De la basura al hogar: recuperan objetos desechados y equipan sus casas
Más vecinos recolectan elementos descartados por otros en la calle para reciclarlos; confeccionan muebles, accesorios para el hogar y de jardín; el cuidado del ambiente y la solidaridad, entre las razones
Puertas que se convierten en mesas, cajones de verdura que pasan a ser estantes o pallets que sirven para colgar macetas. Todas estas creaciones tienen un origen en común: objetos que fueron desechados por unos y reutilizados por otros. Para algunos es un hobby; para muchos, la responsabilidad de cuidar el medio ambiente, y para un tercer grupo, una cuestión de solidaridad. Ya sea por una u otra razón, rescatar elementos de la calle antes de que se los lleve el camión recolector de basura, reciclarlos y equipar con ellos el hogar es una movida cada vez más asentada en la ciudad. Estos casos, a diferencia de los cartoneros, van más allá de una necesidad económica.
Noelia Manoni tiene 41 años, es ama de casa y madre de Jano, de 5 años. Al ingresar a su departamento del Barrio Cafferata, en Parque Chacabuco, objetos vintage son los protagonistas absolutos de la decoración de la casa: marcos de portarretratos, sillas, perchas, cajones, canastos, CD y hasta una caja tipográfica (esa herramienta que se utilizaba para imprimir páginas) con la colección de encendedores de su marido.
"Veo cosas con potencial en la calle, que se pueden transformar. No me gusta que vayan a un relleno sanitario. De ahí viene mi alma 'basurera'", dice. Su pasión por darles una segunda oportunidad a los objetos la llevó a integrar el grupo de Facebook Basureros con estilo e incluso armar junto a sus vecinos el subgrupo Basureros con estilo Caballito, en el que se pasan las "alertas basuriles" de sus alrededores.
El grupo Basureros con estilo, que refleja en la red social esta tendencia a recuperar piezas, suma adeptos: desde que se creó, en noviembre de 2014, ya tiene 22.000 miembros que a diario suben fotos de los objetos que se cruzan en la calle, con una descripción breve del estado en que se encuentran, la ubicación exacta donde los encontraron y, en algunos casos, un antes y un después luego de poner manos a la obra.
Noelia cuenta que tiene conciencia medioambiental desde su adolescencia. "Acá se recicla todo. Separamos los residuos y los llevamos a la campana verde. Con la basura hacemos compost", detalla. Pero fue su marido el que le contagió el hábito de juntar objetos.
Ella viene de una familia de carpinteros. "Cajones y sillas son mi debilidad", dice. Hizo un curso de tapicería. Algunos objetos que restaura los vende por Mercado Libre, pero la mayoría están en su departamento de tres ambientes. "Ya no tenemos dónde guardar las cosas", confiesa, y se ríe.
Si bien su esposo trabaja en ventas, sus creaciones son sorprendentes: con el tambor del lavarropas armó una parrilla con disco arriba, y con carteles de calle, una mesa de metal.
Noelia reconoce que hay límites a la hora de desarrollar este hobby. "Yo no abro los contenedores, ese es mi límite -aclara-. Pero siempre estoy atenta a lo que dejan junto a ellos".
Ella siempre lleva una bolsa en la cartera por si encuentra algo. También conoce una chica que es enfermera y lleva los guantes de látex en su mochila para poder revisar sin tocar algo que quizás esté sucio. "Yo no juntaría un colchón, y una amiga no junta ropa porque le da cosa que la haya usado otra persona. La mayoría de la gente no junta cosas de la calle por varios miedos. Piensan, por ejemplo, si es de alguien muerto o si tiene malas energías", dice.
Vida útil
Melina Scioli, especialista en gestión de residuos y cofundadora de El Club de Reparadores, movimiento que promueve la reparación de objetos desechados, explica: "Extendiendo la vida útil de los objetos, dándoles un segundo uso, se evita la extracción de nuevas materias primas para la fabricación de más productos. El descarte de materiales generalmente termina en rellenos sanitarios o basurales a cielo abierto, con las consecuencias que eso tiene. La descomposición de esos componentes genera gases de efecto invernadero y contaminación".
Daniel Pereyra Gutiérrez es técnico electromecánico y trabaja en mantenimiento general; en electricidad, plomería. "Hago de todo", dice. Su padre juntaba cosas de la calle y le inculcó la cultura de recuperar. "Soy autodidacta para crear cosas, me encanta. Pero es un hobby por el momento", reflexiona.
Gutiérrez comenta que no hay algo en particular que le interesa levantar, sino que a todo le encuentra un uso. Lo que más le gustaría encontrar son tocadiscos viejos o radios. Su última creación, todavía en curso, es una mesa que está fabricando con el vidrio trasero de un Citroën 3CV.
"Se trata de una cultura del traspaso, por eso no vendo las cosas, sino que las uso yo o se las doy a alguien que las necesite", indica. Para él, el sentido de juntar, reutilizar y volver a dar es solidario. Por ejemplo, con algunos objetos que encontró en la vía púbica diseñó una cucha para perros callejeros que no tienen dónde dormir cuando hace frío.
Francisco Suárez, antropólogo de la UBA especialista en temas ambientales, explicó: "Tradicionalmente este tipo de recuperación se hacía en el mercado de pulgas. Después, alentado por el fenómeno cartonero en Buenos Aires, se empezaron a armar algunas ferias de venta de materiales recuperados de la calle y circuitos de reventa. Las redes sociales también contribuyen al intercambio. Por otro lado, la conciencia ambiental fue instalándose cada vez más a partir de los 90 por el surgimiento de ONG, por la agenda externa y por políticas públicas".
Valeria Siri tiene 55 años y es diseñadora gráfica. Durante los últimos 26 años vivió en México y volvió hace un año. Antes de irse al DF, vivía en San Telmo: barrio de artistas, casas de antigüedades y la clásica feria de la Plaza Dorrego. Fue ahí donde empezó con el hobby de la recolección. "Con mi pareja salíamos a la madrugada y encontrábamos de todo. Armábamos todo tipo de cosas", describe.
En la Ciudad de México recorrían la feria La Lagunilla, que es el lugar ideal para encontrar estos tesoros que otros desechan. También iban a "pueblear" (recorrer pueblos) y en esos paseos también encontraban gran cantidad de objetos en la vía pública. Allá también hay comunidades de "chácharas", en las cuales se realizan intercambios. También se organizan bazares en las casas o las clásicas ferias de garaje.
"¿Cómo aprendí a hacer estas cosas? En internet está todo", dice. Si bien destaca que es importante contar con herramientas para confeccionar algunos elementos, para ella nada parece imposible de concretar. Con una puerta de un placard hizo un pizarrón; con una base de inodoro, una maceta; con maderas viejas armó una mesa y con la base de un sommier, un soporte para macetas que le dan vida a su patio. Y la lista continúa con más objetos encontrados y su creatividad sumada para otorgarles una segunda oportunidad.