Central Costanera, la fábrica de energía que trabaja con problemas
Tiene capacidad para producir 2300 megavatios, pero genera 1800; cuatro de sus once turbinas son de la década del 60; la empresa se desliga de los cortes de energía en la ciudad
Para llegar al corazón del sistema eléctrico de Buenos Aires, hay que trasladarse a uno de los bordes de la ciudad. Al final de la avenida España, más allá de la Reserva Ecológica y el asentamiento Rodrigo Bueno, asoma la Central Térmica Costanera, un complejo de 24 hectáreas a la vera del río con su propio muelle y división de bomberos. Desde este gigante escondido, se genera la energía que consumen la mitad de los usuarios de Edesur y se inicia el circuito de distribución en un distrito donde la demanda eléctrica crece año tras año, lo mismo que los cortes de luz.
En lo que va de 2015, ya hay 1000 trámites iniciados por denuncias de cortes de luz, según datos de la Defensoría del Pueblo de la ciudad. La cifra trepa a 10.000 si se tienen en cuenta consultas y asesoramientos del organismo.
Central Costanera es una de las unidades de negocios del holding italiano ENEL, que también posee la central térmica Dock Sud, en la provincia de Buenos Aires, y la central hidroeléctrica El Chocón, en Neuquén. Además, son distribuidores de energía a través de su otra unidad, Edesur.
El complejo ubicado en Costanera Sur es el más grande de la Argentina y América del Sur de su tipo, con una capacidad energética de 2300 megavatios -el equivalente a un millón de aires acondicionados en funcionamiento-, aunque no opera al 100%. En la actualidad, genera menos de 1800 megavatios (un 78% de su capacidad) en una ciudad con una demanda total de 8000. Sin embargo, no trabaja exclusivamente para ésta, si no que aporta al Sistema Interconectado Nacional (SADI), el cual permite la circulación de energía entre las provincias.
"Nosotros tenemos 2300 megavatios instalados, pero no producimos esa cantidad porque hay máquinas en mantenimiento", aseguró Roberto Fagan, gerente general de la central en una recorrida por el lugar junto con LA NACION.
Por máquinas, se refiere a once turbinas que funcionan tanto a gas, como a gasoil, fueloil, vapor o mediante un sistema denominado "ciclo combinado", en el que las emanaciones del gas son reconvertidas a vapor para seguir siendo utilizadas. Los equipos, gigantes con formas de cilindro que van desde los l5 metros de largo hasta los 35, funcionan las 24 horas, los 365 días del año. Entre dos y cinco personas, los monitorean constantemente en turnos de seis horas. En total, 390 personas trabajan para que millones de ciudadanos reciban energía.
Turbinas con medio siglo
Los primeros equipos se pusieron en marcha a principios de la década del 60. Son cuatro turbinas de origen inglés que todavía funcionan. Con el correr de las décadas, se fueron agregando máquinas rusas y japonesas. "La central tiene una diversidad de tecnología, proveedores, repuestos y servicios muy grande. La mayoría del parque son máquinas muy viejas. Las primeras están pasando los 50 años. Para máquinas de este tipo, la antigüedad es un tema", reconoce Fagan. En la actualidad, por lo menos dos de las turbinas están en "rehabilitación" y no volverán a funcionar hasta la primavera. Una semana antes del encuentro con LA NACION, la máquina 6 -se las conoce por un número- dejó de funcionar.
"De 2000 a 2015 no se trajeron máquinas nuevas. Están entrando a fines de julio unos motogeneradores que representan 35 megavatios. En una central de 2300, es apenas el 1,5% más de capacidad de generación", apunta Fagan. Consultado sobre si esto incide en los reiterados cortes de luz, lo descarta: "Los problemas son por la red de distribución. La última vez que hubo problemas de generación en serio fue en 2007. Se venía de siete años de no poner ninguna central en servicio, la demanda crecía en forma exponencial y ahí llegó a haber cortes concentrados en la industria".
La distribución a la que refiere Fagan está a cargo de Edesur, la otra unidad de negocios de ENEL, quienes reconocen la falta de inversiones. Recién en 2014 se hicieron trabajos de envergadura por $ 2500 millones y planean invertir la misma suma en 2015. Los reiterados cortes de luz que se registran durante los picos de calor y frío están vinculados a "problemas puntuales" en la red, justifican.
Desde Central Costanera se abastece a la mitad de los clientes de Edesur, principalmente las zonas del microcentro y Congreso, y los barrios de Puerto Madero, Recoleta, Caballito, Parque Patricios, Barracas y Constitución. La ciudad también recibe energía de otras centrales cercanas como las de Dock Sud, Genelba (Marcos Paz) y Central Puerto. La demanda de los porteños se cubre, de acuerdo con la fuente de generación de la energía, en un 60% de energía térmica, 34% hidráulica, 8% nuclear y el resto de energías renovables e importadas.
En Costanera, las once turbinas generan la energía que desde una distribuidora se traslada por medio de quince vínculos de alta tensión (entre 132.000 y 220.000 voltios) a las 71 subestaciones. Éstas, a su vez, la reparten por cables de media tensión a las casi 5000 cámaras de energía ubicadas por toda la ciudad y, a través de cables de baja tensión, a los hogares y comercios. Entre los edificios que reciben la energía generada en Central Costanera figura la Casa de Gobierno.
La relación con la Casa Rosada es constante. El Gobierno es el que provee, por ejemplo, el fueloil que utilizan para hacer funcionar algunas de las turbinas. Sólo para trabajar durante una hora una máquina debe quemar 50.000 litros, un poco más de los 30.000 que caben en un camión cisterna. El combustible llega una vez a la semana en barcos a los muelles de la central y es almacenado en tanques. "Desde 2012 no compramos más combustible. El Estado es el único comprador y nos provee. Lo único que nos avisan es que viene el barco, nosotros lo recibimos", explican.
Es a Balcarce 50 donde también apuntan cuando de falta de inversión se trata. Por un lado, Fagan advierte sobre la multiplicación de construcciones que sólo funcionan con electricidad y las tarifas subsidiadas. Por otro, la imposibilidad de generar ganancias producto del bajo precio que se paga por la energía. "En este momento, no están dadas las condiciones económicas, financieras y regulatorias para invertir. Una central como ésta se amortiza como mínimo en 25 años", responde cuando se le consulta por futuras inversiones.
Mientras, a espaldas de la ciudad y de cara al río, las chimeneas de la central siguen humeando para abastecer de energía a Buenos Aires.