El Ateneo Grand Splendid se inauguró en su nueva faceta el 4 de diciembre de 2000; el ideólogo del proyecto y la monumental obra que lo readecuó
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“Le encontré la novia perfecta: el libro”, confiesa Adolfo De Vincenzi CEO del grupo ILHSA y la persona que tuvo la idea de convertir a un cine y teatro emblemático de Avenida Santa Fe, en la ciudad de Buenos Aires, en la librería más linda del mundo, según National Geographic: El Ateneo Grand Splendid. Fue uno de los proyectos culturales más ambiciosos del país. “Le cambió la realidad cultural a la ciudad, al país y al mundo —dice De Vincenzi—. Se transformó en una obsesión”.
“Una de las claves del éxito fue iluminar un lugar que todo el mundo conocía con poca luz o a oscuras”, cuenta, refiriéndose al viejo cine Grand Splendid que funcionó desde 1982 hasta marzo del 2000. Inaugurada el 4 de diciembre de aquel año, la construcción se hizo en tiempo récord. El propietario del edificio le dio a ILHSA, que tiene control sobre Editorial El Ateneo, Yenny, el sitio web tematika.com y la revista Quid, seis meses de gracia sin pagar alquiler para que se hiciera un proyecto que solo existía en la cabeza De Vincenzi, y que compartió con el arquitecto Fernando Manzone: “Se volvió loco”, confiesa el primero.
¿Cómo se hizo para que un cine y teatro fuera una librería? Nadie descansó, el ritmo de trabajo fue frenético.
En solo 180 días una dotación de 350 obreros trabajaron las 24 horas del día, en cuatro turnos. No se paró ni siquiera de noche. Miles de volquetes, incontables toneladas de escombros convivieron con un sistema de andamios que volvía el interior del Splendid un verdadero laberinto. “Cuando entré por primera vez, tuve que imaginarme la planta baja, que no existía”, recuerda De Vincenzi. El cine tenía el piso inclinado. Se tuvo que levantar todo el piso, hacer una planta baja y volver a ubicar ese piso en forma plana. “La idea fue siempre recuperar su esplendor”, cuenta. El piso actual es el mismo que tuvo en su inauguración original de 1919.
“Tuvimos que cortar dos veces la Avenida Santa Fe”, cuenta Fernando Manzone, arquitecto que dirigió toda la obra de construcción y remodelación. Lo tuvieron que hacer para poder montar dos escaleras mecánicas que hoy permiten acceder a la planta baja. En aquellos días significó un gran desafío. Se pusieron 3000 metros de alfombras en tres días. Se restauraron las bambalinas y el telón de terciopelo y ocho restauradores trabajaron en un andamio que ocupó toda la nave central, para revivir el fresco que pintó el artista italiano Nazareno Orlandi. “Trabajaban acostados”, cuenta De Vincenzi.
Corría el último trimestre del año 2000 y hasta último momento hubo problemas para la habilitación municipal de la librería. El Gobierno de la Ciudad ponía como condición que el proyecto tuviera reversibilidad. La Ley de Teatro (N° 24800) expresa que cuando se cierra una sala obliga a reponer la misma cantidad de butacas en un radio de diez cuadras. “Si el Splendid originalmente no hubiera tenido la habilitación de cine teatro, nunca se hubiera podido hacer la obra”, confiesa De Vincenzi. “Logramos hacerlo, El Ateneo Grand Splendid, con muy poca inversión, podría hoy volver a ser una sala de teatro”, confirma Manzone.
“Es divertido ver cómo todos los gobiernos han usado el Splendid como ícono de la Ciudad: jamás recibimos ningún apoyo, exención o ayuda”, manifiesta De Vincenzi. La obra continuó contra reloj. En el último mes hubo que cambiar a los 350 obreros, por una nueva dotación: estaban exhaustos. El Splendid tenía un sistema de aire acondicionado central, se le incluyeron 12 más, y se recuperaron ocho baños. La restauración fue total. Los últimos días de noviembre de 2000 nadie durmió. “Iba todos los días a ver la obra”, recuerda De Vincenzi.
Hoy, hay más de 200.000 libros en los 1700 m² de superficie de venta, además de otros 30.000 artículos relacionados con el cine y la música. De Vincenzi entró a la empresa en noviembre de 1999 y su primer proyecto fue el Grand Splendid. “Defendí la idea a muerte, me decían que estaba loco”, cuenta.
¿Cómo iluminar un lugar que no tiene luz natural? Se necesitaron más de 700 lamparitas solo para decorar una sola hilera de palcos. Fue una construcción épica, que demandó una inversión de 3.500.000 de dólares: “Es el equivalente a seis librerías grandes de la cadena, como las de Unicenter, que tienen 600 m² —agrega el empresario—. El primer día que entré y estaba todo oscuro, sentí magia en el lugar; es único”.
