Al 900 de la avenida Entre Ríos, en el barrio de Constitución, sobresale una excéntrica construcción compuesta por tres bloques coronados por un elegante puente
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Caminando por la avenida Entre Ríos al 900 sobresale una excéntrica construcción que remite a la ciudad de París, al Arco del Triunfo. Es un coloso de hormigón armado compuesto por tres bloques coronados por un puente colgante. Conocido como Edificio del Arco, en el barrio de Constitución, fue una obra soñada por un arquitecto español hace casi 100 años. Sin embargo, Guillermo Álvarez Pérez nunca pudo verla inaugurada; murió un año antes. Ese y otros secretos se esconden detrás del gran portón de hierro de una de las joyas más originales, y a la vez menos conocidas, de la ciudad de Buenos Aires.
LA NACION recorrió el conjunto edilicio de Entre Ríos 958/962/966/970/974 con la cantante lírica María. Junto a grupo de vecinos del inmueble, la mujer se ocupa de su conservación. Construido en su totalidad con materiales de industria nacional de primera calidad, las maderas, los mármoles, los bronces, las farolas, los ventanales y las cerámicas se mantienen casi intactos. Salvo algunas macetas colgantes, en la fachada tampoco se observan splits o agregados, dice María señalando a lo alto.
A las tres torres se ingresa primero a través de una única entrada: un portón artístico rematado por puntas de lanza, por donde se pasa a un gran patio común que funciona como pulmón de manzana. Llama la atención que en ninguno de los muros exteriores figure la placa del arquitecto, ni su fecha de construcción, ni el nombre registrado del edificio, aunque a través del paso del tiempo la gente comenzó a llamarlo “del arco” por su aspecto peculiar, comenta María. Ella es parte del grupo de jóvenes –argentinos y extranjeros– que durante los últimos años se sumaron a la población del complejo, que tiene en total 54 unidades funcionales.
Según el catálogo de arquitectura del investigador Alejandro Machado, se terminó de construir en 1930 y estaba destinado a ser una casa de renta con usufructo para el mismo Álvarez Pérez (1867-1929), un español llegado a Buenos Aires en 1885. Junto a su hermano Alfredo fueron en un principio obreros de la construcción, hasta convertirse en profesionales de renombre con obras emblemáticas pertenecientes al modernismo catalán. A la par de Julián García Núñez y Francisco Tárrega, se los considera introductores de esta corriente en Buenos Aires.
Guillermo Álvarez Pérez, quien nació en Galicia y murió en Buenos Aires a los 62 años, también proyectó la icónica Torre del Fantasma en La Boca, entre otras obras situadas mayormente en ese barrio, en Balvanera, Monserrat y Constitución. Si bien el castillo de La Boca es anterior al Edificio del Arco, ambos se caracterizan por ser disruptivos y por sus historias rodeadas de secretos.
El autor de esas construcciones perteneció al llamado “grupo indiana español”, una generación que movilizó la economía en su país; emigraban y luego volvían con fortunas a España. Álvarez Pérez regresa a Cortegada de Baños, Ourense, para realizar importantes donaciones a su pueblo.
Un edificio repleto de sorpresas
El Edificio del Arco está incluido en el catálogo de inmuebles protegidos por la Legislatura porteña, bajo la ley 851 del año 2002. Además, también por ley, por ser una obra anterior a 1941 debe ser conservado y cualquier modificación que se le hiciera debe ser antes aprobada por un consejo asesor.
Otra de las sorpresas es que en medio del patio se observa, en el piso, una gran tapa rectangular. “Si se la levanta, se puede entrar al subsuelo, lugar donde en los inicios se colocaban los cargamentos de carbón para calefaccionar los tres cuerpos”, explica la vecina.
Son poco comunes las cortinas metálicas que están a ambos lados del portón de ingreso, con su logo original de fábrica. Antes, detrás de las chapas, había dos coquetos locales comerciales con sendas entrada por la avenida Entre Ríos, donde se vendían lanas y artículos de bordado, pero que con el paso del tiempo fueron reemplazados por otros rubros.
Los estudiantes de arquitectura de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires Darío Espinosa, Nicolás Contreras y Tomás Negro presentaron en 2023 un trabajo de investigación sobre el edificio. En primer lugar destacan que, gracias a “la implementación del hormigón armado, permitió alcanzar mayores alturas y estructuras complejas”.
Fue un sistema constructivo innovador para su época. Por eso la obra formó parte del proceso de modernización de Buenos Aires de inicios de 1900, de la llamada “arquitectura del porvenir”, que rompió con el academicismo pasado transformando el paisaje urbano gracias al eclecticismo imperante.
