Cumbre de Alcaldes: es la ciudad modelo para Buenos Aires en la urbanización de las villas y ahora enfrenta un nuevo desafío
Medellín fue la ciudad más violenta del mundo y logró pacificarse integrando a los barrios pobres; ahora se enfrenta a los problemas del cambio climático
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Medellín atravesó años trágicos y sangrientos dominados por la violencia narco durante los ochenta y noventa, pero ese estigma fue desapareciendo a medida que se desarticulaban los principales cárteles y la ciudad fue tomando otros impulsos. Desde hace años se convirtió en referente de la región y, para Buenos Aires, un espejo para reflejarse y tomar conceptos en diferentes políticas públicas, principalmente, para la urbanización de las villas porteñas siguiendo el modelo que se aplicó en la integración de la Comuna 13 de Medellín, una de las más marcadas por la marginación.
Pero, ¿cómo pasó la ciudad dominada por Pablo Escobar Gaviria, con un alto índice de homicidios, a transformarse en una de las más elegidas por el turismo a nivel mundial? ¿Y cuál es el impulso que la convirtió en una de las más innovadoras de la región, con proyectos para atacar el cambio climático como, por ejemplo, prohibir a partir de 2035 la circulación de nuevos vehículos a combustión en las calles de la ciudad?
“Nosotros recorrimos el camino de la violencia causada por una desigualdad que convirtió a Medellín en la ciudad más violenta del mundo jamás superada por otra. Tenemos una experiencia de como la conexión de los territorios y la inversión en ellos, con innovaciones sociales, desinfla la bomba social que genera la desigualdad y la percepción de la desigualdad”, responde el alcalde de Medellín, Daniel Quintero Calle, en una entrevista con LA NACION, mientras participa de la Cumbre Mundial de Alcaldes del C40 que se realiza en la Ciudad de Buenos Aires.
Para el funcionario colombiano, Medellín y Buenos Aires “son ciudades que alojan sistemas de innovación muy potentes, tienen emprendedores reconocidos y ecosistemas que buscan consolidarse” aunque también “las dos no dejan de ser ciudades de países en desarrollo” con comunidades desconectadas de los sectores económicos. “Se requieren esfuerzos para superar esa desconexión, las desigualdades, las pobrezas y los casos de violencia que se generan alrededor”, admitió Quintero Calle.
-Hay iniciativas en conjunto de los gobiernos de Medellín y Buenos Aires y compromisos para seguir fortaleciendo políticas de trabajo, por ejemplo, en la urbanización de villas. ¿Cuál puede ser el aporte de una hacia la otra?
-Cada ciudad tiene perspectivas diferentes por haber recorrido caminos diferentes. Nosotros recorrimos el camino de la violencia causada por la desigualdad que convirtió a Medellín en la ciudad más violenta del mundo entre 1991 y 1994 y desde allí se comenzó a construir el primer sistema de transporte que conecta el norte segregado con el sur de la ciudad, una línea que se acercó a los pies de la Comuna 13, por entonces la más violenta. Hoy es un sistema con escaleras mecánicas, tranvías y una experiencia de cómo la inversión inteligente y la participación ciudadana transforma esos territorios. Pasamos de tener una tasa de 370 homicidios por cada 100.000 habitantes a una que ronda los 10. Hay más experiencias que pueden aportar Medellín, de la misma manera que los esfuerzos que hace Buenos Aires que se pueden aplicar en nuestro territorio.
-¿Ese esfuerzo en bajar la violencia sigue siendo efectivo? ¿Sigue siendo una ciudad pacificada?
-Hoy es la tercera ciudad en el mundo más elegida para visitar, superada por Edimburgo y Chicago según la revista Time Out. Hay una ola de turismo y optimismo en la ciudad que superó a Cartagena, la ciudad que solía ser la más elegida. Fue declarada la ciudad por excelencia en innovación, hay una industria consolidada. En los 90 teníamos un desempleo del 25% y hoy estamos en un dígito. Solo en los últimos tres años bajamos la tasa en homicidios en un 40%. Siempre se puede hacer más, porque no dejamos de ser una ciudad desigual.
-¿Por qué siguen siendo una ciudad desigual?
