Edificio Libertador: una miniciudad secreta con 5000 personas en el bajo porteño
Sede del Ministerio de Defensa y del Estado Mayor Conjunto, posee peluquería, capilla, sastrería, banco, cerrajería y farmacia propios
Miles de porteños transitan a diario frente al Edificio Libertador, situado a metros de la Casa Rosada. Pocos saben que sus muros de hormigón esconden una pequeña ciudad en la que ingresan a diario más de 5000 personas, entre visitantes y empleados. Cuenta con peluquería, capilla, sastrería, talabartería, banco, cerrajería, servicio médico y farmacia propios que abastecen a quienes trabajan en el lugar, símbolo del poder militar de décadas pasadas y escenario de algunos episodios armados del país.
Inaugurado en 1943, concentra las sedes del Ministerio de Defensa, del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas y del Estado Mayor General del Ejército. Por su tamaño, 82.625 m2 cubiertos, es considerado uno de los edificios públicos más grandes de la Argentina. Lo componen dos gigantes bloques de 18 pisos y tres subsuelos cada uno, unidos por dos patios internos que le brindan aire y luz. Lo rodea la plaza de armas, delimitada por Paseo Colón, La Rábida Sur, Huergo y Moreno.
"El Edificio Libertador funciona como una ciudad en sí misma. La gente pasa largas jornadas de trabajo aquí adentro, a veces desde las 7 hasta las 21. Por eso, se les ofrece una serie de servicios, desde un banco hasta una farmacia. También contamos con dos comedores donde almorzamos y en los que a diario se sirven 2500 raciones de alimentos", explicó a LA NACION Sebastián Katz, director nacional de Gestión Cultural del Ministerio de Defensa, en una recorrida por el edificio con entrada por Azopardo 250, Monserrat.
Del total de la superficie cubierta, unos 50.000 m2 están destinados a oficinas y más de 3500 m2, a cocinas y sanitarios. El inmueble posee unas 1000 ventanas desde las que se observan Puerto Madero, el Río de la Plata y gran parte de Buenos Aires. En la planta baja funciona la Biblioteca Central del Ejército, que cuenta con más de 60.000 volúmenes sobre temática bélica. Entre las obras más valiosas, figuran las Memorias de Guerra de la Marina de fines del siglo XIX y una colección de antiguos reglamentos militares.
Si bien la mayoría de los salones son austeros, se destaca el hall de entrada, decorado con dos enormes murales del pintor entrerriano Cesáreo Bernaldo de Quirós, ejecutados por el artista a fines de los 40 y principios de los 50: Las armas del Ejército y Los símbolos del Ejército.
En el primer piso se ubican los salones San Martín, donde se realizan la mayor parte de los actos oficiales, y General Martín de Güemes. Según explicó el teniente coronel Carlos Freites, jefe de ceremonial, "tanto el edificio como los diferentes recintos están en muy buen estado gracias a un sistema organizado de mantenimiento permanente. Casi todo es original, de época, desde los herrajes hasta los mármoles y las maderas".
La construcción, destinada a ser Ministerio de Guerra, comenzó en 1936. Fue proyectada por el arquitecto Carlos Pibernat "cuando comienzan las dictaduras, el estalinismo y el fascismo en Europa. Las obras públicas eran poco hospitalarias, usadas básicamente como oficinas y despachos. De ahí que sea un edificio con poco valor estético y de una arquitectura trasnochada para nuestra época", explicó el profesor de arquitectura de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UBA Gustavo Brandariz.
Para Fabio Grementieri, de la Comisión Nacional de Monumentos, el estilo se corresponde al final de la saga de la arquitectura francesa en la Argentina. "Vemos la última versión, la más planchada, la más monumental, heredera de la arquitectura del Palacio de Tribunales. Es uno de los grandes últimos edificios del clasicismo porteño". Lo demuestran el remate de mansarda de pizarra importada que cubre los tres pisos superiores, las fachadas en forma de sillería, los pisos de doble altura y el revestimiento de cemento, mármol y arena calcárea.
Desde su inauguración contó con ascensores y sistemas de comunicación de la firma alemana Siemens, un sistema de seguridad y un túnel subterráneo que lo conectaba a la cercana Casa Rosada. Recibió el nombre de Edificio Libertador en 1950, centenario del fallecimiento de José de San Martín.
Entre los hechos históricos de los que fue escenario, se destaca el bombardeo a la Plaza de Mayo del 16 de junio de 1955, cuando, según algunos historiadores, el entonces presidente Juan Perón salvó su vida al resguardarse en el Ministerio de Guerra.
Una plaza poco visitada
- La plaza de armas Ejército Argentino es uno de los espacios verdes menos visitados por los porteños. Si bien es un lugar abierto al público, sólo los extranjeros ingresan para sacarse fotos frente a las reproducciones de cañones de la Segunda Guerra Mundial o el Monumento a las Islas Malvinas.
- La plaza está vigilada, rodeada de rejas que se cierran a la noche y durante las manifestaciones que se realizan en las inmediaciones.
- Cuenta con farolas originales de 1921, una escultura del soldado con lanzallamas y dos cañones de bronce que apuntan a la puerta. Además, tiene gran variedad de árboles: tipas, gomeros, ceibos y ombúes.