A pedido de una familia amiga, el célebre arquitecto reformó una vieja caballeriza y la convirtió en una casa muy particular
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LA PLATA.— En el pintoresco y tranquilo barrio Hipódromo de La Plata se esconde una construcción poco conocida del célebre arquitecto Clorindo Testa (1923-2013). Es la única obra del autor en esa ciudad y fue pensada a partir de una antigua caballeriza. Testa reformó el stud con elementos de la arquitectura moderna, transformándolo en una vivienda colorida y luminosa. ¿Cómo es la casa por dentro? ¿Quiénes son sus dueños? ¿Desde cuándo y por qué la habitan? ¿Cómo es vivir dentro de una obra de arte?
En la puerta de la Avenida 38 N° 215, el timbre no para de sonar. Desde estudiantes de arquitectura hasta un grupo de japoneses, o simplemente gente curiosa, preguntan si pueden ingresar a conocer el emblemático lugar con sello propio, que tan poco tiene que ver con el resto de las típicas casas de los alrededores. Sus dueños, los Budiño, le explican a cada uno con amabilidad que, si bien fue construida por Testa, dista mucho de ser un museo. Es un lugar privado, y simplemente está habitado por una familia enamorada de su lugar.
“Yo vivo dentro de una obra de arte y no es fruto de una exageración”, dice María Inés Rifonzi de Budiño, ex jueza de familia, acompañada de su marido Dardo y uno de sus cuatro hijos, Sol, durante una recorrida por el inmueble junto a LA NACION. Ella está orgullosa de su casa: es el lugar donde siempre soñó vivir, aunque confiesa que mantenerla en perfecto estado, tal como se la ve, no es tan simple.
Instalación artística
La historia nace hace más de 20 años, cuando ella decidió tener un hogar con un frente amplio, algo bien distinto de la pequeña entrada de su casa anterior, también ubicada en La Plata. Un día, por casualidad, pasaron con Dardo por la puerta del stud, que quedaba a cinco cuadras del Hipódromo, y observaron el cartel de venta. Fueron a verla con la inmobiliaria y se entusiasmaron. Pero, ¿cómo podían dormir, comer, bañarse, en un sitio con boxes destinados a guardar caballos? De pronto, al matrimonio, que tenía una larga amistad con Testa, se le ocurrió llamarlo.
En realidad el vínculo con él era a través de los hijos de ambos, amistad que nació tras compartir temporadas como vecinos de carpa en el tradicional balneario CR de Pinamar. “Me acuerdo que Clorindo era todo un personaje, caminaba por la arena con pantalón y sombrero. Después de estar juntos en la playa, él nos invitaba y nos hacía de comer fideos en su casa. Era un hombre muy especial: el primer piso de su vivienda estaba ocupado tan solo por una silla”, dice en alusión a Capotesta, una de las dos casas construidas por el arquitecto en Pinamar. La otra fue La tumbona, en Ostende. Marita admiraba la línea de Capotesta, un hito de hormigón sobre un médano, justo en el límite entre el bosque y el océano.
Eduardo Horacio Budiño, o Dardo, es un abogado que fue legislador nacional por el justicialismo, y junto a su mujer fueron a visitar a Clorindo a su estudio, munidos de los precarios planos brindados por la inmobiliaria. Clorindo, nacido en Benevento, Italia, los esperó como siempre: de saco y corbata, a pesar de ser un verano con 40° de calor. Dijo que sí de inmediato y comenzó a dibujarles el proyecto de acuerdo a su corriente arquitectónica favorita, el brutalismo, un estilo identificado con la materialidad y que deja a la vista los medios de construcción empleados.
Ejemplo de esto es el tanque de agua, elemento que por lo general es escondido o tapado. En Casa Stud no solo está en el medio del patio delantero, sino que fue pintado de verde esmeralda como para no pasara desapercibido. Así fue como algo funcional terminó siendo una instalación artística. Todo el proceso de reformas, y a pesar de la crisis económica que padecía el país, se llevó adelante entre 1999 y 2001. “Nos gustaba compartir esos momentos con Clorindo. Era, ante todo, un ser creativo”, destaca Marita.