-¿Qué desató la desigualdad en Medellín? Hubo un ejercicio estructural desatado en los años 50, debido a un período de violencia de masas, con la migración más grande en la historia de Colombia. La elite de Medellín tomó la decisión de segregar a los que llegaban a una comuna donde no estaban dadas las condiciones de habitabilidad, la Comuna 13. Transformar ese territorio tomó tiempo, pero hay que hacer más. Estamos construyendo más espacio público porque ante la escasez, los ciudadanos empezaron a verse como enemigos, se crearon las fronteras invisibles. En la medida que se generan espacios públicos y se conecten a través de medios sustentables, empezamos a llevar ciudad donde no había ciudad. Seguimos avanzando con ese propósito, construyendo hospitales y escuelas en el norte de la ciudad donde había mayor desigualdad, la fuente primaria que nos convirtió en la ciudad más violenta. Debemos reconocer que las mismas variables siguen ahí latentes y están esperando un error para volver a atacar.
-¿Cómo se mantiene ese estado de no violencia?
-Se debe reconocer que podemos volver a ser un infierno, que solo basta un error para volver a serlo, aunque ese error ya lo cometimos y se llama cambio climático, que ha incrementado en un 40% el nivel de lluvias en la ciudad afectando principalmente los barrios más vulnerables, donde la gente pierde su casa por inundaciones, lo que obliga a hacer la mayor evacuación, o construir nuevas casas en territorios seguros. Nuestra presencia en el C40 no es un accidente, reconocemos que hay una amenaza latente, que Medellín podría caer en el infierno del pasado si no se toman medidas de mitigación.
-¿Es una preocupación o una alerta?
-Una preocupación y un trabajo, un reconocimiento de que hay muchos pasos para dar. Hoy tenemos más de 1600 puntos que deben ser intervenidos, con más de 2000 quebradas en toda la ciudad, porque las nuevas condiciones climáticas hacen que se deba construir nuevas infraestructuras para protegerlas. Además, el 9% de las vías (calles) están perdidas y todo esto nos hace tomar medidas, como la utilización de la red más grande de monitoreo de aire del país y de la región, lo que permitió concientizar a la población en la importancia de tener zonas de aire limpio.
-En esa línea, se preparan para lanzar una medida de alto impacto, como es la prohibición de incorporar vehículos de combustión a partir de 2035
-El C40 es el ámbito propicio para firmar el decreto que prohíbe la circulación de autos nuevos a gasolina, con lo cual estamos mandando un mensaje a los ciudadanos para que actualicen sus autos y también a Europa y Estados Unidos, a las grandes empresas que viven de importar vehículos. Les estamos diciendo que no se atrevan a convertir a Medellín y a América Latina en el garbage collector (recolector de basura) de sus carros antiguos y de sus industrias a carbón. Creemos que hay una amenaza de que las industrias expulsadas en el planeta entero terminen en nuestro territorio y les den 20 o 30 años más de vida a industrias que deben desaparecer.
-Fueron innovadores en la integración de barrios y lo serán con este tema, pero podría ver oposición del sector económico y de los grandes empresarios. ¿Habrá consensos con ellos?
-Es una conversación difícil, pero cuando se trata de vidas, hay que dar pasos adelante. Y cuando tenemos tan poco tiempo, hay que tomar decisiones. En este caso fue primero la decisión, que molestó a algunos, y luego la charla que empezó a construir caminos. Con los empresarios se está hablando sobre las inversiones en infraestructura para poder llevar adelante la medida.
-¿Cuál sería el impacto en números reales?
-Tenemos 1.700.000 de automotores, entre carros y motos, en circulación y ya hay un 20% que son híbridos, lo que significa que hay una señal de que en el futuro el auto tradicional no será una alternativa. Estos cambios también producen una buena chance de generar nuevos empleos entonces la decisión es inteligente. No hay muchas excusas para no dar los pasos necesarios.
-¿Hay un acompañamiento del gobierno colombiano o Medellín está solo?
-No teníamos el acompañamiento del gobierno anterior, pero el nuevo presiente (Gustavo Petro) fue un paso más allá: prohibió la exploración de nuevos pozos petroleros en un país que produce un millón de barriles al año y que vive mayoritariamente de la renta petrolera, pero que no es responsable ni del 0,5% de las emisiones de efecto invernadero. Ese es un mensaje con alto contenido moral hacia los países desarrollados del mundo entero. Colombia es el país que conserva el 10% de la biodiversidad del planeta, 20% de los pájaros del mundo solo viven en Colombia, es el segundo país en anfibios y mariposas, en fauna, en peces que le está gritando al mundo “detengan el calentamiento global”.