En su época los inmuebles de la zona tenían una escala mucho menor; palacios, cafés notables, sedes de sindicatos, comercios de grandes firmas y locales familiares son algunas piezas arquitectónicas que acompañaron el trazado de la avenida Entre Ríos. Originariamente, y hasta 1922, se llamó De las Tunas; Hoy conserva tesoros arquitectónicos como la Casa Anda, el Mercado San Cristóbal y la Escuela Carlos Pellegrini. Además, sobre la arteria vivieron personalidades ilustres como Astor Piazzolla, Marcel Duchamp y Francisco Canaro.
En cuanto a la estructura, el informe de los estudiantes señala que “consta de tres volúmenes independientes, de ocho pisos cada uno, con dos departamentos por piso. Forman una especie de U en planta, la cual se abre hacia la avenida. Los que dan hacia Entre Ríos están conectados por una estructura en voladizo, conocida como ‘el arco’”.
Dentro del patio se distinguen tres entradas independientes a cada uno de los bloques. Las dos torres del frente son gemelas. Ninguno de los cuerpos se comunica en su interior, salvo en la terraza, donde los departamentos están diseñados en espejo.
La incógnita del arco
La fachada central está coronada en el sexto piso por un amplio arco de origen romano, una forma arquitectónica vinculada a la victoria y a la posteridad. El famoso Arco del Triunfo es, junto con la Torre Eiffel, el monumento más representativo de París. Su construcción comenzó en 1806 por orden de Napoleón. Otros investigadores, como Machado, destacan también su parecido con el Puente de los Suspiros, uno de los íconos de Venecia.
Más allá de las similitudes, sin duda el de Buenos Aires llama mucho la atención. Quienes pasan en colectivo, en auto o caminando por Entre Ríos entre Carlos Calvo y Estados Unidos se detienen a observar la pieza colgante preguntándose quién será el afortunado que vive en el interior de ese elegante puente envuelto en luz. Es un tipo de construcción nunca vista en la ciudad y que, justamente gracias a su compacta estructura de hormigón, logró sobrevivir el paso del tiempo.
El arco está ocupado por dos departamentos no conectados entre ellos y, por lo tanto, el puente en realidad tampoco une ambos cuerpos edilicios. Sobre lo que sería el techo hay dos terrazas; cada una pertenece a un departamento del séptimo piso. “Es un lujo contar con terrazas así en el centro de la ciudad”, afirman los vecinos.
Según los habitantes del inmueble, en Milán, Italia, existe un edificio con cierto parecido al Del Arco. Si bien muestran algunas fotos, no tienen mayores datos al respecto. Sin embargo, a través de las imágenes de Google LA NACION pudo averiguar que se trataría del Palazzo della Società Buonarroti-Carpaccio-Giotto. Situado en el Corso Venezia, es una construcción icónica reconocible por el gran arco de la vía Tommaso Salvini.
Nuevas casas para un futuro prometedor
A través de un ascensor de hierro original de época, que es mantenido por uno de los propietarios que se dedica desde hace años a este tipo de servicio, María conduce a su departamento del cuerpo central, el 3H, actualmente en venta. La familia se agrandó y necesitan más espacio.
El hall de distribución, los timbres y placas de bronce, todo está tal cual fue ideado. Llama la atención que las puertas de entrada tengan, en vez de mirillas, una pequeña ventana enrejada de madera, similar a las de los confesionarios de las iglesias.
En todos los departamentos las puertas interiores son de vidrio repartido, a excepción de las habitaciones y baños. Los pisos conservan el roble de Eslavonia y la pinotea y, en el medio del living, hay otro elemento poco usual: una pequeña chapa de bronce de donde antes sobresalía un timbre, bajo la mesa ratona. En esa época estaba destinado a llamar a la mucama, explica la mujer.
Se destacan las aberturas de la construcción. “Son increíbles. Por ejemplo, los departamentos del séptimo piso, donde están las terrazas sobre el arco, tienen dos puertas ventana doble punto con balcón a la hermosa avenida Entre Ríos”, agrega otro vecino durante la visita. Los techos también hacen la diferencia; son altos, alcanzan algo más de tres metros de altura.
Hay departamentos muy espaciosos, con cinco ambientes, que son los de la torre de atrás. El de María es uno de los más pequeños, con 68 metros cuadrados. Desde su ventana se puede ver el arco, dice la cantante, mientras la rodean otras vecinas artistas: una pianista, una actriz y una pintora, además de profesionales de diversos rubros y estudiantes del extranjero.
Todos tienen algo en común: quieren rescatar los testimonios del lugar que, como fue destinado en un principio a la renta, con movilidad de inquilinos, estuvo rodeado de una serie de historias que se fueron perdiendo a través del tiempo. “Es una obra única que pide ser vista y admirada”, invitan con orgullo las habitantes de una de las piezas más fastuosas de Buenos Aires.