Casa Marconetti: el edificio que resiste la llegada del Metrobus al Sur
Para ampliar los carriles hasta La Boca se debe demoler el inmueble; allí aún viven familias que están en litigio
Frente al parque Lezama, a mitad de cuadra sobre la avenida Colón, aparece en soledad como un Elefante Blanco, abandonado y en desuso. Con barandas en los balcones de hierro oxidadas, persianas torcidas y postigones de metal cerrados, envueltos en paredes negruzcas y arenosas. En la fachada se alcanza a leer, con esfuerzo, "Casa Marconetti", el sello del edificio que se interpone entre los planes de ampliación de la traza urbana y los vecinos que viven en los departamentos.
La torre de diez pisos se encuentra en las cuadras que van desde Independencia hasta Brasil. Ese tramo se convirtió en un problema para el gobierno porteño en su objetivo de expandir el Metrobus del Bajo, cuyo primer tramo se inauguró el mes pasado. Para que los carriles exclusivos lleguen hasta La Boca, como marca el proyecto, es necesario modificar Paseo Colón. Esto implica, entre otras obras, demoler el edificio que pertenece a la administración porteña. Pero allí aún viven personas, con una denuncia por usurpación en su contra y con dudas sobre abandonar el lugar o no.
Desde 2014 existe una orden de desalojo para liberar los departamentos y avanzar sobre el inmueble que en los 70 y 80 fue considerado "el edificio de los artistas".
Hoy 15 de las 22 unidades siguen ocupadas por familias que están negociando por nuevas posibilidades habitacionales. En el proceso interviene el Instituto de la Vivienda de la Ciudad (IVC) con la oferta de créditos.
Algunas familias ya aceptaron mudarse y las puertas de los departamentos que fueron quedando vacíos están selladas con ladrillos y cemento. A través de los vidrios rotos o las rendijas se puede ver que en el interior no hay aberturas, el piso está levantado y las paredes, perforadas.
Los ocupantes del Marconetti se consideran habitantes legales del lugar, a pesar de que este año la justicia porteña los acusó de usurpadores. Durante años, el edificio se rigió por la informalidad y la falta de controles, incluidos los de la Ciudad que le prestó poca atención hasta que en 2013 decidió llegar al Sur con el Metrobus. Algunas familias iniciaron acciones legales bajo la figura de usucapion o ley veinteañal, mediante la que intentan demostrar que realizaron el mantenimiento y pagaron los servicios de los departamentos por 20 años o más y así, convertirse en los propietarios de los inmuebles.
Ocupación
La historia del edificio se remonta a 1929 cuando fue construido para albergar a la familia Marconetti, propietaria de la fábrica que se encuentra detrás del inmueble donde se producían fideos y aceite.
El ensanche de Paseo Colón se proyectó en 1946, pero fue durante el gobierno de Osvaldo Cacciatore, intendente durante la dictadura, cuando cobró más fuerza. En 1985 el edificio fue expropiado por la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires a la Sociedad Anónima Marconetti, después de aprobarse la ley de ensanche de la avenida. "Fue un proceso de expropiación a la inversa. Nosotros vinimos poco después", recuerda uno de los habitantes del lugar que prefiere no dar el nombre porque se encuentra en litigio judicial.
Nadie puede explicar cómo fue la transición entre los Marconetti y los primeros habitantes que no eran de la familia. En algún momento empezó la ocupación informal que se dio naturalmente "en un ambiente bohemio de la cultura porteña", como explica el hombre.
Para el gobierno y la Justicia son usurpadores, pero ellos creen estar en su derecho de vivir libremente en el Marconetti, que se mantiene por las decisiones que toma una asociación sin fines de lucro formada entre los vecinos y con un funcionamiento similar al de una administración. Hay un ascensor de rejas, de los que pueden verse en el resto de los edificios del casco antiguo, matafuegos, luz de emergencia y dos bombas que distribuyen el agua entre los departamentos. Cada unidad tiene un medidor individual de luz; el gas está cortado desde hace varios años.
La cautela, de ambas partes, parece estar primando en estos momentos, meses después de un fallo de la Cámara de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo y Tributario de la Ciudad que dejó sin efecto una medida cautelar que impedía el desalojo. En las próximas semanas podría haber novedades sobre el futuro del Marconetti. Desde la Secretaría de Transporte y Tránsito informaron que de las 15 familias, nueve ya aceptaron el crédito propuesto por el IVC y las restantes están en plena negociación.
La ampliación del Metrobus llegará cuando se resuelva la situación en el edificio y en otros inmuebles ubicados en esas cuadras, aunque en la mayoría de los casos los acuerdos ya están cerrados. Entre Independencia y Brasil hay una sede del Indec, el centro cultural Severino Di Giovanni, una gomería, un predio deportivo del Movimiento Independiente de Jubilados y Desocupados (MIJD), un centro de atención de niños y adolescentes, la Escuela Taller del Casco Histórico, el colegio Arancibia, un estacionamiento del diario Ámbito Financiero y el ex centro de detención Club Atlético. Salvo este último caso, que no se modificará, el resto de los inmuebles serán intervenidos y las actividades, relocalizadas.
De residencia familiar a eje de una polémica
1929
Construcción
Fue el año de la edificación de la Casa Marconetti, proyectada por el arquitecto Basilio Dávoli para la familia propietaria de una fábrica de fideos y aceite
15
Familias
Son las que actualmente viven en el edificio y están en plena etapa de negocicación para evitar el desalojo. Están denunciadas por usurpación
20
Cuadras
Son las que se agregarían al Metrobus del Bajo, desde Independencia hasta Villafañe