Ciegos: transitar la ciudad es una carrera de obstáculos
Múltiples objetos mal colocados en las veredas son un desafío diario
Andar a tientas por la vida, con un bastón en la mano; prever obstáculos con la ayuda de los demás sentidos. La experiencia es conocida para Bautista López, un joven de 34 años, ciego de nacimiento. Gracias a una familia que supo contenerlo y guiarlo, su discapacidad pasó casi inadvertida: logró estudiar y convertirse en profesor de música. Curiosamente, los mayores escollos los tuvo –los tiene– al trasladarse por la calle.
Vecino de Almagro, no son pocas las ocasiones en que tropezó y cayó en la vía pública, en general como consecuencia de objetos fuera de lugar. “Hace poco choqué contra la mesa de un bar pésimamente colocada en una vereda angosta. Los comensales se deshacían en disculpas, mientras que el encargado del lugar me recriminaba por no haber tenido más cuidado”, recordó.
Como López, unos 318.000 personas con disminución visual habitan la Capital. Carteles mal ubicados, andamios, mesas entorpeciendo aceras, quioscos de diarios que sobresalen, motos y bicicletas estacionadas sobre las veredas son algunos de los múltiples escollos que deben sortear al caminar por Buenos Aires.
Por más que el gobierno porteño se esfuerza por controlar que la vía pública esté libre de obstáculos, la realidad es que las faltas se reiteran casi en cada cuadra.
Bautista relató que, en otra oportunidad, un cartel que promocionaba el menú en un pequeño restaurante provocó que tropezara y se abriera la frente con el poste sobre el que estaba apoyado el dispositivo. En esa ocasión, asesorado por un pariente abogado, radicó la denuncia correspondiente, "más que nada para que no le suceda lo mismo a otra persona", explicó.
Santiago Morrone, de 52 años, integra la Asociación Pro Ayuda a No Videntes (Apanovi), en Once, una ONG fundada, constituida y dirigida por personas ciegas. Trabaja en el buffet de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, del que también es dueño, y sin dudar culpa a los andamios como el principal peligro para los ciegos al caminar por la calle. "Un amigo por poco pierde un ojo por culpa de una estructura que sobresalía de uno. Los travesaños que tienen son jorobados también", detalló.
LA NACION acompañó a Santiago durante una recorrida por el centro. Caminó, por ejemplo, por Santiago del Estero en dirección a la Avenida de Mayo: en un trayecto de 150 metros debió sortear andamios en dos edificios, bicicletas y motos mal estacionadas, varias veredas rotas, postes con señalización en medio de la acera y autos estacionados en rampas.
En su experiencia, a los andamios les siguen como grandes obstáculos las motos mal estacionadas y las bicicletas atadas a los postes. Las veredas rotas, dijo, ya son una constante, por lo que la habilidad para sortearlas es algo ya aceitado.
Su conclusión parece simple: "No hacen falta mayores leyes o prohibiciones, simplemente que las que ya existen se hagan cumplir. Con eso se nos solucionaría mucho la movilidad", consideró.
Voceros del Ministerio de Ambiente y Espacio Público porteño indicaron que "se trabaja según el Manual Práctico de Diseño Universal -basado en la ley 962 de accesibilidad física para todos- en la superación de las barreras físicas para lograr que Buenos Aires sea una ciudad accesible y transitable y para que todos los ciudadanos puedan desplazarse con seguridad y autonomía".
En ese sentido, describieron, se colocaron baldosas podotáctiles o solados de prevención, de alerta de color y textura contrastante, que indican que se acaba la superficie llana por donde se camina y también guían hacia la ochava en donde están las rampas. Además, se instalaron mensajes con señalética en braille en los pasamanos que llevan a determinadas estaciones de subte -como en los ocho ingresos de la galería subterránea que lleva a los subtes de la avenida 9 de Julio a la altura del Obelisco-, en los nuevos refugios de colectivos y en las paradas de Metrobus.
Las políticas están destinadas a los 318.000 discapacitados visuales -ciegos o casi ciegos- que habitan en la Capital, según datos de la Dirección de Estadística y Censos porteña sobre la base del censo de 2010. Suman un 11% de la población total.
Morrone agregó un dato curioso. "En los últimos años, cada vez más gente nos lleva por delante y muchas veces ni se percatan de que tropezaron con otra persona. Conocidos me dicen que es porque van mirando el celular", dijo.
Cruzar la calle, contrariamente a lo que podría suponerse, no resulta muy complicado: en esos casos, sobresale la solidaridad de los transeúntes y nunca falta quien ofrezca su brazo para hacer de guía. "La gente por lo general es muy amable y ayuda; también para viajar en colectivo, te dicen cuál es el que viene y te dejan subir primero, además de darte el asiento", agradece Morrone, quien perdió la vista a los 10 años como consecuencia de un desprendimiento de retina.
"Los supermercados los evito, es imposible si estás solo. En muy pocos hay personal de asistencia", se lamentó López. Negocios más pequeños, como almacenes o quioscos, resultan una mejor opción, más sencilla para ubicar y comprar lo necesario. Los trámites bancarios, gracias a Internet, se volvieron una tarea muy accesible para los ciegos, aunque no todas las entidades brindan un servicio eficaz.
Las tarjetas de crédito y débito, por otra parte, no revisten mayores complicaciones, por lo que resultan una solución para abonar gastos de todo tipo.