Casa FOA: secretos de la casona de los US$ 12 millones en Retiro
Tiene más de 100 años, no se sabe quién la construyó y se cree que estaba conectada con la Avenida del Libertador por un pasadizo; situada en Basavilbaso 1233 fue recuperada y reabierta para la muestra
Desde el balcón de su departamento, en Retiro, Mariano Ambrosio solía contemplar esta casona en Basavilbaso 1233, cerrada los últimos diez años, e imaginaba cómo sería por dentro. Ahora puede comprobarlo. Construida en 1906, la residencia es la nueva sede de Casa FOA, la muestra de diseño revestida de solidaridad. Entre los visitantes está Ambrosio, recorriendo los más de 2000 metros cuadrados intervenidos por artistas. Así transcurre esta exposición que, desde hace tres décadas, deja su huella en rincones emblemáticos de la ciudad.
Los organizadores de Casa FOA dicen que apostaron a su origen para celebrar esta edición aniversario, en la que festejan 30 años. En las anteriores intervinieron palacios, silos, fábricas, construcciones portuarias, un mercado, un monasterio y una estancia, entre otras joyas. Hoy el escenario es una mansión, similar a la antigua casona de Quintana 236, en Recoleta, elegida para la primera exposición en 1985.
Buena parte de la historia porteña podría resumirse entre los muros de Basavilbaso 1233, una construcción ecléctica con reminiscencias francesas, un auténtico monumento al pasado que ahora propone mostrar, también, modernidad. Antes de la intervención de Casa FOA, la casa estaba valuada en 8.000.000 de dólares. Hoy, sus 26 herederos podrían venderla por 12.000.000 de dólares.
Los pisos de roble traídos de Eslovenia y los mármoles y la boiserie fueron reacondicionados por artistas, arquitectos, paisajistas y diseñadores. Durante seis meses decoraron cuarenta espacios que pueden visitarse todos los días, de 13 a 21, hasta fin de mes. Los jueves y viernes hay jornadas extendidas, hasta la 0, con conciertos en vivo y ofertas gastronómicas. La entrada cuesta 130 pesos.
La residencia tiene un ingreso similar al de los patios palaciegos, con un camino que se usaba para estacionar carruajes. En su interior hay un espacio central en el que confluyen dos pisos, con habitaciones alrededor. La planta baja es de uso social: hay un living, un comedor, un baño y salas de música, lectura y billar. En el primer piso, habitaciones privadas con sus baños y balcones.
Noemí Pereyra, una vecina de Villa Devoto que viajó hasta Retiro para visitar la muestra, sube la enorme escalera de madera que comunican las dos plantas, tomada de la baranda con sus dos manos. Sólo frena para hablar: "Vengo a ver las últimas tendencias de decoración de interiores. No me perdí ninguna edición", dice. Atrás la sigue su marido. Se espera que más de 100.000 personas asistan a la exposición.
Los visitantes también pueden descubrir algunos misterios. Una pequeña puerta escondida en la boiserie -empapelada por la artista Sofía Willemoës- sugiere la existencia de un pasadizo secreto. "Creemos que se conectaba con las residencias de la zona y llegaba hasta Avenida del Libertador", dice Ana Astudillo, curadora de la muestra.
La historia de la residencia está incompleta: no se sabe quién fue el arquitecto que la diseñó. Sí que fue un encargo de Alejandro Estrugamou, un terrateniente que tenía campos en Venado Tuerto y se instaló en Retiro, con su familia. Y que María Margarita, hija de Estrugamou, se casó con Emilio Sastre y fue él quien, en 1940, encargó la remodelación.
A Estrugamou se le adjudican otra construcciones en el barrio que también son parte insoslayable del patrimonio cultural porteño. En 1929 se inauguró el Palacio Estrugamou con entrada en Juncal 783 y Esmeralda 1319, un edificio de renta de estilo academicista francés diseñado por los arquitectos Eduardo Sauze y August Huguier, donde yace una réplica en bronce de la Victoria alada de Samotracia. Y entre 1932 y 1936, los de Esmeralda 1355, Juncal 721 y Juncal 723, del mismo estilo.
Según el Código de Planeamiento Urbano porteño, la residencia de Basavilbaso 1233 pertenece al área de protección histórica de las inmediaciones de plaza San Martín, sancionada en 2014 por la Legislatura de la ciudad. También abarca el Edificio Kavanagh, la basílica del Santísimo Sacramento y las construcciones de las cabeceras ferroviarias de Retiro.
Desde su inauguración al público, el pasado 23 de octubre, Casa FOA tuvo otras actividades. Como todos los años se eligieron los ganadores. Gustavo Yankelevich y Máximo Ferraro recibieron la medalla de oro en la sección Arquitectura y Diseño de Interiores. "Quisimos homenajear este aniversario por medio de la gastronomía. Nuestro espacio se convirtió en un bar con arte y música", dice Yankelevich.
La casa tiene otros tres espacios para almorzar o cenar. La otra medalla de oro, en Paisajismo, la obtuvieron las arquitectas Adriana Randazzo y Natalia Benedetti, por intervenir un jardín donde sobrevive una fuente de la fundición francesa Val D'Osne.
El patrimonio y la solidaridad van de la mano
- En 1964, el médico Enrique Segundo Malbrán creó la Fundación Oftalmológica Argentina (FOA) para la prevención y lucha contra la ceguera.
- En 1985, su hija Mercedes Malbrán de Campos creó Casa FOA como un espacio destinado a que arquitectos y decoradores pongan en valor inmuebles de la ciudad, para recaudar fondos para la fundación. Hoy, sus hijas y nietas continúan el legado.
- Entre otros edificios, Casa FOA intervino el Museo de los Inmigrantes, los lofts de Darwin, el viejo molino Minetti, el Banco Tornquist, el Dock en Puerto Madero y la Abadía de San Benito.
- El programa Para verte mejor, Argentina atiende a pacientes con problemas de vista.
- En mayo del año próximo, Casa FOA desembarcará en Santiago, Chile.