Coronavirus en la Argentina. El 28% de los fallecidos en la ciudad residían en geriátricos
El 28 de mayo pasado, la prueba de PCR del paciente cero del geriátrico Residencia del Arce, en Roosevelt 5570, Villa Urquiza, dio positivo. La cadena de contagios ya se había disparado. El coronavirus avanzó y ya hay 30 adultos mayores y 15 empleados infectados. Siete de los residentes murieron.
Junto con los barrios vulnerables, los geriátricos son uno de los puntos más delicados en el momento de enfrentar la pandemia. Así lo demostró la experiencia trágica de España e Italia. Eugenio Semino, defensor del Pueblo de la Tercera Edad de la ciudad de Buenos Aires, en abril los catalogó como "una bomba e tiempo". Hasta el momento, según el Ministerio de Salud de la Ciudad, hubo 1031 casos confirmados de Covid-19 en estos establecimientos, de los que 134 fallecieron. Esta cifra representa el 28% por ciento del total de fallecidos en toda la Ciudad por coronavirus (que son 479).
Flavio Asch es el dueño de la Residencia del Arce. Él sostiene que el 28 de mayo llamaron al Gobierno de la Ciudad y les comunicaron que no estaba indicado en el protocolo testear a los pacientes asintomáticos. "De todos modos, nosotros les ofrecimos a los familiares la posibilidad de hisopar a los residentes, y que desde el geriátrico nos haríamos cargo de los testeos. Nosotros ya habíamos presentado un amparo judicial el 24 de abril para pedir que el Gobierno venga a hisopar, más allá de todos los protocolos que nos enviaron".
El 30 de mayo le realizaron por cuenta propia la prueba de PCR a 48 empleados y siete jubilados. De esos 55 testeos, solo uno dio positivo. Para Asch, el caso confirmado fue una empleada administrativa asintomática. Eso, en principio, fue un resultado alentador, pero cuatro días más tarde, un residente empezó a tener síntomas y la cadena de contagios no se detuvo.
Según indica, desde el 14 de mayo han recibido 10 visitas por parte del Gobierno porteño, cuyo objetivo era volver a confirmar que todas las medidas de precaución indicadas en el protocolo se estén cumpliendo. "Por más que tomamos todas las medidas, no pudimos evitar la propagación de este virus", agrega Asch.
Si bien hace unos meses los geriátricos de la Ciudad denunciaban que los protocolos que les enviaba el Gobierno porteño eran muy difíciles de cumplir, ahora Asch destaca que mejoró mucho la comunicación. "Tenemos mucho contacto. Desde el punto de vista económico no nos ayudan, pero sí nos brindan asistencia con especialistas. Fuimos hablando con las autoridades y los protocolos mejoraron".
"En gran parte siento que estamos más cerca en cuanto a los protocolos y pudimos hacer un buen acompañamiento para salir adelante en el marco de la pandemia. Pero también hay geriátricos que iniciaron medidas legales porque aducen que no pueden cumplir con los protocolos. Pero en un momento en el que suben los casos, queda en evidencia que no pueden trabajar por separado lo público de lo privado", comenta Paula Zingoni, directora general de Planificación Operativa del Ministerio de Salud de la Ciudad.
Por su parte, Semino explica que, hace poco más de una semana, empezaron los testeos serológicos por parte del Gobierno porteño, tanto en los establecimientos privados como en los públicos. "Eso es un gran avance", dice. "El peligro subyace por el movimiento del personal, que, en muchos casos, está mal pago y deben tener varios trabajos. Creo que se perdió mucho tiempo hasta que empezaron a testear".
Semino ve un panorama más alentador, que contrasta con sus dichos del mes de abril. "Creo que en la Ciudad el riesgo disminuyó notoriamente. Uno nunca está del todo seguro pero pasamos a una etapa de mayor tranquilidad. Los testeos van a disminuir los riesgos, pero esto no quiere decir que no vaya a haber contagios. Pero esto es en la Ciudad, en la Provincia de Buenos Aires no hay datos certeros y recibimos muchas denuncias".
Paula García Izarcelaya, que junto con su hermana dirigen dos residencias geriátricas, Nuevo Estilo Mayores y Otro Estilo Mayores, dice que los testeos serológicos que hace el Gobierno son un gran avance, pero que también dan muchos falsos positivos. Eso, según indica García Izarcelaya, podría hacer que un empleado que no tiene Covid-19 se contagie en una unidad febril cuando lo mandan a hacer el hisopado por un falso positivo.
