Buscarán en el autódromo más restos de los primeros indígenas
Investigadores de la Universidad del País Vasco, del Museo Social y de la UBA excavarán en agosto en las inmediaciones de la pista, en el sector más alto del predio
Hace tres semanas comenzó la cuarta etapa del proyecto que llevan adelante la Universidad del País Vasco, la Universidad del Museo Social y la UBA. Los trabajos se realizan unos metros más arriba dentro del predio del Autódromo Oscar y Juan Gálvez, sobre el antiguo bañado, y los investigadores creen que están en el centro del asentamiento indígena por la gran cantidad de restos que han encontrado en un rectángulo que guarda todos los secretos.
A 80 cm del suelo aparecieron restos de vasijas, huesos de ciervo de las pampas y cerámicas de todo tipo. "Estamos mirando por una pequeña mirilla, pero ya sabemos que estamos ante un sitio único. Es un lugar que puede ser aprovechado por la universidad y por todos los porteños", explica José Luis Solaun, arqueólogo de la Universidad del País Vasco (UPV). "Sabemos que vivían aquí estacionalmente. Pero no sabemos si más arriba hay algo más. Falta hallar el cementerio, más viviendas", agrega el investigador que se ilusiona con la posibilidad de excavar en agosto bajo las inmediaciones de la pista del autódromo, donde está la parte más alta del terreno.
Hasta el momento, la campaña que ya transita su cuarto año estableció que el asentamiento no se expandió hacia el Este ni el Oeste, pero es probable que haya más información en la cima de la barranca. "Aún no se pude definir la extensión del territorio ni la cantidad de población, pero podemos decir que estamos en el centro del asentamiento por la cantidad de objetos que estamos hallando. Ahora empezamos a determinar zonas y espacios para poder establecer cuál era la actividad en cada zona", indica Daniel Schavelzon, director del Centro de Arqueología Urbana, Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (CAU).
El lugar de la excavación está justo detrás de la tribunas del Autódromo, linderas al Parque Ribera Sur. En el año 1300 en el que habrían vivido los habitantes originarios, tal vez querandíes, estaba a orillas del Riachuelo que luego fue rectificado y hoy pasa un poco más lejos. La entrada del Riachuelo era un delta, era un conjunto de islas con sauces, incluso hay crónicas y fotos hasta de 1900 en las que describen paradores y paseos en bote, recuerdan los investigadores.
El mapeo de la excavación que se realiza es exhaustivo: se ubica cada objeto con su profundidad. Así se puede establecer, por ejemplo, cuál era el lugar donde hacían las fogatas, donde practicaban la alfarería o en donde comían. Ese trabajo está a cargo de Ángel Martínez, investigador de la UPV. "Estamos ante un islote, una pequeña cápsula inalterada de la historia prehispánica. Lo que yo hago se denomina método estratigráfico y allí queda asentado todo lo que se encuentra en cada capa de terreno. Cuando uno lo ve en un mapa físico no parece tan rico, pero cuando eso está cargado electrónicamente se puede separar por tipo de hallazgo, profundidad y generar ese sistema de información geográfica", indica Martínez mientras muestra una hoja llena de coordenadas y números.
Cuando se recorre el terreno se pueden ver sauces, pero no son nativos. La única plantación nativa que queda en el humedal original es el tala. "Hay varios ejemplares al otro lado del muro (separa el autódromo del parque). De allí recolectaban sus frutos. Lo que no hemos hallado son restos de pescados. No eran pescadores", cuenta Ulises Camino, del CAU y quien realizó la tesis que dio origen al proyecto.
Solaun retoma su idea de la evolución del asentamiento: "Encontramos huesos de mamíferos; no eran pescadores. Las armas que hallamos tenían piedras de otras regiones como la zona de Tandilia y de Uruguay por lo tanto creemos que había intercambio con otras comunidades".
Al otro lado del paredón, en el parque aparecieron los negativos de lo que deben haber sido los postes de las carpas que eran sus viviendas. El proyecto también determinó que fabricaban sus propias armas. Desde que comenzó el proyecto la expectativa que es cada vez mayor: "Claramente aquí había un desarrollo, había una cultura. Es el hallazgo más importante de la ciudad y no sólo sirve para la educación sino también para la propia universidad", indica Solaun. Los investigadores esperan que finalice una competencia en agosto para poder seguir descubriendo el pasado, que está intacto, bajo el autódromo de una ciudad.
El proyecto de arqueología urbana bajo el suelo porteño buscaba en realidad restos de la primera fundación de Buenos Aires, la de Pedro de Mendoza. El investigador Carlos Rusconi señaló a principios del siglo XIX dos lugares pero no avanzó más: "Rusconi anunció un descubrimiento, en 1926, de dos paraderos indígenas que denominó A y B, sobre las barrancas del río Matanza, en Villa Riachuelo", indica Ulises Camino, del Centro de Arqueología Urbana de la UBA (CAU).
Siguiendo esos datos comenzó en 2014 el proyecto vasco-argentino. El hallazgo arqueológico más antiguo en el área metropolitana hasta ahora era del siglo XVII, en San Telmo. Y uno de los grandes desafíos era conseguir vestigios de la primera fundación de Buenos Aires, en 1536.
"El asentamiento fue destruido por los españoles en 1541 para dirigirse mucho más al Norte, a Asunción, por órdenes llegadas de Madrid", indica el informe preparado para explicar la excavación que llevan adelante en la zona sur de la ciudad la Universidad del País Vasco (UPV), la Universidad del Museo Social Argentino (UMSA) y la UBA.
José Luis Solaun, arqueólogo de la UPV indica: "Buscábamos rastros de la expedición de 1536, pero hallamos esto que es mucho más interesante". El informe que realizaron los expertos indica que en 1989 se hicieron excavaciones en el parque Lezama, sitio que durante mucho tiempo se consideró -sin prueba alguna- el verdadero lugar de esa primera población, pero nada se encontró para demostrarlo.