Derrumbe, ranchadas e incertidumbre. Varias familias se quedaron sin techo por un error de cálculo en una demolición
En el proceso de urbanización de la villa 31 una obra afectó al menos 30 casas y sus ocupantes debieron ser desalojados por riesgos estructurales; están viviendo bajo la autopista Illia hasta que los autoricen a volver
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En el avance de urbanización en el barrio 31 suelen aparecer inconvenientes que ponen obstáculos al proyecto y llevan riesgos para los vecinos por la complejidad de las construcciones que se encuentran en el macizo. La semana pasada las demoliciones de dos viviendas que se encontraban pegadas a la traza de la autopista Illia pudieron haber provocado una tragedia y solo la fortuna evitó heridos o víctimas.
Mujeres embarazadas, niños, adultos mayores y otros vecinos se encuentran, desde el miércoles pasado, sin techo debido a los daños estructurales que provocó el derrumbe previsto de dos viviendas, el corte de los cables de la luz y un incendio que afectó varias casas. La demolición es común en el proceso de relocalización de las familias que vivían en sectores marginales para trasladarlas a edificios nuevos.
Los daños, en esta oportunidad, tuvieron consecuencias imprevistas para 28 familias que fueron desalojadas para evitar daños mayores. Muchas de ellas armaron sus “ranchadas” frente al bloque de viviendas tapiadas por un cerco perimetral donde se están realizando pericias para determinar cómo quedaron las estructuras. En los próximos días se determinará cuáles de las familias podrán volver; mientras tanto algunas pasan la noche en hoteles o paradores, ofrecidos por el Gobierno de la Ciudad que, además, está brindando asistencia a los damnificados; o duermen a la intemperie, con la autopista Illia como único techo.
Los vecinos pretenden recuperar sus pertenencias y regresar cuanto antes a las viviendas. “Dos casas iban a ser demolidas como parte del plan, son familias que ya tienen asignadas nuevas casas. Pero el derrumbe originó un cortocircuito, incendio, había gente en las casas, menores, personas en los pasillos. Mucha angustia”, relata Gladys Espinoza, una de las vecinas afectadas.
“El derrumbe afectó a 28 familias, tres hileras de casas de tres pisos cada una. Con el incendio y los daños estructurales no sabemos si estarán habitables o no. No se tienen que demoler todas, pero hubo daños en las estructuras”, agregó la mujer.
Desde el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat explicaron que las obras que originaron los problemas eran parte del programa de mejoramiento que ya lleva más de 2800 intervenciones en todo el barrio que cuenta, además, con la construcción de más de 1000 viviendas nuevas.
El sector del Bajo Autopista, donde vivían unas 1000 familias, fue demolido para dar lugar a un espacio público de 23.000 metros cuadrados. “Se estaba llevando adelante una demolición parcial del remanente de dos viviendas ubicadas en la intersección de la calle Alpaca e Islas Galápagos. Estas obras incluían: la demolición del frente, retranqueo y consolidación de un frente nuevo hacia el nuevo parque”, explican a LA NACIÓN fuentes de la cartera que conduce María Migliore.
“Al comenzar los trabajos, parte de la losa cayó y rompió la pared del local ubicado al lado de la vivienda sin causar ningún herido. El accidente inhabilitó el acceso a más de 10 viviendas a pesar de haber instalado refuerzos estructurales, escaleras seguras, instalaciones eléctricas y sanitarios nuevas, impermeabilización y revoque exterior”, agregaron.
Los damnificados sostienen que son más las viviendas que fueron afectadas y al menos 100 personas las que debieron buscar un nuevo refugio. “Perdí todo lo que tenía, lo que con tanto sacrificio compré. En un segundo me quedé sin casa, sin electrodomésticos, sin comida, sin ropa de los chicos. Me casa ya no sirve. Las paredes se cayeron por pedazos, tienen muchas grietas”, relata Isabel Báez, otra de las personas afectadas.
La mujer recuerda que el miércoles los encargados de la obra comenzaron a demoler “y se vino todo abajo, tres pisos de losa se vinieron abajo y como están todas las casas pegadas, el impacto fue muy grande”. Isabel recuerda cuando se cortó la luz y comenzó el humo. “Salía por todas las casas, no sabíamos qué era. Nos dijeron que era algo pequeño, pero se veía mucho humo y era mi casa”, se lamenta.
Algunos vecinos lograron salir como pudieron y otros debieron ser asistidos por efectivos de la Policía de la Ciudad y de la Guardia de Auxilio que retomó los trabajos de demolición para evitar mayores riesgos de derrumbe. Comida, elementos de higiene, pañales y otros elementos fueron ofrecidos a los damnificados, además de la posibilidad de pasar la noche en hoteles o Centros de Inclusión Social. Algunas de las familias accedieron al ofrecimiento, otras optaron por quedarse en el barrio.
En simultáneo a las demoliciones para evitar cualquier riesgo, se relevaron todas las viviendas afectadas para conocer el nivel de daño y su vinculación con el accidente. Durante el fin de semana continuaron las tareas de remoción de escombros y demolición de acuerdo con las indicaciones de la Guardia de Auxilio.
Voceros del Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat indicaron que ayer se realizaron trabajos para habilitar un nuevo acceso a las viviendas que habían quedado bloqueadas para que los vecinos puedan ingresar con la supervisión de la Guardia de Auxilio. Por la tarde los damnificados mantuvieron una reunión con la Secretaría de Inclusión Social y Atención Inmediata de la que también participaron organismos de defensa y legisladores.
Hoy, durante toda la jornada, continuarán los trabajos de remoción de escombros, demoliciones y apuntalamientos estructurales. Una vez que la Guardia de Auxilio verifique el estado de las estructuras y brinde la autorización necesaria para un ingreso a las viviendas sin riesgo, las familias podrán regresar a sus hogares de forma inmediata. Y de esa forma, quizás, retomar su vida habitual.