Cierra un clásico en Retiro: La casa Breuer Moreno se prepara para su último remate
Entrar a la casita de Libertad y Posadas era sumergirse en un mundo de objetos fascinantes. Y también un rito semanal: desde que abrió la casa de remates en 1971, cada miércoles fue el escenario por el que pasaron miles de porteños. Famosos e ignotos, diseñadores, anticuarios, políticos, artistas o simplemente buscadores de rarezas a la caza de tesoros urbanos.
Después de casi 50 años en el barrio de Retiro, Breuer Moreno se prepara para su último remate. Es hoy a las 13 y en formato virtual por imposición de la pandemia. El cierre definitivo será pasado mañana.
"La gente más joven ahora pinta las paredes de blanco y no cuelga cuadros. ¿Qué les importa el juego de porcelana Limoges si no lo pueden poner en el microondas?". Lo que plantea Ernesto Breuer Moreno, propietario del negocio, es un problema generacional.
Tenía 25 años cuando abrió la casa de remates con su hermana Adriana, que murió en 1984. Comenzaron alquilando el local que en los 70 era un taller mecánico. A los cinco años lograron comprar el inmueble que hoy permanece como prácticamente la única casa baja de toda la cuadra comprendida entre Posadas y Avenida del Libertador.
Como característica principal, la casa Breuer Moreno mantuvo hasta hoy las subastas con frecuencia semanal, algo que las demás casas de remates de la zona habían abandonado hace rato. Eso suponía un trabajo extenso porque el stock se renovaba continuamente y que garantizaba una gran variedad.
Bueno, bonito y barato
"Siempre hubo de todo, bueno bonito y barato. Cosas de primera como cuadros lindos y cuadros malos", describe Ernesto. También juegos de porcelana europea, cubiertos de plata, muebles antiguos, arañas, alfombras e infinidad de objetos curiosos. Tal vez el más extraño vendido a lo largo de los años fue un caparazón de tortuga gigante.
La casa de la calle Libertad fue el lugar al que se dirigía todo aquel que iba en busca de una alfombra persa, una mesita de luz antigua o una sorpresa. O un aljibe, como el que se compró durante el gobierno de De La Rúa luego de que se robaran el original de las calles Uruguay y Guido.
A lo largo de las décadas fueron pasando por Breuer Moreno personajes icónicos de cada época. Amalita Fortabat, Nelly Arrieta de Blaquier, Francisco de Narváez y Gino Bogani fueron algunos de los habitués. Ernesto conoce mucho pero cuenta poco. Gajes del oficio donde la confianza importa.
Los clientes conocidos podían recorrer el salón y anticiparle a los empleados la oferta que harían por determinado producto sin asistir a la subasta. Es prácticamente lo mismo que sucedió los últimos meses y con la nueva modalidad virtual: las ofertas se recibieron vía mail o teléfono.
La venta de antigüedades en general depende mucho de los vaivenes económicos locales -y de los países vecinos- . Hoy por hoy hay muchos compradores uruguayos, por ejemplo. Según Ernesto Breuer Moreno, la crisis generalizada del negocio comenzó en el 2008 y a nivel global de la mano del colapso de las burbujas inmobiliarias norteamericano. Eso produjo que desaparecieran muchos anticuarios en la ciudad. En su caso particular, las ventas comenzaron a decaer hace tres años. El cierre por pandemia apuró a tomar la decisión. No se sabe aún qué destino tendrá el inmueble de Libertad. Los objetos fueron casi todos vendidos o están siendo devueltos a sus dueños originales. Son pedacitos de historia que se vuelven a guardar.