"Además, como tardan mucho en comunicar los resultados, uno pierde personal durante días. Otro punto importante es que nos faltan listas de proveedores; a veces hay barbijos N-95 con $2000 pesos de diferencia y no sabemos cuál comprar. De todos modos, la situación mejoró mucho, pero aún hay puntos que mejorar. Por ejemplo, cuando un residente vuelve de una internación por cualquier motivo, debería ser hisopado antes de regresar al geriátrico. Pero debo destacar que la gente de prevención de la Ciudad te atiende a cualquier hora y vienen inmediatamente a ayudarte si hay un caso sospechoso o positivo", agrega García Izarcelaya.
Cruces
Sin embargo, hay familiares de residentes que ponen en duda que los geriátricos hayan cumplido a rajatabla con los protocolos. Como Diego Yosco, que es hijo de Francisco, de 79 años, que era residente en Del Arce, y ahora está internado en grave estado en el hospital Pirovano, con un diagnóstico positivo de Covid-19. Él sostiene que no se tomaron los recaudos necesarios para que esto no sucediera.
"Por más que dicen que tomaron todas las precauciones el resultado fue otro. Yo tengo una foto del 13 de abril, ese día fui a ver a mi papá. Lo vi desde la puerta, había un vidrio que nos separaba porque desde el 13 de marzo que no podemos entrar al geriátrico. En la foto, detrás de mi papá se ve una sala común, en donde están todos los abuelos encimados, sin que se respete la distancia entre personas. Están sentados uno al lado del otro. Además, hasta el momento, desde el geriátrico no se comunicaron conmigo ni para preguntarme cómo estoy ", dice Yosco.
Asch, en cambio, afirma que redujeron la circulación en los espacios comunes; que en el comedor pusieron más mesas para que haya dos residentes en cada una, en vez de cuatro. En el ascensor, limitaron la capacidad de cinco a dos personas, lo mismo con las salas de uso común. Y todas las actividades a partir del 19 de marzo pasaron a ser por Zoom.
Por otro lado, Yosco argumenta que la paciente cero no era asintomática. De hecho, tiene un mail del 28 de mayo al que accedió LA NACION, en donde la residencia geriátrica informa que, el día anterior, una empleada que estaba de franco se comunicó telefónicamente con el geriátrico para informar que tenía dolores corporales. Esa asistente fue derivada al hospital Tornú para ser hisopada, no regresó a la residencia y aislaron el piso donde ella trabajaba.
Asch responde que esa asistente ya estaba de franco antes de que aparecieran los dolores, por lo que nunca fue a la residencia con dolor de cabeza o en el cuerpo. Y que a todos los empleados que ingresan se les toma la fiebre, la saturación en sangre y se les hace firmar una declaración jurada en la que deben asegurar que no sienten síntomas compatibles con el coronavirus.
"Una vez que el virus ingresa, es muy difícil de frenar. La buena noticia es que mucha gente está volviendo. Todo el resto de los familiares nos mandó mensajes agradeciéndonos y apoyándonos. Hicimos todo lo humanamente posible para evitar esto", dice Asch.
Beatriz Parrado tenía a su madre internada en el geriátrico Del Arce y falleció la semana pasada a los 91 años, pero el test de coronavirus le dio negativo. "Hace dos sábados a mi mamá la hisopó el Gobierno de la Ciudad y no tenía coronavirus", dice Parrado, sobre una serie de pruebas de PCR que hizo el Gobierno porteño en el geriátrico el 13 de junio.
Parrado tuvo una experiencia opuesta a la que manifiesta Yosco: "El geriátrico siempre estuvo comunicado conmigo y fueron muy atentos. Me consta que seguían todos los protocolos, de lo contrario, seguro hubiera trasladado a mi madre hacia otra residencia. Para mi hicieron todo lo posible".
Sobre este caso, Zingoni argumenta que es de los que más angustia generan. "Nosotros visitamos ese geriátrico ocho veces y no pudimos constatar que haya incumplimientos en el protocolo".
La funcionaria afirma que no es fácil determinar qué es lo que falló. "Hay veces que es muy difícil evitar que el virus entre. Por eso estamos fortaleciendo los controles y los protocolos son dinámicos. También pedimos que, cuando vamos a hacer los testeos rápidos, los geriátricos tengan a algún referente que ayude a que todo sea más eficiente".