El Ateneo Grand Splendid tiene una rica historia. Un empresario austríaco visionario, Max Glucksmann (trajo el primero proyector de cine al país), lo inauguró en 1919 y fue un cine teatro icónico de la ciudad de Buenos Aires. Carlos Gardel cantó allí por primera vez en la Radio Splendid, que funcionaba en el edificio y grabó memorables tangos en una sala del desaparecido sello Odeón. Hay un secreto que pocos conocen, en aquella habitación —dicen los gardelianos—: Glucksmann le enseñó a Gardel a potenciar su voz. Durante años se dudó de la existencia de ese lugar mítico.
“El sala existe”, confirma De Vincenzi. El mito es verdad. La sala donde Gardel grabó se mantiene vacía, y es la única que tiene luz natural, en el último piso. Muy simbólico. “Nunca hemos podido abrirla porque es muy difícil acceder a ella”, agrega. En lo alto también está la cúpula con el fresco de Orlandi, quien realizó una alegoría de la paz, como referencia al fin de la Primera Guerra Mundial.
El Ateneo Grand Splendid recibe 90.000 visitas al mes y más de un millón al año. En 2008 el diario inglés The Guardian la consideró la segunda librería más hermosa del mundo y, en 2019, National Geographic, la entronizó como la “más linda del mundo”. Desde su apertura modificó la relación entre el público y los libros. “Tenía en mente una idea: hacer que la gente que no lee, compre libros, desacralizarlos y dejar que las librerías sean bibliotecas —afirma De Vincenzi—. Desde que abrimos, el Grand Splendid nunca dejó de crecer, además de un lugar con magia, es un éxito comercial”.
Es una de las 54 librerías que maneja el grupo. La Editorial El Ateneo es la más antigua del país, tiene el ISBN número 2, el 1 es el Congreso. La creó el inmigrante español Pedro García en 1912, este año festeja 110 años, y su local más tradicional y coqueto está ubicado en Florida 340 (caprichos del destino, su propietario fue Max Glucksmann). Sus libros acompañaron a decenas de estudiantes (principalmente de medicina) y se convirtió en un baluarte de la cultura nacional. Eran habitués Borges, Sabato, Horacio Quiroga y la visitó Ray Bradbury.
“Los libros compiten con el streaming, más que con otros libros —señala Marcela Luza, directora de la Editorial—. Es inevitable que los libros también cambien porque el lector lo está haciendo”.
“Los libros tienen que ser más ágiles, visuales y parecidos un guin de cine, serie o revista”, opina. Con 400 autores activos, en lo que va del año la Editorial lleva vendidos 310.000 libros propios. “Estamos convencidos de que un libro puede iluminar la vida de alguien que recibió cartas difíciles en la vida: debemos plantar una semilla de cambio”.
¿Qué se lee hoy en Argentina? “Hace unos años los libros políticos y de actualidad eran los más vendidos; hoy lideran los juveniles, infantiles y de autoayuda”, dice la editora. Las redes sociales han configurado un nuevo escenario: “El fenómeno fan”, autores que tienen una comunidad previa en sus redes. Para muchos de estos nuevos lectores es la primera vez que leen un libro.
“Todos los escritores quieren presentar sus libros en el Grand Splendid”, dice De Vincenzi.
“Es mi librería favorita”, afirma Liniers, quien ha presentado allí sus libros. “Disfruto mucho entrar y ver la cúpula y todos esos libros dando vueltas por ahí”, suma. En su memoria, antes que los libros, están las películas que vio ahí: “Fui mucho cuando era cine”.
Y recuerda su anécdota con el creador de Los Simpsons. “Sorprendieron un día a Matt Groening en el Grand Splendid comprando todos los Macanudo que pudo”, recuerda Liniers, sobre su historieta más famosa (se publica a diario en LA NACION). Allí nació una amistad con el estadounidense que se materializó en el prólogo que le escribió para su último libro Welcome to Elsewhere (“Bienvenidos a Otro Lado”) que se publicará en octubre en Estados Unidos y en 2023 en nuestro país. “En el prólogo cuenta cómo esa librería fue la que nos unió”, señala Liniers.
Dos escritores más comparten el amor por esta librería icónica. “Su remodelación fue una solución venturosa ante la pérdida de cines y teatros en la ciudad; que uno de ellos se haya conservado y vuelto librería fue un final feliz”, afirma Eduardo Sacheri.
“Tiene ese esplendor de otro tiempo pero siempre renovado por la agenda cultural”, cuenta Gloria Casañas. Para la autora de La Mirada del Puma, El Ateneo Grand Splendid es la “coronación de la cita con los libros”.