Demoras y malestar en el primer día hábil sin servicio de la línea A
Por el cierre temporario del ramal, miles de pasajeros se volcaron a las paradas de colectivos; en los horarios pico las filas superaban una cuadra; hubo demoras de hasta una hora y media para viajar
Para los usuarios de la línea A del subte ayer fue un día atípico y complicado. El cierre del servicio desde el sábado hasta, al menos, el próximo 8 de marzo , obligó a los pasajeros privados de su medio de transporte habitual a buscar formas alternativas de llegar a destino. Eso, en el horario pico, fue poco menos que una odisea, con largas filas en las paradas de colectivos que corren igual que la traza del ramal y con demoras que, en algunos casos, superaron la hora y media.
Ya ayer por la mañana, en el primer día hábil después del cierre de la línea que une las estaciones Plaza de Mayo y Carabobo, eran visibles las larguísimas colas en las paradas.
En Plaza de Mayo, mientras esperaba para tomar el colectivo, Marcelo Uriarte comentó: "Me genera muchos inconvenientes, porque los colectivos siempre vienen llenos y tuve que esperar media hora más de lo habitual". Frente al Congreso, Sergio Sorsori llevaba más de 15 minutos esperando un colectivo de la línea 8. "Se complica mucho viajar en estos días; habitualmente uso el subte porque tomando el colectivo pierdo mucho tiempo. Voy a tardar mucho más para poder llegar al trabajo", señaló.
Las paradas llenas y gente que comentaba haber sido afectada por el cierre también fueron denominador común en la zona de Once.
Gladys, que viaja a diario hacia Tribunales, donde trabaja, expresó: "Voy a tener que armarme de paciencia. Cuando vuelva a mis tareas voy a hacer casi media hora más de trayecto. Me afecta por el tiempo, por la seguridad y por viajar más cómoda".
En la hora pico de la tarde, la hora del regreso sumó malestar. En las paradas de los colectivos que parten desde la zona de Plaza de Mayo las colas eran de una cuadra, y muchos tuvieron que esperar bastante tiempo para lograr subir a uno, ya que las unidades arribaban llenas.
El tiempo de viaje, la incomodidad y el tránsito fueron las quejas más reiteradas. Diana Basualdo, que regresaba de Plaza de Mayo a Congreso, dijo: "El viaje en subte es de diez minutos; ahora hace bastante que espero algún colectivo, porque pasan llenos y no paran".
Unas pocas cuadras después, en Avenida de Mayo y Chacabuco, Cecilia Berton esperaba poder subir al colectivo que la llevara hasta Flores: "Hoy salí una hora y media más temprano para llegar a tiempo. Tomé como referencia los días que había paro de subtes. Ahora hace 15 minutos que espero, en el subte ya estaría a mitad de camino".
Sin las demoras para conseguir un colectivo, los que viajan a la zona oeste de la Capital y el conurbano también padecieron las consecuencias del cierre temporal de la línea A. Desde noviembre de 2012 el tren de la línea Sarmiento presta los domingos un servicio limitado entre Moreno y Liniers, lo que deja un vacío entre esa estación y Once.
Problemas de fin de semana
Adriana Cajide vive en Ciudadela, y dos de sus hijas, en la Capital. "Para ir a lo de ellas me tomaba el tren a Once y luego el subte. Era menos de una hora de viaje. Ahora con la menor frecuencia de colectivos del día domingo, tardo más de una hora y media en ir y otro tanto para volver", comentó.
Rocío Cisneros trabaja cuidando niños, y muchos domingos son un día laboral para ella. "Trabajo en Almagro; antes tomaba el tren hasta Caballito y de ahí el subte hasta la estación Castro Barros. Ahora tengo que tomar el Metrobus hasta Flores y de ahí otro colectivo hasta Almagro. Tardo 40 minutos más."
Viajar por la noche también es complicado: "Antes salía de la facultad a las 21.15, me tomaba el subte hasta Once y después el tren. Ahora no sólo no hay tren a la noche [el servicio funciona hasta las 21.52], sino que tampoco tengo subte desde el centro", comentó Marina González, una estudiante que viaja a diario hasta Ramos Mejía.
Mientras el gobierno porteño ejecuta las obras de remodelación para la línea A y el gobierno nacional hace lo propio con el ferrocarril Sarmiento, los usuarios agudizan el ingenio y se resignan a tener que cambiar su modo de viajar.
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