Un día, mientras desarrollaba el diseño, el arquitecto les pidió a los Budiño visitarlos para ver cómo vivían. Les hizo varias preguntas que no alcanzaron a comprender en un primer momento, pero una vez terminada Casa Stud el matrimonio se dio cuenta de que algunas de las cosas mencionadas en esa conversación habían sido tomadas por el profesional e incorporadas al proyecto.
Una casa luminosa y alegre
Llama la atención al ingresar encontrarse con una vista completa del inmueble: se observa hasta el fondo del jardín, gracias a los vidrios, amplios patios y grandes aberturas. En un principio había 15 boxes, distribuidos a lo largo. Clorindo opinaba que debían conservarlos, eran elementos originales y le darían identidad a la obra, cuentan. Eliminó algunos para hacer un solo gran ambiente y pintó los herrajes de los otros con colores.
Para darle más luz al patio delantero, separó la medianera y dejó un hueco por detrás. “Él tenía locura con la terraza, con la azotea, decía que era para ver fuegos artificiales o una tormenta. Incluso nos quiso instalar ahí un jacuzzi”, recuerda Dardo, para quien lo fundamental es que su casa “se autoabastece”, en el sentido de que por ejemplo, por ser luminosa, no es necesario consumir tanta energía eléctrica.
Otro elemento a la vista son los grandes tapa rollos de cortinas. También se destaca la originalidad de la baranda ondulada de la escalera que conduce a los dormitorios de la planta alta y la gran cantidad de paredes que, si uno observa con detenimiento, están en falsa escuadra. La suite principal tiene cinco ventanas y da a la pileta. “Clorindo hasta opinaba de la decoración, me dijo que tapizara los sillones viejos y que los trajera para acá”, aseguran.
Según explican desde el Estudio Clorindo Testa y desde la Fundación Clorindo Testa, lo que caracteriza la obra es que “el diseño en planta verifica una tipología en H, con la sala de estar como elemento central de enlace entre la tira de comedor cocina y servicios, y la tira de dormitorios y garaje”. La gran sala de estar, casi en el corazón del terreno, actúa como pivot entre los patios y posee por su ubicación, una eficaz iluminación y ventilación cruzada natural, agregan.
Una pileta de forma singular, revestida con piezas de cerámica esmaltada, provenientes del taller de Teresa Testa, caracteriza el patio de fondo, un sitio de gran privacidad. El del frente, orientado al sudeste, tiene sol de mañana y es el espacio de recibimiento de los visitantes y el acceso vehicular. En cuanto a la fachada, posee la imagen original de estilo neoclásico, típico de la ciudad. “Los accidentes incorporados acentúan la intervención arquitectónica en la construcción”, agregan.
El legado de Clorindo Testa en La Plata
Clorindo Manuel José Testa fue uno de los arquitectos con mayor consideración de América Latina del siglo XX. Entre sus obras más importantes se encuentran, entre otras, los emblemáticos edificios del ex Banco de Londres, o el de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, ambos situados en Buenos Aires.
Sin embargo, La Plata no era una ciudad cualquiera para él. Le interesaba el hecho de que ahí estuviera la Casa Curuchet del célebre Le Corbusier y recordaba además haber visitado a una tía suya sobre la Calle 1 cuando era estudiante. Mientras le construía a los Budiño, recorrió esa zona en busca de una vivienda con volutas, o adornos muy particulares. Ese era el mayor recuerdo guardado de aquel lugar. Finalmente lo replicó en el frente del inmueble.
El arquitecto realizó varios proyectos para la Ciudad de La Plata, sin embargo ninguno se concretó. Pero queda Casa Stud como testimonio platense de su creatividad y también queda la memoria de la familia Budiño, sus privilegiados dueños que con tanta felicidad la habitan día tras día.