habitantes del lugar, con sus descendientes o con gente joven que vino a vivir durante los últimos años. Las expensas son bajas, 4000 pesos y alquilar un dos o tres ambientes de puede costar entre 30.000 a 37.000 pesos. A la venta no hay casi nada ahora. Todo el mundo quiere vivir acá”, dice en una recorrida por el barrio Miriam Belondi, miembro del consorcio.
Belondi es esposa de Mario Estévez con quien, desde hace 33 años, habita el mismo lugar en la planta baja de uno de los pabellones. “Acá no pasa nada, es todo muy tranquilo”, agrega el hombre, mientras invita a conocer su hogar con vista al jardín desde un pequeño living, y a la calle desde el dormitorio. Primero alquilaron en el Barrio Alvear III, ubicado justo enfrente, y luego pasaron al II de donde no piensan moverse.
Lo mismo opina el matrimonio compuesto por Samantha Zapata y Gonzalo Cal. “Mis padres vinieron a vivir acá cuando yo tenía 6 años y estoy muy bien en este lugar”, asegura la mujer, al tiempo que su pareja afirma que él prefiere llamar a su barrio Barrio Club Alvear, en honor al club de la zona. Se observan las viviendas de paredes blancas, con forma de “cajón” y escaleras externas para subir a los hogares del primer o segundo piso. Hay carteles para ubicarlos por letras donde también figuran los números departamentos en cada sector. Los letreros indican que es propiedad privada y que se prohíbe circular en moto o con animales, aunque un par de gatos hacen caso omiso y toman sol sobre las baldosas.
El más antiguo
Pero este barrio está rodeado de otro más antiguo aún, el Alvear I donde, si bien tuvo modificaciones, aún se puede apreciar un tipo de construcción sencilla pero sólida, que reprodujo los chalets de campo de las clases acomodadas, o los tudor de ladrillos rojos que construían los ingleses en los suburbios de Buenos Aires. Como novedad tecnológica estas casas tenían el baño y la cocina en el interior, también agua corriente, cloacas, cocina económica de hierro. Está delimitado por Olivera, Rodó, Vucetich, Bonifacio, Pio Collivadino y Juan Bautista Alberdi.
Tanto el Barrio Alvear I como el II fueron creados por la CNCB, una de las instituciones públicas que buscó combatir la escasez de vivienda obrera en la Argentina a comienzos del siglo XX. Se creó en 1915 y trabajó únicamente en Buenos Aires, donde construyó tanto edificios de departamentos como barrios de casas unifamiliares. Uno de estos ejemplos es el edificio racionalista de la Avenida San Juan.
En Parque Avellaneda, ya en 1917, la CNCB lanzó un concurso de planos del cual participan prestigiosos arquitectos argentinos y extranjeros. En 1926 se le adjudicó una de las manzanas del Barrio Alvear I a la dupla de Luis Moreno de Mesa y Julio Dacharry, según cuenta el investigador Alejando Machado. “La idea que subyace a este tipo de construcciones es que las viviendas dignas, junto a la contención de la Iglesia, controlarían los movimientos obreros influidos por las ideas que ganaban terreno en Europa”, agrega.
Según la ley Caferatta, que da origen a la CNCB, se deben crear cooperativas de vivienda y proveer un seguro de vida al adquiriente de una casa barata, con una cuota mínima para garantizar a su familia en caso de muerte el pago de todas las cuotas que faltaran pagar para escriturar. Los destinatarios eran obreros, empleados de bajo sueldo y contribuyentes de cuotas mínimas.
Una ciudad jardín
El Alvear III tiene un aspecto diferente y a simple vista se nota que es más moderno, asemejándose a las típicas “ciudades jardín” creadas durante el peronismo. Es de 1954 y está delimitado por Directorio, Olivera, Rodó, Fernández, Bonifacio, Collivadino, Alberdi y Lacarra. Corresponde al Segundo Plan Quinquenal, donde cambió el enfoque que se le daba al problema de la vivienda: el Banco Hipotecario, que era uno de los más importantes actores de la política estatal, debía enfocarse en los préstamos a la construcción individual o en cooperativa. En la parte nueva del Barrio Alvear creó tres sectores de monoblocks de diferentes alturas rodeados de espaciosos parques y juegos para niños.
En su conjunto, Barrio Alvear está catalogado como Área de Protección Histórica, APH 45, debido a que se ubica en el entorno del Parque Avellaneda conformando “un espacio urbano de alto valor arquitectónico”, gerencia de Patrimonio. Allí no se permite la sustitución de edificios, las obras exteriores deben ser aprobadas, los muros no se podrán cambiar el color, y preferentemente se deberán mantener las carpinterías, entre otras normas edilicias.
Recuerda Belondi: “A uno de estos departamentos del Alvear III se lo dio Evita a mi abuela, cuando mi mamá tenía 15 años”. Según cuenta él y su mujer, “Evita estaba realizando un acto y un vecino le dijo a la abuela que hiciera una carta para que él se la diera a Evita. La gente trataba de alejar al niño de Evita hasta que ella misma pidió que lo dejaran acercarse. Le entregó la carta y al mes le dieron la casa del Banco Hipotecario”.